Palacio de Versalles París, Francia «No solamente la Iglesia católica descubrió el poder del arte para impresionar y abrumar. Los reyes y príncipes de la Europa del siglo XVII desearon igualmente ostentar su poderío e incrementar de este modo su influjo sobre el espíritu de las gentes. También ellos desearon aparecer como seres de otra condición, destinados a gobernar por derecho divino sobre el común de los mortales.» Asi comienza E.H. Gombrich el capítulo 22 de su Historia del Arte, que lleva el sugestivo título de "El Poder y la Gloria". Este párrafo resume con absoluta claridad la justificación última de la fiebre constructiva que se desarrolló en Europa entre mediados de siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII. Grandes obras de transformación urbana se llevaron a cabo, principalmente en Roma, la sede Papal, y París, sede del monarca más poderoso de fines del siglo XVII, el rey Luis XIV de Francia. En su proyecto político, la ostentación y la magnificencia de la realeza estaban deliberadamente integradas. Palacio de Versalles Fachada al court central El conjunto de Versalles se inició en 1661 con la ampliación del Palacio Real a cargo del arquitecto Louis Le Vau. Los jardines fueron proyectados por André Le Nôtre, quien supervisó la obra durante más de treinta años. A estos creadores se agregaría posteriormente el arquitecto Jules Hardouin-Mansart quien agrega las largas alas laterales del palacio que dividen el vasto conjunto en dos mitades con el palacio en el centro, los jardines de un lado y la ciudad del otro. El palacio quedó conformado por una profunda herradura que encierra el patio de honor, a sus lados la citadas alas terminan de constituir un frente de más de cuatrocientos metros de fachada, con no menos de 123 ventanas en cada piso que miran a un parque de varios kilómetros de largo y de ancho, poblado de esculturas, estanques, un canal en cruz cuyos brazos miden poco más de un kilómetro cada uno, fuentes y una naturaleza sometida al rigor geométrico del diseño. Desde el court central del palacio, parten hacia la ciudad tres avenidas, siendo la central la avenida de París, que conecta con el palacio del Louvre en el otro extremo. El trazado de los jardines se basa en un sistema de recorridos radiales y "rond-points", de modo que ambas partes se caracterizan por perspectivas infinitas que tienen como centro el palacio. Todo el paisaje circundante se convierte en parte de este sistema aparentemente ilimitado. Para acentuar aun más la extensión, la topografía natural ha sido transformada en una serie de terrazas planas con grandes espejos de agua.
Versalles, con su riqueza decorativa interior, en contraste con las fachadas exteriores de un barroquismo más sobrio y contenido, y su desmesurada extensión, es la máxima expresión de las intenciones básicas de la época barroca vinculadas con la exaltación del poder y el esplendor de la monarquía absoluta y su principal exponente, el "Rey Sol", Luis XIV. El sistema de poder creado por este monarca incluía como un factor de gran importancia social y política, un riguroso ceremonial que regía la vida de toda la corte, concentrada en este palacio, hasta en sus más mínimos detalles. El complejo palaciego de Versalles es el fastuoso escenario que los artistas del rey, en ocasión de las fiestas, se encargan de variar decorandolo de distintas maneras. Palacio de Versalles Interior Palacio de Versalles Galería de los Espejos Resulta ilustrativa, como ejemplo del detallismo a que llegaron las estipulaciones de este ceremonial, una ordenanza del año 1672 que prescribe: «El Rey quiere que las fuentes corran siempre en el siguiente orden, a la llegada de Su Majestad a Versalles, y cuando Ella no lo desee, lo hará saber. Cuando Su Majestad llegue por el camino del estanque, el maestro de las fuentes cuidará que haya agua: Muchos monarcas de la Europa del siglo XVIII quisieron imitar a Versalles. En Austria, en Baviera, en diversos principados del sur de Alemania, se construyeron grandes palacios, con interiores ricamente ornamentados, rodeados de extensos parques y jardines. Viena, Mannheim, Stuttgart o Würzburg son algunas de las capitales en las que las formas del Barroco y del Rococó fueron la imagen de un sistema político y de una época. |