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La Cueva de Lascaux


Mapa de Francia
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bicada en el Suroeste de Francia, en el valle de la Vézère, dentro de la comuna de Montignac (Dordoña) en el límite oeste del Macizo Central, Lascaux es el más importante de los más de 100 sitios arqueológicos prehistóricos que se encuentran en el sur de Francia. El desarrollo total de la cueva no supera los 250 m con un desnivel de 30 m entre la entrada y la zona más profunda.

Noticias sobre la existencia de esta cueva había desde antes de su descubrimiento real. Algunas leyendas locales hablaban de que había servido de refugio de un clérigo perteneciente a una familia de la nobleza local, los Labrousse de Lascaux (de donde deviene el nombre de la cueva), y que la entrada había sido tapada para ocultar un tesoro.

Ciertamente existía en la cueva un tesoro, pero no de la clase que la gente suponía. En setiembre de 1940, un joven de 17 años, llamado Marcel Ravidat, junto a su perro Robot, salieron en busca del supuesto tesoro y. luego de muchas vueltas, fue el perro quien encontró un hoyo de un metro de diámetro y metro y medio de profundidad, semioculto entre los matorrales. Cuatro días más tarde Marcel volvió con tres amigos y logra abrir un hueco en el fondo del hoyo y entrar en la cueva. Cual sería la sorpresa de estos jóvenes cuando, luego de andar unos 40 metros, llegaron a la hoy denominada Sala de los Toros. A la luz de su lámpara de aceite, vieron con asombro todo el techo cubierto con pinturas de caballos y toros.

Planta de la Gruta
Mapa de la Cueva de Lascaux

El relevamiento completo de la cueva, realizado por primera vez por el abate Henri Breuil, encontró que la misma estaba compuesta por varias galerías, en la mayoría de las cuales se hallaban pinturas y grabados. Si bien Breuil, un reconocido erudito en arte paleolítico, dató las pinturas como pertenecientes al período auriñaciense –entre 36.000 y 28.000 a.C.–, posteriormente se estableció, con el método del Carbono 14, que datarían de 17.000 a 15.500 a.C. Resultan así anteriores a las famosas pinturas de la cueva de Altamira en la Cantabria española.

Descubridores de Lascaux
Descubridores de la Cueva; a la der. el Abate Breuil.
Fotografía: Internet

Luego de superar el pasadizo de ingreso a la cueva, se encuentra una galería con el techo cubierto por una pintura mural continua de aproximadamente 20 m de largo de figuras de caballos y toros: la Sala de los Toros, siendo uno de los motivos parietales más imponentes del Paleolítico.

Al fondo de ésta, se bifurcan dos pasos, uno comunica con el Divertículo Axial donde, entre otros motivos, se destacan la Vaca Roja y el panel de la Vaca Cayendo. El segundo paso, a la derecha, lleva a una nueva bifurcación; la de la derecha da paso a dos sectores: el Abside y el Pozo en el cual se encuentra la única representación antropomorfa: el Hombre Enfrentando al Bisonte.

La otra galería conduce a la Nave, donde se encuentra el Panel de los Ciervos, y, pasando la Nave, se llega al Divertículo de los Felinos, última sala de la gruta. Cuando la cueva se abrió a las visitas, en 1948, el calor humano y la luz artificial dañaron las pinturas. Pese a que fue cerrada al público en 1966, posteriormente se detectaron nuevos problemas tales como la proliferación de hongos y algas unicelulares.


Sala de los Toros
Vista general de la Sala de los Toros
Fotografía: Internet

Toros-Detalle
Sala de los Toros - Detalle
Fotografía: Internet
Panel de la Vaca Cayendo
Panel de la Vaca Cayendo, Divertículo Axial
Fotografía: Internet
Vaca Roja
Vaca Roja, Divertículo Axial
Fotografía: Internet
Pequeños caballos
Friso de los Pequeños Caballos, Divertículo Axial
Fotografía: Internet

Bisontes
Bisontes Adosados, Sala: la Nave
Fotografía: Internet

La escena más impresionante, por varios motivos, es la que aparece en el sector llamado el Pozo, sector de dificil acceso y ubicado a 5 metros de profundidad respecto del Abside. Es la única pintura de la cueva y una de las escasísimas de todo el Paleolítico, en la que aparece una figura humana, de representación sumamente esquemática en comparación con las figuras de animales. Pero además, esta escena tiene un gran potencial narrativo, parece estarnos contando algo, aunque nunca sabremos con certeza qué.

Ciervos
Friso de los Ciervos, Sala: la Nave
Fotografía: Internet

Aparecen un rinoceronte a la izquierda, (que no parece integrar la "escena" y se ha sugerido que fue pintado en otro momento) y, del centro hacia la derecha, una figura humana y un bisonte. El bisonte está mortalmente herido por una lanza o azagaya y sus intestinos están saliendo de su cuerpo. El hombre está en una posición ambigua, o cayendo o ya en el suelo, con su pene erecto (figura itifálica); su cabeza trazada en forma muy similar a la del ave que aparece más abajo, en el extremo de lo que podría ser un bastón o báculo; ¿llevará una máscara? Dificil saberlo. Está dibujado a los pies del hombre una lanzadera de las que se usaban para arrojar con mayor fuerza las azagayas.

La interpretación de esta escena ha motivado muchas especulaciones y conjeturas a lo largo del tiempo. En un principio se la interpretó como una escena de caza; se pensó también que era una escena en la que el cazador tampoco había salido indemne. Otros investigadores han sostenido que se trata de la representación de un ritual chamánico. Nunca sabremos lo que quiso contar un ignoto artista paleolítico pero es indudable que la escena tiene una gran fuerza dramática.

Pozo-escena
Escena del Pozo
Fotografía: Internet
Pozo-Detalle
Escena del Pozo: el Bisonte y el Cazador
Fotografía: Internet
Pozo-Detalle2
Escena del Pozo: Detalle
Fotografía: Internet

Lámpara
Lámpara de sebo
Fotografía: Internet

En esta cueva, como en otras con pinturas rupestres, se han encontrado muchos utencillos utilizados por los realizadores de estas obras, que nos dan una idea de como fueron realizadas. Un detalle interesante fue el hallazgo de una lámpara de sebo. Este material de origen animal, tiene la particularidad, a diferencia de las antorchas, de no producir humo al arder. De este modo, no eran afectados por el hollín, los pigmentos con que pintaban (que contaban con 25 tonalidades, desde el negro de manganeso hasta el óxido de hematites), y así pudieron llegar hasta nuestros días, prácticamente intactas, estas asombrosas obras. Esto fue así hasta que el hombre ¡volvió a entrar en la cueva!. A partir de 1948 Lascaux se abrió a las visitas y recibía alrededor de 1800 personas ¡por día!. Tal como ya señalé, las pinturas comenzaron a verse afectadas. Finalmente, en 1966 se decidió cerrarla al público. A partir de ese momento se sucedieron cuatro distintas réplicas de las pinturas, que fueron construidas por el estado francés en las inmediaciones de la cueva real. La última, el Centro Internacional de Arte Rupestre de Montiñac, llamado Lascaux IV inaugurado en diciembre de 2016, es un moderno edificio que cuenta con todos los adelantos técnico-audiovisuales para producir una experiencia educativa acorde con la época.

Lascaux IV-Vista aerea
Lascaux IV, Vista de Conjunto
Fotografía: Dominique Louis
Lascaux IV-Vista
Lascaux IV, Vista de la entrada
Fotografía: Internet (https://architizer.com)
Lascaux IV-Sala
Lascaux IV, Vista de una Sala
Fotografía: Internet
Lascaux IV-Taller
Lascaux IV, Vista del Taller de realización de la réplica
Fotografía: Internet

Links relacionados


Sobre Lascaux IV: página de National Geographic

Página del Ministerio de Cultura Francés con una muy buena visita virtual recorriendo toda la cueva.