Arquitectura Prerrománica

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Arquitectura Medieval: Prerrománico


Santa María del Naranco, 842, Oviedo, España, Fachada Sur - Prerrománico: Arte Asturiano o “Ramirense”
Fotografía: Alonso de Mendoza, CC BY-SA 4.0 - (via Wikimedia Commons)

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urante los siglos medievales, la iglesia ha sido el tema edilicio más importante de la arquitectura europea, como lo ha señalado Christian Norberg-Schulz. La iglesia, ubicada en el centro de todo pueblo o ciudad, era el hito que daba estructura y significado al «paisaje urbano». Sólo el castillo, en algunos casos, podía constituir un segundo “foco” en el ordenamiento de la ciudad. Desde sus orígenes, los conceptos básicos de centro y recorrido constituyeron la base de las relaciones espaciales profundamente simbólicas del templo cristiano, a los que hay que agregar la interioridad como característica distintiva del nuevo culto.

Mientras la continuidad del Imperio Romano de Oriente contribuyó al desarrollo del Arte Bizantino, la caida del Imperio Romano Occidental y las invasiones de los pueblos bárbaros[1] condujeron a un período de inestabilidad política y decadencia económica y cultural —esta última debida, en parte, a la desaparición de la organización educativa del Imperio—, período que, abarcando los cinco siglos de la Alta Edad Media, los historiadores llamaron “edad oscura”, denominación que ha sido discutida por otros académicos y que, en el mejor de los casos, puede considerarse exagerada.

El rótulo de “prerrománico”, creado por Jean Hubert en 1938, no designa un estilo propiamente dicho, sino que pretende englobar las diversas manifestaciones edilicias realizadas en Europa entre aproximadamente los siglos VI y X, es decir entre, por una parte, los edificios que podemos incluir dentro de la denominación de Paleocristianos (siglos IV y V) y, por la otra, la conformación definitiva del estilo “románico” (siglo XI a mediados del XII). En lo Prerrománico, a pesar de sus variantes regionales, se puede establecer algunas constantes generales como la sencillez y “rusticidad” que se presenta en la mayoría de los casos, producto evidente del estado de la economía. Así, esta denominación en realidad, incluye una variada gama de subgrupos arquitectónicos pertenecientes a épocas o regiones diferentes, tales como las arquitecturas merovingia, ostrogoda, lombarda, visigoda, asturiana, carolingia, etc.



Arquitectura Visigoda


Los visigodos eran un grupo perteneciente a los pueblos germanos orientales, que en la segunda mitad del siglo IV invadieron el Imperio Romano desde el Este, desplazándose a lo largo de las costas del Mediterráneo (saquearon Roma en 410), para finalmente terminar asentándose en el sur de la Galia y en la Hispania romanas. En el año 510 fueron expulsados de la Galia por el rey franco Clodoveo, por lo que a partir de entonces su dominio quedó confinado al territorio de la península española. Constituían una minoría que profesaba el cristianismo arriano[2] gobernando sobre una población preexistente de religión cristiana romana. En el año 587, el rey visigodo Recaredo I se convierte al catolicismo y tras él, toda la nobleza goda del reino visigodo de Toledo[3]. Esto posibilitó la convivencia armónica de ambos pueblos y su unificación religiosa y cultural (por ejemplo, desapareció el derecho visigodo que hasta ese momento convivía con el derecho romano, cada uno con su estructura judicial y sus propios jueces), hasta que en el siglo VIII (711), la invasión de la península por los musulmanes del norte de África, puso fin al reino visigodo toledano.

San Juan de Baños, 661, Baños de Cerrato, Palencia, España
Fotografía: Roinpa CC BY-SA/4.0, (vía Wikimedia Commons)
Portada de San Juan de Baños
Arco de herradura

Fotografía: Roinpa CC BY-SA/4.0, (vía Wikimedia Commons)

La arquitectura visigoda de la península ibérica engloba edificios religiosos realizados durante los siglos VI y VII. Del siglo VI quedan escasos vestigios y una pequeña y muy deteriorada iglesia de San Cugat de Velles en Barcelona. Algunos ejemplos de esta arquitectura fechados en el s.VII son sólo ruinas o cimientos salidos a la luz en excavaciones arqueológicas, pero han sobrevivido unas pocas pequeñas iglesias o ermitas, en general integrantes de monasterios hace largo tiempo desaparecidos, ubicadas en parajes rurales aislados, hecho que las salvó de la destrucción provocada por los invasores musulmanes o de los afanes modernizadores que los cambios de estilos arquitectónicos a lo largo de siglos, han provocado en templos de ciudades más populosas y ricas. Aunque en ningún caso los edificios a que nos referimos, han quedado como fueron en su origen, a pesar de los cambios o reformas que sufrieron, se ha mantenido lo esencial de su estilo y carácter como para que nos provean de una clara idea sobre la arquitectura hispana visigoda.

Una de estas iglesias es San Juan de Baños, ubicada en los límites del pequeño pueblo de Baños de Cerrato, en la provincia de Palencia, España, sobre una llanura cerealera orilleando el río Pisuerga, que durante el dominio romano había sido un área de villas de descanso. Fue mandada a construir por el rey visigodo Recesvinto como parte integrante de un monasterio y consagrada a San Juan Bautista en el año 661, según reza una inscripción en el arco triunfal. La iglesia sufrió algunas reconstrucciones a lo largo de los siglos, la primera a fines del medioevo y la última en 1865, por lo que la planta actual difiere de la original, que ha podido ser reconocida por las diferencias entre las sillerías de distintas épocas y por excavaciones que sacaron a luz los cimientos originales. Era una planta basilical de tres naves, la central de mayor altura que las laterales, separadas por dos líneas de cuatro columnas de marmol con capiteles corintios y, entre ellas, arcos de “herradura”. Tenía una especie de transcepto al que se abrían tres ábsides rectangulares separados entre sí, lo que constituye una configuración casi única.

San Juan de Baños, Planta original
Ilustración: Internet (vía apuntes.santanderlasalle.es)
San Juan de Baños, Planta actual
Ilustración: Historia de la Arquitectura en España (vía spanisharts.com)

Una característica de la arquitectura visigoda española es el uso del arco de “herradura”, es decir que su curvatura supera los 180º; un tipo de arco que luego será característico de la arquitectura musulmana pero que los visigodos ya lo utilizaban desde antes de la invasión islámica a su territorio —se desconoce si es original de los visigodos o si tiene antecedentes anteriores—. El arco de herradura visigodo sobrepasa el semicírculo en 1/3 de cuadrante; los musulmanes lo utilizarán sobrepasado en 1/2 en la arquitectura califal y en 2/3 en la arquitectura mozárabe.

A fines de la Edad Media se restauró y modificó la iglesia, eliminando el transcepto y las capillas laterales, cerrando el espacio libre que había entre ellas y el ábside central, quedando tres ásides contiguos, en el centro el original con bóveda de cañón y los nuevos a sus lados, cubiertas con bóvedas de crucería góticas. Así la iglesia quedó con una configuración rectángular y cabecera plana, a pesar de lo cual mantuvo la belleza de su sencilla estructura y discreto decorado.

Según un grabado del s.XIX el edificio estaba sumamente deteriorado, las cubiertas de las naves en ruinas y solo quedaban fragmentos de los muros laterales. Fue reconstruida con la particularidad que los muros laterales no se volvieron a levantar sobre los cimientos preexistentes sino que se los hizo convergentes hacia el frente, no paralelos con las columnas, quedando la planta ligeramente trapezoidal. La espadaña que actualmente se ve sobre la entrada, es un agregado de esta época. Las naves fueron cubiertas con estructura de madera y tejas, quedando en piedra solamente la bóveda de cañón original del ábside central y las medievales de crucería de los ábsides laterales. Es posible suponer que, originalmente, las naves también estuvieran cubiertas con bóvedas o, al menos, la nave principal tuviera una bóveda de cañón como tenían los tres absides originales.

San Juan de Baños, Interior
Ilustración: Internet (vía apuntes.santanderlasalle.es)
San Juan de Baños, Detalle del Arco de herradura del frente
Fotografía: Roinpa CC BY-SA/4.0, (vía Wikimedia Commons) Recorte de la fotografía de la portada

Detalle friso decorativo
Fotografía: Historia de la Arquitectura en España (vía spanisharts.com)

Ventana del ábside central
Fotografía: Historia de la Arquitectura en España (vía spanisharts.com)

Placa de consagración de la iglesia
Fotografía: Roinpa CC BY-SA/4.0, (vía Wikimedia Commons)

El arco de herradura de la portada de acceso a la iglesia presenta en su dovela central —la “clave”— una cruz pátea o cruz patada[4]. Este motivo se repite en la clave del arco triunfal del ábside central; lo mismo ocurre con el motivo decorativo que, a modo de capitel, puede observarse en las impostas del arco de la entrada; este motivo se repite en el interior y recorre como un friso los muros del ábside central y del arco triunfal.

En el arco triunfal, arriba de la clave, se ha conservado la placa de consagración de la iglesia, que, escrita en latín, nos brinda precisa información histórica: «Mártir Juan Bautista, precursor del Señor, recibe esta casa, ofrendada como don eterno, que yo, el devoto rey Recesvinto, seguidor de tu persona, he dedicado a mis expensas, en terrenos de mi heredad, como compañero ínclito del Reino, en el año décimotercero, en la era seiscientos noventa y nueve.»[5]

Las columnas de mármol color gris con vetas beige y rosa son reutilizadas, probablemente procedentes de algún edificio romano. De los capiteles corintios sólo uno es auténticamente romano, los demás son imitaciones visigodas. El ábside central tiene una ventana con celosía de piedra y arco superior de herradura, y el motivo de arcos entrelazados igual al del friso decorativo interior.

Otros ejemplos destacables


San Pedro de la Nave

San Pedro de la Nave
San Pedro de la Nave, ca. 680-711
El Campillo, Zamora, España

Fotografía: Borjaanimal CC BY-SA 4.0 (vía Wikimedia Commons)

Este templo ubicado en la región de Castilla - León, por la época de construcción entre fines del s.VII y comienzos del VIII, probablemente sea una de las últimas construcciones visigóticas de España. Originalmente tuvo una planta de cruz griega, pero durante la Baja Edad Media fue ampliado hasta quedar como un híbrido entre la planta de cruz griega y la planta basilical. Fue trasladada piedra a piedra desde su emplazamiento original a un lugar cercano que no fuera inundado por la construcción del embalse de Ricobayo.

Santa Comba de Bande

Santa Comba de Bande
Santa Comba de Bande, siglo VII
Bande, Orense, Galicia, España

Fotografía: Internet (vía www.jdiezmal.com)

Probablemente construido en la segunda mitad del s.VII, este templo de Galicia tiene planta en cruz griega con un en su centro, un ábside rectangular en la cabecera y un pórtico de acceso en el lado opuesto, con una alta espadaña en su unión con la nave. Las cubiertas interiores son de bóveda de cañón en la nave y el transepto, bóveda de arista en el crucero y bóveda de herradura en el ábside rectangular.

Santa Lucia del Trampal

Santa Lucía del Trampal
Santa Lucía del Trampal, siglo VII - VIII
Alcuéscar, Cáceres, España

Fotografía: Internet

Aunque su datación es discutida, sus características son claramente visigodas, con alguna influencia mozárabe. Presenta una cabecera de tres capillas rectangulares con escasa separación entre sí, abiertas a un transepto que lleva tres cimborrios, cada uno en correspondencia con cada capilla. Ubicada en la región de Extremadura, es el único ejemplo en pie, de arquitectura visigoda en la mitad sur de España.




Arquitectura Mozárabe y Arquitectura de Repoblación


A partir del año 711 el reino visigodo cae bajo la dominación omeya, quedando casi todo el territorio de la penínsulo ibérica ocupado por los invasores, con solamente una franja al norte donde los asturianos, cántabros y vascones constituyeron núcleos de resistencia que muy pronto dieron origen al reino de Asturias, luego de su primera victoria sobre un contingente árabe en 722. Esta fecha es para la historiografía medieval española, el comienzo del proceso de Reconquista cristiana del territorio de la península, que concluirá en 1492 con la caida del reino nazarí de Granada.

Los cristianos de los reinos del norte denominaron mozárabes (del árabe “musta rab”, «arabizado») a los cristianos de Al-Andaluz que emigraban a su territorio, pero llevaban consigo algunos usos y costumbres adoptados durante su permanencia en el Califato de Córdoba. La dominación árabe fue relativamente tolerante con la población romano-visigoda, tanto cristiana como judía, en lo relativo a permitir la continuidad del culto y, en consecuencia, de los templos existentes, pero rara vez permitieron la construcción de nuevas iglesias. Así, como arquitectura mozárabe, sólo puede considerarse unos pocos casos de edificios religiosos levantados en el ámbito rural, aislados de los centros urbanos importantes, durante el siglo VIII y IX. En principio esta denominación se extendía hasta las obras de los siglos X y XI, sin embargo, durante el siglo XIX tal clasificación fue puesta en discusión, proponiéndose llamarla arquitectura de repoblación, dado que su construcción respondía a la necesidad de repoblar y cristianizar las áreas que los reinos del norte, en su expansión, iban recuperando del dominio árabe, en el largo proceso de la Reconquista. Si bien esta arquitectura presenta influencias árabes, algo lógico por la proximidad, frontera de por medio, con el Califato cordobés, esta influencia no es la única detectable, aún cuando, en mucha bibliografía, se la sigue mencionando como “mozárabe”.

Iglesia de Santiago de Peñalba, Planta
Peñalba de Santiago, León

Ilustración: Owdki CC BY-SA 2.0 (vía Wikimedia Commons)
Iglesia de San Cipriano, Corte y Planta
San Cebrián de Mazote, Valladolid

Fotografía: Internet (vía turismo-prerromanico.com)

Entre los variados ejemplos de esta época aún existentes en la península ibérica, se puede mencionar a las iglesias de Santiago de Peñalba y la de San Cipriano, ambas aún activas en sus respectivas comunidades, luego de haber sido objeto de varios procesos de restauración. La primera se encuentra en la localidad de Peñalba de Santiago, provincia de León, Comunidad Autónoma de Castilla y León, en tanto la segunda se halla en la localidad de San Cebrián de Mazote, en la provincia de Valladolid.

Ambas presentan una planta en cruz latina con la particularidad de tener capillas absidiales en ambas cabeceras, por lo cual el acceso debe darse por un lateral o, eventualmente, por ambos. Esta tipología de planta proviene de iglesias norafricanas de ábsides opuestos longitudinalmente que datan del siglo V y que influyeron en iglesias visigodas del sur y oeste de la península, construidas durante el siglo VI.

San Cipriano, también llamada San Cebrián de Mazote, por la localidad en que se halla, tiene su origen en un grupo de sacerdotes que huían desde Cordoba, en momentos en que la convivencia dentro de los territorios del califato se había tornado intolerable, hacia las tierras al norte de los ríos Duero y Pisuerga, hasta donde los avances del rey astur-leonés Alfonso III había consolidado las fronteras cristianas y promovía la repoblación de las tierras liberadas. Según se sabe, este grupo de clérigos ya estaba establecido antes del año 915, en un área entonces conocida como Monzoute, donde habían fundado un monasterio y levantado su iglesia sobre los restos de un antiguo templo visigodo.

San Cipriano, s.X, San Cebrian de Mazote, Valladolid
Fotografía: Internet (vía elrincondesele.com)
San Cipriano, s.X, Interior, San Cebrian de Mazote, Valladolid
Fotografía: Nicolás Pérez CC BY-SA 3.0 (vía Wikimedia Commons)

San Cipriano es el templo “de repoblación” de mayor tamaño que ha sobrevivido en España. Mide 30 m de largo por 14 m de ancho, que se hacen 16 m en el transepto, y tiene una altura de 11 m en la nave. Tiene su cabecera con tres capillas, (como las iglesias visigodas vistas más arriba) cuadradas las laterales y planta en herradura y de mayor altura la central, siendo el ancho total igual al de las tres naves; el transepto, 2 m más hacho que las naves, está compuesto por tres bloques, circulares los laterales, rectangular el central con un alto cimborrio.



Arquitectura Merovingia


Se denomina merovingia la arquitectura construida en el territorio dominado por los francos entre los siglos V y VIII. El nombre proviene de la dinastía comenzada por el rey Meroveo en el 450, dinastía que dominó el territorio franco hasta el 751, cuando su último rey, Childerico III fue depuesto por Pipino el breve, dando comienzo a la dinastía carolingia. Los reyes merovingios, convertidos al cristianismo a fines del s.V o comienzos del s.VI, bajo el reinado de Clodoveo I, erigieron numerosas iglesias y monasterios que a finales de la dinastía estaban muy deteriorados. Bajo el reinado de Carlomagno fueron restaurados pero los que no sucumbieron al paso del tiempo y las guerras, acabaron reformados y/o ampliados durante época románica o gótica perdiendo todo vestigio de su origen merovingio. Por lo que quedan muy pocos ejemplos de las iglesias y/o baptisterios de esa época, siendo Saint-Jean de Poitiers prácticamente el único caso de edificio conservado con una apariencia muy similar a la original. Existen en cambio, algunas criptas de iglesias o catedrales que permanecen como fueron en su origen, aunque las construcciones sobre ellas, hayan sufrido múltiples reformas y cambios de estilo a lo largo de los siglos posteriores. Es la arqueología la que ha podido develar las principales características de esta arquitectura religiosa. Las iglesias tenían planta basilical, ya fuera como la de las basílicas civiles romanas o la de las primeras basílicas cristianas del siglo IV o, en algún caso, cuando se trataba de baptisterios, se tendía a la planta centralizada de influencia bizantina. En el Este del reino franco, las construcciones eran a menudo de madera, mientras en el Oeste y Sur el material era fundamentalmente la piedra.

Baptisterio de Saint-Jean de Poitiers, siglo VI, Vista exterior actual,
Fotografía: Cosal CC BY-SA 4.0
Planta del Baptisterio
Fotografía: jchancerel CC BY-SA 4.0

El Baptisterio de Saint-Jean, ubicado en la ciudad de Poitiers, al sudoeste de París, fue originalmente construido en el siglo IV sobre los cimientos de una antigua casa romana demolida el siglo anterior. Por lo que se supone, es el más antiguo edificio cristiano de Francia, siendo su estado actual muy similar al que tenía en la época merovingia, pese a ciertos agregados que se le hicieron en ocasión de una restauración emprendida en el siglo VI para recuperarlo de los serios daños sufridos durante la ocupación visigoda.

Sanit-Jean de Poitiers - Vista del Interior desde el nartex
Fotografía: Internet
Sanit-Jean de Poitiers - Vista de la bóveda del ábside
Fotografía: bigfootip CC BY-SA 3.0 (via Wikimedia Commons)

Desalojados los visigodos, la restauración comprendió, además de la reparación de daños en los muros y probablemente también en las cubiertas, la adición de tres absidiolos, uno a cada lado del espacio central a modo de transepto y uno central como ábside. También se realizaron decoraciones interiores y exteriores. Fue en este siglo VI en el que se agregó una piscina bautismal, según el ritual de ese momento en el que el bautismo se realizaba con una inmersión completa. Para el siglo X, el baptisterio tuvo que volver a ser restaurado, los absidiolos se reconstruyeron y ampliaron como verdaderos ábsides y el nartex, originalmente cuadrado, fue transformado a un medio hexágono, como se lo ve aún hoy. Se rellenó la piscina bautismal reemplazandola por pilas bautismales, de acuerdo con el nuevo ritual adoptado por la iglesia. Entre los siglos XII y XIV se embelleció su interior con frescos, tal como se los puede ver en la actualidad, con representaciones de la ascención de Cristo; pavos reales, (símbolos de la resurrección y la inmortalidad del alma), un jinete con capa ondulante que retrata al emperador Constantino, y un busto de la Virgen.

Sanit-Jean de Poitiers - Vista de la decoración del espacio central
Fotografía: Internet
Sanit-Jean de Poitiers - Vista del espacio central con la pileta bautismal
Fotografía: Internet

Durante la Edad Media, después de haber sido tapada la pileta, el edificio se utilizó como iglesia parroquial hasta que, ya a fines del siglo XVIII, se lo desafecto y fue vendido a un particular que lo utilizaba como depósito. En 1834, una suscripción pública lo adquiere, salvándolo de la demolición. A mediados del siglo XX fue restaurado, se destapó la pileta bautismal y se lo convirtió en museo de ; en la actualidad la colección contiene una importante cantidad de sarcófagos de piedra de los siglos V al VIII, bellamente tallados, además de muchos otros antiguos fragmentos de columnas romanas, capiteles y pilas bautismales.



Arquitectura Ostrogoda


Mausoleo de Teodorico, ca. 520, Rávena, Italia
Fotografía: Internet

La arquitectura ostrogoda comprende las realizaciones constructivas que el rey Teodorico mandó erigir durante su reinado, comprendido entre los años 493, cuando estableció su reino en la península itálica con capital en Rávena, y 526 cuando fallece. Estas construcciones tuvieron en un principio, una fuerte influencia del estilo paleocristiano ravenense y, ya en el siglo VI, fue derivando hacia lo bizantino, especialmente en la decoración , donde se manifiesta una clara influencia del Imperio Romano Oriental. Del primer caso puede verse el “Baptisterio Arriano”, mientras que la iglesia de “San Apolinar Nuevo” del año 505, es un ejemplo de un exterior paleocristiano con un interior de características bizantinas. En la segunda mitad del siglo VI, las iglesias de San Vital y Sant'Apolinare in Classe nos muestran la definitiva presencia bizantina en Rávenna. Por esto, el único edificio considerado como auténticamente ostrogodo es el Mausoleo de Teodorico, que el rey mandó construir hacia el año 520, para que fuera su tumba y con la clara intención de que durara “hasta el fin de los tiempos” como testimonio de su gloria y poder. Esto último parece haberlo logrado, aunque existen dudas de que sus restos hayan sido alguna vez colocados en él.

El Mausoleo tiene características constructivas que lo diferencian de todos los otros edficios del reinado de Teodorico. En primer lugar, no está realizado en ladrillo sino en piedra traida de Istria, al otro lado del Adriático, dado que los materiales rocosos son sumamente escasos en el área de Rávena. Es el único edificio de esa época en la ciudad, construido en piedra. Sorprende la gran robustez que le confieren el gran espesor de sus muros, levantados con sillares cuidadosamente labrados para que ajusten perfectamente entre sí sin necesidad de utilizar argamasa, sólo habrían utilizado grampss de hierro internas para vincular cada bloque con el contiguo.

Si la elección del material, por el alto costo del transporte en barco, ya constituía una demostración de poder de un rey que pretendía emular a los emperadores romanos (de hecho, la extensión de su reino llegó a aproximarse a lo que fuera el Imperio Romano occidental), la gran demostración de grandeza y fuerza la constituyó la cúpula rebajada que corona el mausoleo, tallada de un bloque monolítico de piedra traido en barco desde Aurisina cuyo peso, luego de tallado, se calcula en alrededor de 300 toneladas, teniendo 1 metro de espesor y 11 de diámetro. Al tallarla debieron dejarse 12 asas por donde se habrán pasado las sogas de los aparejos que la hizaron hasta colocarla en su posición; tarea que constituye todo una hazaña ingenieril para la época y que debió insumir un costo y esfuerzo notables. Estas asas sirvieron luego como soportes a esculturas en bronce de 8 apóstoles y 4 evangelistas, cuyos nombres están tallados en cada una.

Mausoleo de Teodorico, Plantas
Fotografía: Internet (vía alpargosarte.blogspot.com)
Mausoleo de Teodorico, Vista interior de planta alta
Fotografía: Ruge CC BY-SA 4.0

Los muros exteriores presentan huellas de haber tenido un ornato arquitectónico y escultórico que en algún momento de la Edad Media desapareció, probablemente cuando, muerto Teodoríco en 526 y dictado el edicto de Justiniano contra los arrianos en 561 (Teodorico y su pueblo adherían a esa corriente cristiana —ver Nota 2—), el Mausoleo se transformó en iglesia ortodoxa. Posteriormente fue anexionado como oratorio al cercano monasterio benedictino de Santa María. El monasterio desapareció en el siglo XVII pero la sólida masa rocosa del Mausoleo perdura. Está documentado que a mediados del siglo XVIII la planta inferior estaba casi totalmente enterrada a causa de las crecidas del río Badareno, pero el piso superior se seguía utilizando como capilla, accediéndose por escaleras. Fue en el siglo XIX que se excavó para dejar al descubierto el edificio completo y a comienzos del siglo XX se construyó un acceso mediante una pasarela que llega al piso superior.

Mausoleo de Teodorico, Detalle asa de la cúpula
Fotografía: Internet (via alpargosarte.blogspot.com)
Mausoleo de Teodorico, Acceso actual
Fotografía: Internet (via alpargosarte.blogspot.com)
Mausoleo de Teodorico, Detalle del friso
Fotografía: Internet (via alpargosarte.blogspot.com)

Las plantas de ambos niveles son externamente decagonales. En el piso inferior cada lado presenta un profundo nicho con arco de medio punto superior; se supone que en el interior de estos nichos se ubicarían estatuas. El interior cambia su geometría a una cruz griega con cubiertas de bóveda de cañón que al cruzarse en el centro generan una bóveda de arista. Cada brazo de la cruz podría albergar hasta 3 sarcófagos, lo que daría un total de 9, suponiendo libre el brazo de entrada. En la planta superior se reduce el ancho de la parte cubierta dejando un deambulatorio a cielo abierto. El exterior de este cuerpo sigue siendo decagonal, pero el interior es circular para dar una adecuada imposta a la monolítica cúpula que lo cubre. En este ambiente circular, que probablemente estuviera destinado a ser la cámara mortuoria donde ubicar el sarcófago de Teodoríco, dado que no se previó escalera de acceso desde el nivel inferior, hoy está ubicada una bañera de porfirio del siglo IV que fue llevada desde el Palacio de Teodorico. En el exterior, bajo la falsa cúpula, un friso geométrico recorre toda la circunferencia; su forma repetitiva y abstracta remite a la orfebrería, el arte tradicinal de los pueblos bárbaros. Si alguna vez este mausoleo albergó los restos de Teodorico o de algún miembro de la familia real, seguramente hayan sido retirados cuando los bizantinos destruyeron todo lo que pudiera recordar la herejía arriana que los ostrogodos profesaban.

Palacio de Teodorico, Fachada
Fotografía: José Luis Bernardes Ribeiro CC BY-SA 4.0 (via Wikimedia Commons)

Teodorico tuvo una importante actividad constructora durante su reinado, de la que, sin embargo, quedan pocos ejemplos. Sólo han llegado hasta nuestros días los edificios religiosos y el mausoleo que se hizo construir, los edificios civiles y/o militares que necesitó para su administración, todos han desaparecido. De los palacios que construyó en varias ciudades de Italia, quedan los restos de la sede de su corte regia y principal residencia en Rávena: la fachada y la primer crujía, del que fuera su suntuosa morada, embellecida con pisos y revestimientos de mármol y columnas y capiteles recuperados de anteriores edificios romanos.

La fachada está compuesta simétricamente en dos plantas, con arcos sobre columnas y capiteles de distintas formas y alturas para compensar las diferentes alturas de los fustes de mármol provenientes de diferentes edificios del antiguo imperio romano. Todo el revestimiento marmóreo de esta fachada fue retirado en el siglo VIII por Carlomagno, junto con pisos y columnas interiores, para la construcción de su capilla palatina en Aquisgran.

Casiodoro[6] en su Orationum Reliquiae hace una descripción del palacio señalando que: «...la superficie de los mármoles reluce con el mismo color que las gemas, el oro brilla por todas partes... mosaicos delinean las filigranas de piedras; todo el conjunto está adornado con reflejos de mármol que dejan ver pinturas a la encáustica».

La capilla palatina de esta residencia era la actual Iglesia de San Apolinar Nuevo, que fue construida bajo el reinado de Teodorico, en 505, y puesta bajo la advocación de Cristo Salvador destinándosela al culto arriano. A partir de la toma de Rávena por las fuerzas del Imperio Romano Oriental en 540, se la destinó al culto cristiano mediante un edicto del emperador Justiniano, (en ese momento aún no se habían separado la Iglesia Católica y la Ortodoxa) y se la consagró a San Martín de Tours, pasando a llamarla San Martino en Ciel d'oro, aludiendo al brillo del artesonado dorado del cielorraso de la nave principal. En ese momento, fue necesario eliminar de los mosaicos que decoraban la nave todo lo que aludiera al culto arriano, incluyendo los retratos de Teodorico y de cualquier otro personaje de su corte.

Sant'Apollinare Nuovo, Fachada
Fotografía: Ввласенко CC BY-SA 3.0, (via Wikimedia Commons)
Sant'Apollinare Nuovo, Nave central
Fotografía: Corrección perspectiva propia s/ foto de Leon petrosyan CC BY-SA 4.0 , (via Wikimedia Commons)

San Apolinar es una iglesia de tres naves sin transcepto, la central concluyendo en un ábside de casi igual ancho con el altar mayor; esta nave central tiene un ancho doble que las naves laterales, de las que la separa una columata de mármol con arcos de medio punto. La fachada es de ladrillo con una ventana superior de mármol dividida con parteluz y una galería adosada por delante, a modo de nártex externo, cerrada en el extremo derecho por una alta torre campanario también de ladrillo. Hasta aquí, estilísticamente todo refiere a las primeras iglesias paleocristianas. Es en el interior donde una decoración de mosaicos cubriendo por completo los muros laterales de la nave central, pone de manifiesto la influencia bizantina, que ya formaba parte de la tradición constructiva de Rávena desde el siglo anterior. Lamentablemente se han perdido los mosaicos del ábside, que fuera destruído por un terremoto en el siglo VIII. Hoy presenta una decoración barroca producto de una restauración posterior. También el actual cielorraso casetonado proviene del siglo XVII, seguramente sustituyendo una decoración anterior ya muy deteriorada.

Sant'Apollinare Nuovo, Pared izquieda, registro inferior: Santas Vírgenes, Adoración de los Magos; la Virgen María con el Niño entre ángeles; registro medio entre ventanas: Profetas y Santos; registro superior: escenas de la vida de Jesús: parábolas y milagros.
Fotografía: Internet (via www.ravennamosaici.it)
Sant'Apollinare Nuovo, Pared derecha, registro inferior: Santos Mártires y el palacio de Teodorico; registro medio entre ventanas: Profetas y Santos; registro superior: escenas de la vida de Jesús relacionadas con la Pasión o acontecidas luego de su muerte.
Fotografía: Internet

La basílica adquirió el nombre de Sant'Apollinare recién a mediados del siglo IX, cuando las reliquias del protoobispo de Rávena fueron trasladadas aquí desde el templo homónimo en Classe, que ya no era seguro debido a las frecuentes incursiones piratas; para distinguirse de la basílica portuaria, a ésta se la llamó “Sant'Apollinare Nuovo”.

Sant'Apollinare Nuovo, Escenas de la vida de Cristo
Multiplicación de los panes y los peces.

Fotografía: Internet
Sant'Apollinare Nuovo, Escenas de la vida de Cristo
La llamada de los Santos Pedro y Andrés

Fotografía: Internet (via www.ravennamosaici.it)
Sant'Apollinare Nuovo, Escenas de la vida de Cristo
El óbolo de la viuda

Fotografía: Internet

Luego de la derrota del reino ostrogodo, durante la parcial y temporal reunificación del Imperio Romano propulsada por Justiniano I el Grande, y reconsagrada la iglesia arriana de Cristo Salvador al culto cristiano oficial, su decoración musivaria fue expurgada de todo lo que puediera recordar o aludir al arrianismo ostrogodo por orden del obispo Agnello. Esta decoración estaba distribuida en cuatro niveles o registros; el más bajo ubicado entre los arcos de medio punto de las columnatas que separan la nave central de las laterales, presenta tondos al fresco realizados en el siglo XVII, que se ven bastante deslucidos por el paso del tiempo, en contraste con los brillantes mosaicos realizados doce siglos antes. El siguiente registro hacia arriba fue el que debió ser renovado casi por completo y se conservaron los dos registros superiores con las figuras de Santos y Profetas con túnicas blancas al modo romano, con plieges sombreados, flotando sobre un fondo dorado, ubicados en los recuadros entre ventanas. En la franja más alta de la pared, escenas sobre la vida de Cristo, se intercalan entre recuadros que repiten un motivo alegórico de dos palomas sobre un pabellón. En estas escenas sobre la vida de Jesús, datadas en la época de Teodorico, se aprecia la influencia del estilo tardoromano, e incluso, del arte plebeyo, en las actitudes y gestos de los personajes que aún presentan movimiento, actividad, lejos del hieratismo bizantino, aunque ya el espacio y las figuras mismas tienden a aplanarse. A Cristo se lo representa siempre con el palio imperial púrpura y oro y el nimbo crucificado, pero en las escenas sobre su vida, Cristo aparece joven y lampiño según la iconografía de origen oriental, mientras que en las escenas de la pared derecha sobre la Pasión y después de ella, se dramatiza la representación con un Cristo adulto y con barba, símbolo del sufrimiento humano y de madurez, un modo de representación que refleja la cultura greco-romana. Para los griegos la barba era símbolo de sabiduría y, por otro lado, los romanos en las horas de dolor se dejaban crecer la barba en señal de luto.

Sant'Apollinare Nuovo, Procesión de las Santas Vírgenes, Fragmento
Fotografía: Internet
Sant'Apollinare Nuovo, Procesión de los Santos Mártires, Fragmento
Fotografía: Internet

Son las franjas inmediátamente encima de los arcos las que fueron realizadas después de 561, para reemplazar la antigua decoración arriana. De ésta última sobrevivieron los mosaicos que muestran el puerto de Classe en el lado izquierdo y, enfrente, el que presenta el palacio de Teodorico. En la pared izquierda de la nave se representa la procesión de 22 Santas Vírgenes que, partiendo del mencionado mosaico del puerto concluye en los tres Reyes Magos adorando al Niño Jesús. Éste representado en el regazo de la Virgen María que figura ser su trono, estando la Virgen a su vez, sentada en un trono. Una imagen iconográfica ampliamente utilizada que recibe el nombre de “Theotókos” (Madre de Dios).

Sant'Apollinare Nuovo, El puerto de Classe
Fotografía: José Luis Bernardes Ribeiro CC BY-SA 4.0 (via Wikimedia Commons)
Sant'Apollinare Nuovo, Theotokos y Ángeles
Fotografía: Internet

En la pared derecha, la franja de la procesión de los Santos Mártires comienza con el mosaico del Palacio de Teodorico, que se reconoce por la palabra “Palatium” inscripta en la parte baja del frontis. Originalmente el mosaico debía tener algunas figuras humanas bajo cada arco, muy probablemente retratos de Teodorico y personajes de su corte, que fueron eliminados y reemplazados por los cortinados que hoy vemos. Esto es posible advertirlo por los “restos” de manos que quedaron sobre algunas columnas. Por encima del palacio estan representados edificios, algunos basilicales, otros de planta central, para simbolizar la ciudad de Rávena. La procesión de los mártires concluye con la figura de San Martín, la advocación bajo la que fue puesta la iglesia al asignarla al culto católico, llegando a Cristo en majestad, sentado en un trono, acompañado por cuatro ángeles. Las dos precesiones están compuestas por figuras casi iguales que se suceden rítmicamente, cada una portando la corona del martirio separadas por palmeras, sin atributos que las individualicen, sólo su nombre sobre sus cabezas. Estas figuras hieráticas, frontales, sin volumen, de mirada fija y de preciosa vestimenta, sobre un fondo dorado, ya muestran un indudable estilo bizantino correspondiendo con las circunstancias político-religiosas en que fueron realizados.

Sant'Apollinare Nuovo, El Palacio de Teodorico
Fotografía: Internet
Sant'Apollinare Nuovo, Detalle
Fotografía: Internet
Sant'Apollinare Nuovo, Cristo en majestad y ángeles
Fotografía: Internet



Recorriendo Rávena



Arquitectura Lombarda


Templete de Cividale del Friuli, Vista hacia la puerta
Fotografía: Rollroboter CC BY-SA 4.0 (via Wikimedia Commons)

Los lombardos o longobardos eran un pueblo germánico que invadió la península itálica en el año 568, estableciendo un reino lombardo que duró hasta el 774 cuando fueron derrotados por los francos al mando de Carlomagno. Varios son los restos que aún quedan de su arquitectura en el norte y el centro de Italia que en el año 2011 fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, agrupados bajo la denominación “Lugares de poder de los Longobardos”. Brescia, Cividale del Friuli, Pavía (que fue la capital del reino) y Benevento son algunos de esos lugares. Al tiempo de invadir Italia, la realeza lombarda profesaba el cristianismo arriano, sin perjuicio de continuar con algunas práctica paganas de su pasado germano, mientras el resto del pueblo seguía siendo pagano. Su presencia en la península sometió, tanto al pueblo como a sus líderes, a una fuerte presión cristianizadora romana, pudiendo decirse que desde comienzos del siglo VIII, la mayoría de los lombardos ya profesaban el culto católico. De modo tal que la mayoría de los vestigios arquitectónicos del reino longobardo tienen que ver más con iglesias u oratorios que con construcciones para otras funciones.

Los lombardos, como todos los pueblos del norte que se expandieron a las tierras dominadas por el Imperio Romano, no tenían una tradición constructiva. Cómo pueblo nómade, habían desarrollado una artesanía de gran valor que abarcaba los objetos muebles, que se podían llevar en sus desplazamientos. Al asentarse defitinivamente en nuevos territorios y verse en la necesidad de “construir”, se valieron de los modelos paleocristianos, bizantinos y romanos que encontraban en sus nuevos territorios. Pero pronto comienzan a incorporar características propias que los harán destacar de lo preexistente, elaborando un estilo arquitectónico propio que se expandió más allá de sus fronteras y perduró mucho después de la desaparición de su reino, de la mano de talleres de albañiles y maestros constructores transhumantes que eran solicitados desde todas partes de Europa, por su gran habilidad en la construcción de bóvedas y la particular articulación de los muros de mampuestos —fuesen ladrillos o pequeños sillares de piedra— con resaltes de pilares, arquerias ciegas y cornisamentos, que se conocen como las bandas lombardas.

En Cividale del Friuli, la primera localidad que cayó bajo el dominio lombardo, ha perdurado hasta hoy, un Templete, también llamado Oratorio de Santa María in Valle, considerado el ejemplo más antiguo de arquitectura lombarda, además del mejor conservado. Data de mediados del siglo VIII y en un principio habría sido la capilla palatina de la “gastaldía”, o palacio del gastaldo, señor de la ciudad, y su corte. Posteriormente, este palacio se transformó en monasterio y el tempietto pasó a ser la capilla del monasterio y adquirió su advocación mariana.

Templete de Cividale del Friuli, Presbiterio
La sillería del coro es del siglo XV

Fotografía: Wolfgang Sauber CC BY-SA 3.0 (via Wikimedia Commons)
Templete de Cividale del Friuli
Fresco bóveda central del Presbiterio

Fotografía: Rollroboter CC BY-SA 4.0 (via Wikimedia Commons)
Templete de Cividale del Friuli, detalle Decoración del arco
sobre puerta de acceso

Fotografía: Giulio1996Cordignano CC BY-SA 4.0 (via Wikimedia Commons)

La capilla consta de una alta sala cuadrada, cubierta con una bóveda de crucería, y un presbiterio más bajo dividido en tres sectores por pares de columnas, cubiertos con sendas bóvedas de cañón; ambos sectores tienen el mismo ancho. La pared oeste de la sala con la puerta de acceso, se destaca por una extraordinaria decoración de frescos y estucos, de la que quedan importantes restos. La luneta sobre la puerta presenta un fresco de Cristo entre los arcángeles Gabriel y Miguel (muy deteriorado), encerrado por un arco decorado en estuco con un motivo de vid con racimos entre guardas de perlas con incrustaciones de cuentas de vidrio, coronado por una guarda geométrica. En el nivel superior seis notables figuras de estuco representando santos, magníficamente conservadas, ubicadas de a tres a cada lado de una ventana central. Las influencias bizantinas y romanas en los elementos figurativos se combina con las guardas geométricas de la tradición orfebreril de los pueblos germánicos.

Templete de Cividale del Friuli, Detalle
Fotografía: Internet
Templete de Cividale del Friuli, Luneto sobre puerta
Fotografía: Giulio1996Cordignano CC BY-SA 4.0 (via Wikimedia Commons)

Santa Sofía de Benevento es otra de las obras lombardas que, aunque con muchas reformas, han llegado hasta nuestros días. El Ducado de Benevento fue el dominio más meridional del reino longobardo en la península itálica (junto con el Ducado de Spoleto), con la particularidad de haber mantenido una relativa independencia, dado su gran distancia de Pavía, la capital del reino, y de haberla mantenido casi 3 siglos después de la caida de los lombardos a manos de Carlomagno, hasta su definitiva incorporación a los Estados Pontificios a comienzos del siglo XI.

Santa Sofía de Benevento, Vista aérea
Fotografía: Guida Turistica del Sannio CC BY-NC-ND
Santa Sofía de Benevento, Interior
Fotografía: Guida Turistica del Sannio CC BY-NC-ND

La iglesia fue levantada por el Duque Arechis II de Benevento hacia el año 760, con la pretensión de imitar la capilla palatina del rey Liutprando, en Pavía. Caido el reino, fue la iglesia de los lombardos que se habían refugiado en Benevento. Es una iglesia de planta central, construida en ladrillo, con una particular forma de estrella hexagonal en sus laterales, con cabecera y fondo redondeados y tres ábsides ciegos en el área del altar. Seis columnas de mármol —posiblemente procedan de algún antiguo edificio romano— unidas por arcos soportan la cúpula central con su tambor hexagonal; rodean este espacio diez pilastras excentas ubicadas en círculo entre las columnas mencionadas y las paredes, generando una especie de doble ambulatorio cubierto con bóvedas yuxtapuestas. Sobre las columnas centrales, capiteles corintios reciben los arcos de ladrillo sin la intermediación de un ábaco clásico o un cimacio troncopiramidal invertido como en la arquitectura bizantina.

Santa Sofía de Benevento, Planta
El pórtico del s.XII se derrumbó en el terremoto de 1688

Ilustración: Internet (via marcelodelcampo.blogspot.com)
Santa Sofía de Benevento
Detalle del fresco: Anunciación de Zacarías

Fotografía: Internet - Dominio Público (via Wikimedia Commons)

La iglesia ha sufrido varias modificaciones a lo largo del tiempo, y también derrumbes provocados por terremotos. En el siglo XII se le agregó un pórtico cuadrado; un campanile se agregó con posterioridad a la construcción del siglo VIII. Ambos junto con la cúpula central se derrumbaron en el gran terremoto que asoló Benevento en 1688. En el siglo XVIII la iglesia fue restaurada con criterios barrocos y se construyó un nuevo campanile en una nueva ubicación a metros del templo. En 1957 se restauró de nuevo, eliminando parcialmente los cambios realizados en el XVIII, excepto en la fachada. que presenta un portal flanqueado por columnas románicas y en la luneta un bajorelieve del siglo XIII. En la actualidad, puede decirse que el conjunto guarda un razonable parecido a lo que fuera originalmente. De la decoración interior solo quedan unos fragmentos de frescos en los ábsides laterales, con escenas de la Anunciación de Zacarías, la Anunciación de la Virgen y la Visitación.



Arquitectura Ramirense o Asturiana


El reino de Asturias surge hacia el 722 luego de que los astures derrotaran a los musulmanes, manteniendo la región noroeste de la península ibérica fuera del dominio arabe. El rey Ramiro I asciende al trono astur en 842 y fallece en 850. En su breve pero intenso reinado dejó dos originales joyas arquitectónicas que constituyen lo más notable del prerrománico asturiano, al punto de conocerselo también como Arte Ramirense: el edificio palatino de Santa María del Naranco y la iglesia de San Miguel de Lillo. «Las crónicas de la época destacan fundamentalmente el elemento más innovador y desconocido introducido en estas edificaciones, el recurso a la bóveda y (...) los llamados arcos fajones que permiten sostener las alargadas bóvedas de cañón.»[7]

Santa María del Naranco, ca. 842, Fachada Norte
Fotografía: Asturias para disfrutar, CC BY-NC-ND 4.0, (via www.asturiasparadistrutar.es)

Originalmente, Santa María del Naranco era el Aula regia del conjunto palacial de Ramiro I, ubicado a las afueras de su capital, Oviedo. El palacio constaba de otros varios edificios, hoy desaparecidos, y, según se ha escrito repetidamente, la iglesia palatina era la actual San Miguel de Lillo, distante poco más de 200 m. Actualmente se discute esa relación con el palacio, basandose en que, habiendo un curso de agua entre medio, no hay rastros de que hubiera una vía de comunicación que estableciera una conexión directa entre esta iglesia y el conjunto del rey Ramiro. El palacio estaba construido en la ladera sur del Monte Naranco, cercano a un bosque en el que abundaba la caza. Esto sumado a que el Aula regia carece de un ábside para el trono real, hace suponer a algunos autores que el conjunto sería una residencia de verano o de esparcimiento para el rey y su corte. Otros estudiosos afirman que por las características tipológicas del diseño se puede asimilar al tipo laubia, que se utilizaba como sede del tribunal en el que el rey impartia justicia. Si ese fuera el caso, el edificio sería una proyección del poder real, la imagen palatina del poder monárquico de Ramiro I.

Santa María del Naranco pasó a ser utilizado como iglesia hacia el siglo XI, instalando un altar en el balcón Este y consagrandola a María, lo que le dió el nombre por el que hoy se la conoce, cuando la ruina se apoderó de la vecina iglesia de San Miguel de Lillo, derrumbándose una parte considerable de su planta original. Este palacio es un edificio rectangular de veinte metros de largo por unos seis de ancho y once de altura, construido con sillares pequeños (sillarejo) perfectamente escuadrados. Consta de dos plantas cubiertas por bóvedas de cañón realizadas en piedra sobre y sobre éstas tiene un tejado a dos aguas. A primera vista, sorprende la calidad de ejecución y las cuidadas proporciones del diseño. El nivel inferior, de menor altura, habría estado destinado a servicios mientras la planta superior, de mayor altura era el nivel noble destinado al rey, sus familiares y corte o quizás sala de recepción. Llama la atención que no exista comunicación interna entre los dos niveles del edificio. Exteriormente el edificio produce una acusada sensación de verticalidad; su diseño de fachadas presenta una división con tres niveles de aberturas, uno correspondiente a cada planta y el tercero representado por unas ventanas altas en las fachadas Este y Oeste. La fachada Norte presenta en su centro los accesos a cada planta a través de sendas puertas con arco de medio punto; un pórtico saliente al que llegan dos ramas de escaleras es el acceso principal al “piano nobile”, mientras bajo el mismo se forma un pequeño hall de acceso al nivel inferior. A cada lado de este pórtico, cuatro contrafuertes con decoración estriada, en coincidencia con los arcos fajones interiores, soportan los empujes de la cubierta abovedada.

Santa María del Naranco, Planta y Corte transversal
Ilustración: Internet
Santa María del Naranco, Corte longitudinal
Ilustración extraida de L.A. Páramo, op.cit.; editada por el autor.

La fachada Sur tiene un diseño similar con la diferencia que la puerta central daba acceso a un mirador del que sólo quedan restos murarios de poca altura. Se podría suponer que estaba protegido por un pórtico del mismo tipo que el de la entrada norte, pero sin las escaleras. El interior de la sala regia está modulado por los arcos fajones que descargan sobre ménsulas; en coincidencia con ellos, las paredes interiores presentan dobles columnas sogueadas con capiteles tronco-piramidales invertidos, de inspiración bizantina; entre estas columnas, arcadas ciegas de medio punto articulan el muro. En el lienzo de pared entre dos arcadas y en el eje del capitel, hay una decoración en relieve compuesta por un medallón y una banda con relieves de temática variada: animales, siluetas de mojes, guerreros a caballo; en el exterior, las ventanas triforas están flanqueadas por relieves decorativos similares. Se han encontrado muchas posibles influencias y/o antecedentes en esta iconografía decorativa, pero siempre integradas en el marco de una clara influencia bizantina.

Santa María del Naranco, Vista interior del Aula regia
Fotografía: Internet (via spain.info)

Santa María del Naranco, Interior nivel inferior
Fotografía: Plipao CC BY 2.0, (via Wikimedia Commons)

La amplia sala longitudinal superior termina en ambos extremos con un gran balcón que se abre al paisaje por medio de tres aberturas con arcos de medio punto peraltados, ligeramente más alto el central, apoyados en columnas sogueadas con capiteles tipo corintio. A estos balcones se accede desde el interior por medio de tres aberturas coincidentes con las que cierran los mismos. En ambos laterales del balcón se abren dos aberturas similares con columnas y capiteles iguales a las del frente, separadas por el primer contrafuerte lateral, al que están adosadas las columnas y capiteles. En las columnas aún puede distinguirse los huecos donde se empotraban las barandillas de piedra correspondientes. La única diferencia entre las fachadas Este y Oeste se da en el nivel inferior; del lado Este hay tres ventanas con arcos de medio punto cuyos ejes están alineados con las aberturas del balcón superior. Lo mismo ocurre en los laterales, salvo que al pie de la escalera Este del lado Norte la abertura es una puerta de acceso a un local de las mismas dimensiones que el balcón superior, que tiene una cubierta de madera y cuya función se desconoce, aunque es motivo de controvertidas suposiciones de parte de diferentes autores. Este local también está comunicado con el interior del nimel inferior, mediante una puerta.

La fachada Oeste, a diferencia de la opuesta, sólo presenta una puerta de acceso a otro local, también de iguales dimensiones al balcón superior, pero que no tiene comunicación alguna con el salón interior de este nivel. Como en el caso anterior su función sólo es motivo de especualciones. En definitiva, una obra magnífica que encierra muchas incógnitas y la principal de ellas es quién habrá sido el arquitecto que, con su taller, tuvo la capacidad y maestría para proyectar, planificar y desarrollar un diseño tan homogeneo, de perfecta simetría y total integración entre estructura y decoración escultórica, en esa época y en un apartado rincón de la península ibérica, hasta convertirla en la obra más importante del prerrománico español.

Santa María del Naranco, Detalle decoración interior
Fotografía: Internet
Santa María del Naranco, Fachada Este
Fotografía: Internet - Dominio Público (via Wikimedia Commons)

Varias han sido las acciones de restauración acometidas durante el siglo XX y comienzos del XXI. Entre los años 1929 y 1934 el arquitecto Luis Menéndez Pidal intervino para recuperar el estado original del palacio demoliendo una sacristía y la casa parroquial adosadas a la fachada oriental, así como también demuele una escalera central que había sido añadida a la fachada norte. También se eliminaron todos los agregados, tanto del interior como del exterior, que habían desvirtuado el edificio y contaminado su estilo altomedieval. En 1985 se encaró una limpieza total de los paramentos que se repitió en 2006 junto con la renovación de maderas, exploración arqueológica de las cubiertas y consolidación de un drenaje perimetral. De tal modo, hoy se puede recorrer y tener una visión lo más fiel posible de lo que fue el palacio original.

San Miguel de Lillo, Fachada Oeste
Fotografía: Alonso de Mendoza CC BY-SA 4.0 (via Wikimedia Commons)

La iglesia de San Miguel de Lillo habría sido consagada por Ramiro I y su esposa Paterna en 848, según reza en la inscripción grabada en el altar que actualmente está ubicado en Santa María del Naranco. En la Crónica ad Sebastianum, de 885, se lee «...el dicho rey fundó una iglesia en memoria de Santa María, en la falda del monte Naranco, distante de Oviedo dos millas, de admirable belleza y hermosura perfecta, y, para no referirme a otras de sus hermosuras, tiene una bóveda apoyada en varios arcos, y está construida solamente con cal y piedra; si alguien quisiera ver un edificio similar a ese, no lo hallará en España.»

La iglesia sufrió el derrumbe de las dos terceras partes de su planta original en el siglo XI, derrumbe causado seguramente por la fragilidad del suelo sobre el que asentaban sus cimientos. Debido a esta circunstancia, de la iglesia sólo se conserva el antecuerpo occidental, donde se abre el vano de ingreso a un vestíbulo sobre el cual se halla la tribuna regia, y el primer tramo de la arquería de la nave central, de 11 metros de altura, de lo que fuera un templo de planta basilical con tres naves con bóveda de cañon.

Con el objeto de recuperar algo de la funcionalidad de la iglesia, se levantó una rudimentaria cabecera abovedada en cañón que hasta hoy conserva, quedando como capilla única luego de cerrar también los arcos que se abrian a las naves laterales derrumbadas. El descubrimiento, ya a comienzos del s.XX, de restos de la primitiva cimentación, permite reconstruir con suficiente aproximación, la disposición original de la iglesia. El edificio se derrumbó desde le primer tramo de arquería de la nave central hasta su cabecera, y poco después, se construyó una cabecera sustituta, que perdura hasta hoy, de una altura notablemente menor, quedando lo que fuera una hermosa iglesia, reducida a una estrecha capilla, que desde el exterior resulta arquitectónicamente incomprensible por la desproporción entre su monumental frente y su reducida cabecera.


San Miguel de Lillo, Axonométrica de la posible volumetría original
Ilustración extraida de L.A. Páramo, op.cit.; editada por el autor.
San Miguel de Lillo, Fachada sur
Fotografía: Internet


San Miguel de Lillo, Base de columna
Fotografía: Internet

Varios elementos de esta iglesia revisten un interés artístico particular; en primer lugar, el uso de columnas como soporte de las arquerías que dividen las naves en lugar del uso tradicional del pilar asturiano, como en todas las otras iglesias prerrománicas del reino astur. Los capiteles tronco-cónicos del tipo bizantino están decorados con motivos geométricos. Otro elemento destacable son las bases de las columnas, mucho más grandes de lo habitual, formadas por planchas de piedra cuadradas de más de 80 cm por lado, en cuyas caras verticales tienen tallados motivos de figuras humanas bajo pequeños arcos, representando a los evangelistas. Quedan restos muy deteriorados de la pintura mural que decoraba la iglesia; en los muros se alcanza a distinguir escenas bíblicas donde por primera vez en el arte asturiano aparecen figuras humanas. En el intrados de las bóvedas conservadas, la decoración pictórica es geométrica, tal como se puede encontrar en otras iglesias astures de la época. Durante estas primeras décadas del siglo XXI, las autoridades asturianas han desarrollado múltiples trabajos de restauración, consolidación del edificio y una completa limpieza de todas las superficies que permitió recuperar el cromatismo original de las pinturas. De las muchas celosías que tenía la iglesia en sus ventanas, solamente se conservan tres, de las que presenta particular interés la del único tramo que queda de la nave lateral sur, por estar tallada en una única pieza de piedra de 1.80 m de alto por 0.90 de ancho. Está compuesta por un tímpano de delicada tracería de círculos entrelazados y debajo un abertura trifora de tres arcos apoyados sobre estilizadas columnas de fuste sogueado (como las interiores de Santa María del Naranco), motivo éste que se repite en muchos sectores de la decoración interior, como las cornisas de imposta de las bóvedas o los relieves de las bases de columna.

San Miguel de Lillo, Vista interior desde la cabecera hacia la entrada y la tribuna real
Fotografía: Internet
San Miguel de Lillo, Pintura del intrados de bóveda lateral
Fotografía: Internet (via https://ipce.culturaydeporte.gob.es)
San Miguel de Lillo, Ventana con celosía de piedra
Fotografía: Internet


Arquitectura Carolingia


Capilla Palatina de Aquisgran, 790 - 805
Vista Interior

Fotografía: Internet (via tropter.com)

Carlos I el Grande, rey de los francos, generalmente llamado Carlomagno por los historiadores, además de su innegable importancia en la historia de la formación de la Europa medieval, fue un eficiente promotor de la educación y las artes en su reino, que llegó a abarcar la mayor parte del territorio europeo occidental. Muchos historiadores llaman al período que abarcó su reinado, el Renacimiento Carolingio debido al florecimiento que tuvo bajo su reinado, la enseñanza, la literatura, el arte y la arquitectura, como resultado de haber convocado a su corte a los mejores intelectuales y eruditos de su época. Habiendo tomado contacto a través de sus conquistas, con la cultura de los distintos pueblos que habitaban sus dominios, llevó a trabajar junto a él, entre otros, a Alcuino de York, anglosajón, Teodulfo de Septimania, visigodo, Pablo el diácono, lombardo, los italianos Pedro de Pisa y Paulino de Aquilea, y los francos Angilberto y Eguinardo, quien se convertiría en su biógrafo. El propio Carlomagno se instruyó con los maestros de su corte, aunque se sabe que, a pesar de sus esfuerzos, nunca llegó a dominar la lectoescritura.

Capilla Palatina de Aquisgran, 790 - 805, Planta
Ilustración: Wikimedia Commons - Dominio Público
Palacio de Carlomagno, Aquisgran
Ilustración: Internet

Poco antes del año 800, Carlomagno manda construir en la ciudad de Aquisgran (actual Aachen, Alemania) la capilla de su palacio imperial —precisamente en la Navidad de ese año, el Papa León III lo corona en Roma como Imperator Romanum gobernans Imperium[8]—. Había elegido Aquisgran como principal residencia imperial por su ubicación central dentro de sus extensos dominios, la proximidad a las tierras patrimoniales familiares y por las aguas termales, muy conocidas desde la antigüedad. Con la construcción de su palacio y la capilla, comenzaba a tomar visos de realidad el deseo que guió toda la vida de Carlomagno: restituir bajo su gobierno, el pasado esplendor del Imperio Romano.

La construcción de la iglesia palacial concluyó en 805 y, ese mismo año, fue consagrada a la Virgen María por el Papa León III. La Capilla Palatina alberga como reliquia, un trozo de la capa de San Martín, que los reyes francos, con su corte itinerante, llevaban siempre consigo en sus desplazamientos, guardada en un relicario al que llamaban “Capilla”. Esta denominación pasó a designar el alojamiento del relicario, fuera una iglesia, casa o instalación de campaña, para, con el tiempo, convertirse en un concepto genérico de arquitectura religiosa.

La iglesia es una construcción de planta centralizada con un eje principal E-O marcado por un pequeño nartex de acceso y el ábside rectangular en el extremo opuesto. Tiene un nucleo central octogonal de cuádruple altura cubierto con una cúpula gallonada semiesférica interior bajo una cúpula peraltada con cubierta de plomo exterior, y rodeado de un deambulatorio o girola de dos plantas que conforma un perímetro exterior de 16 lados. La planta alta de este deambulatorio tiene doble altura cobierto por bóvedas de crucería y abierto hacia la planta baja por arquerías. Su función debe haber sido la de tribuna regia para albergar al rey y su corte durante los oficios religiosos que se desenvolvían en el piso bajo con el rey en su trono ubicado frente al ábside. Por sobre la cubierta de la tribuna, se eleva el tambor de la cúpula con una ventana en cada lado del octógono. Como cuerpo occidental, el nartex o sala de acceso presenta una alta torre flanqueada por dos escaleras circulares que dan acceso a la tribuna y por encima de esta, en la torre, un local que albergaría el tesoro y las reliquias de la iglesia.

Capilla Palatina de Aquisgran, 790 - 805
Arriba: corte longitudinal y transversal; abajo: Fachada lateral y frontal

Ilustración: W.Müller y G.Vogel, “Atlas de arquitectura II
Catedral de Aquisgran, 790 - 805
En el centro, la Capilla Palatina; derecha, el cuerpo occidental; izquierda, el coro gótico del s.XV

Fotografía: ©CEphoto, Uwe Aranas

La construcción utilizó materiales provenientes de varias regiones del imperio; las diferentes rocas utilizadas para los muros, pilares y arcos, fueron traidas de las Ardenas (Francia), Eifel (Alemania), las Siete Montañas (Alemania) y de las murallas de Verdun (Francia). Las columnas de mármol y los mosaicos de la cúpula y el ábside proceden de Italia, en tanto que las cancelas y las puertas de bronce fueron realizadas en un taller de fundición del Mosa (actual distrito francés). El más antiguo arquitecto del norte de Europa del que se tiene noticias es Eudes de Metz (también referido como Odón u Otón) y fue el responsable del proyecto de la capilla, inspirado en los edificios romano-bizantinos de planta central, especialmente San Vital de Rávena, asistido por obreros y artesanos traidos de todos los rincones del imperio. La indudable solvencia técnica y profesional de este conjunto ha permitido que haya llegado hasta nuestros días con completa solidez estructural y, luego de una cuidadosa restauración a principios del s.XXI, haya recobrado el esplendor de una decoración interior, en su época, única en todo el norte europeo.[9]

Capilla Palatina de Aquisgran, Cúpula
Fotografía: Internet
Capilla Palatina de Aquisgran, Bóveda de arista del deambulatorio
Fotografía: Internet (via tropter.com)

Fallecido Carlomagno en 814, su sarcófago fue ubicado en esta capilla de palacio. Dividido el imperio entre sus hijos y abandonada Aquisgran como residencia real, la Capilla fue el único edificio en sobrevivir. A partir del siglo X y hasta el XVI, la Capilla fue utilizada para la coronación de los emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico por su asociación con Carlomagno y su imperio, de quien la dinastía de los “Otones” pretendían ser sus continuadores. A lo largo de los siglos, el edificio sufrió diversas ampliaciones, más bien agregados, hasta llegar a constituir la catedral de la actual Aachen, manteniendose la capilla intacta en su configuración arquitectónica, rodeada de las distintas “adendas” que a fines de la Edad Media fueron remodeladas o construidas (como el coro agregado en sustitución del ábside cuadrangular) en estilo gótico.

Pórtico de la Abadía Imperial de Lorsch, siglo IX
Fotografía: Internet
Pórtico de la Abadía Imperial de Lorsch, Salón en planta alta
Fotografía: Internet

Otro bello ejemplo de la arquitectura carolingia es el portal de la Abadía Imperial de Lorsch, único resto en pie de una abadía y monasterio que llegó a ser un importante centro cultural, de enormes riquezas y extensos dominios que, a su vez, le daban una gran influencia política, entre los siglos VIII y XIII. Perdida ya su influencia cultural y política, cayó el área en poder de príncipes luteranos y calvinistas en el siglo XVI que echaron a los monjes que aún quedaban en la abadía. Finalmente, en el siglo XVIII, durante la Guerra de los Treinta Años, las tropas francesas incendiaron y redujeron a ruinas los edificios de la abadía. Sólo se salvó el pórtico, que había sido mandado a construir por el emperador Luis III el Ciego, en el siglo IX.


Notas


[1] Los romanos llamaban bárbaros a todos los pueblos que vivían fuera de sus fronteras. Habían tomado la denominación de los griegos que la aplicaban a los extranjeros, es decir, a los que no hablaban griego. Con el tiempo el término adquirió un significado peyorativo para designar a quienes tienen una cultura y/o modo de vida diferente del propio, autoconsiderandose éste último como superior. Concepción que ha sido criticada por muchos pensadores modernos.

[2] El arrianismo fue una interpretación de la doctrina bíblica, que fue atribuida al presbítero Arrio de Alejandría aunque el tema en discusión ya estaba planteado desde mucho antes. Esta doctrina fue popular en ciertas regiónes de Europa, particularmente en la oriental y en algunos pueblos como los ostrogodos, y que básicamente rechazaba el dogma de la Santísima Trinidad, negando la igualdad jerárquica entre el Padre y el Hijo, al ser este último, creado del Padre. Fue declarada herética en el Concilio de Nicea del año 325, declaración ratificada en el Concilio de Constantinopla de 381. A pesar de lo cual perduró en muchos pueblos del tronco germano hasta el siglo VII.

[3] Esto era frecuente entre los pueblos llamados bárbaros, en los que, siendo pueblos guerreros, su estructura social era de clanes organizados en torno a la autoridad de un jefe, al que se debía respeto y obediencia. Los predicadores cristianos procuraban convertir a los reyes y gobernantes, pues al lograrlo, el resto seguiría la decisión de su monarca.

[4] La cruz patada es un tipo de cruz de brazos iguales (como la cruz griega) que se estrechan hacia el centro y se ensanchan hacia los extremos. Recibe ese nombre debido a que sus brazos parecen patas. También es llamada cruz templaria por haber sido adoptada como su distintivo por los Caballero de la Orden del Temple, en el siglo XII.

[5] Durante 1000 años, la Hispania romana y los reinos que la sucedieron se rigieron por un calendario propio, diferente del calendario Juliano que regía en el resto de Europa hasta que fuera sustituido por el calendario establecido por el Papa Gregorio XIII a partir de 1582. En el calendario denominado Era Hispánica, el año 1 coincide con el 38 a.C. del calendario Gregoriano, por lo que el 699 de la inscripción citada, es el 661 de nuestra era.

[6] Casiodoro (485 - 580), cuyo nombre latino era Magnus Aurelius Cassiodorus Senator, fue un político y escritor, de familia aristrocrática, que desempeñó diversos cargos en la corte de Teodorico el Grande y sus sucesores, en Rávena, hasta que se retira de la vida pública recluyéndose en el monasterio de Vivarium, que él mismo había fundado. Su vasta obra literaria abarca múltiples temáticas como gramática, historia, filosofía, religión, comentarios sobre los salmos y otros textos bíblicos, etc.

[7] Lorenzo Arias Páramo, Guía del arte prerrománico asturiano, Ediciones Trea, Gijón, 1994, pág. 74.

[8] “Emperador que gobierna el Imperio Romano”.

[9] No solamente fue el edificio más importante del Renacimiento carolingio y el más espectacular al norte de los Alpes, sino que durante 200 años fue la construcción más alta de esa región de Europa.