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La Cueva de Altamira


Planta cueva de Altamira
Planta de la Cueva de Altamira
Fotografia: Nachosan / CC BY-SA
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a Cueva de Altamira está ubicada en la cadena montañosa de Cantabria, al Norte de España, a dos kilómetros de la ciudad de Santillana del Mar. A través de la datación de las distintas pinturas y gravados hallados en distintos sectores de la cueva, se ha podido establecer que estuvo ocupada por casi 22.000 años, durante el Paleolítico Superior, desde hace 35.600 años hasta unos 13.000 años, cuando su entrada quedó obturada por un derrumbe.

Ubicación
Ubicación de la Cueva
Imagen: Google Maps

La cueva fue descubierta en 1868, durante una partida de caza, por un aparcero asturiano, Manuel Cubillas, cuando trataba de rescatar a su perro que había quedado atascado en una grieta al perseguir una presa. (Curiosa coincidencia con la Cueva de Lascaux, donde también tuvo destacada intervención en el descubrimiento, el perro del adolescente que la halló.)

Siendo el primer descubrimiento importante de Arte Rupestre, —Lascaux fue descubierta en 1940—, hubo una larga y azarosa lucha con el ambiente científico de la época, que se negaba a aceptar su autenticidad, dado el limitado conocimiento que sobre la materia había en ese entonces y no existiendo los procedimientos de datación desarrollados durante el siglo XX. Recién en 1902, luego de varios descubrimientos de cuevas francesas con pinturas, grabado y arte mueble de carácterísticas similares a lo encontrado en Altamira, un artículo firmado por Émile Cartailhac, un arqueólogo francés que hasta ese momento había negado su autenticidad, reconoce su error titulando el escrito "La gruta de Altamira: Mea Culpa de un escéptico". A partir de entonces ya nadie puso en duda la autenticidad de las pinturas de Altamira, que por su calidad y realismo se las llamó La Capilla Sixtina del Arte Rupestre. Para no ser menos, los franceses también llaman así a Lascaux, destacando además que sus pinturas serían aproximadamente 1.000 años anteriores a la Gran Sala de los Policromos.

Techo de Policromos
Techo de la Gran Sala de Policromos
Fotografía: Internet

Esta sala mide 18 m de largo por 9 m de ancho; originalmente su altura variaba entre 1,90 y 1,10 m, pero el nivel del suelo fue descendido para la mejor contemplación de las pinturas. No es el único lugar de la cueva donde se hallan pinturas y gravados, pero es indudablemente donde está uno de los más espectaculares y bellos conjuntos de pintura paleolítica conocidos hasta ahora. El techo de esta Sala contiene un gran conjunto de bisontes, aproximadamente una veintena, de gran tamaño y en distintas posiciones, grabados o bicromos, pero el grupo principal destaca del resto por estar trabajados en ocre, rojo y negro, de allí la denominación de policromos. Junto a ellos, y con las mismas técnicas de realización, hay una gran cierva, dos caballos y varios signos, entre ellos signos claviformes en rojo de gran tamaño con protuberancia central. También se encuentran algunas manos en negativo moradas, varios caballos y bisontes en negro y un gran conjunto de grabados con ciervos, signos y dibujos antropomorfos.

Bisonte dormido
Techo de Policromos: Bisonte dormido
Fotografía: Internet


Signo escaleriforme
Signo escaleriforme, Altamira
Fotografía: Internet

Es notable en estas figuras el poder de observación del artista y su habilidad para aprovechar las protuberancias de la superficie rocosa para resaltar las formas del animal y hacer más realista su representación acentuando su volumetría. Por otra parte el uso de dos colores es algo poco frecuente en la pintura parietal y, en este caso, utilizado con maestría logrando claroscuros que refuerzan el relieve de la figura.

Las representaciones en toda la cueva comprenden, además de bisontes, caballos, ciervos, toros, jabalíes. No podían faltar manos y signos abstractos que están presentes en todas los conjuntos de arte rupestre encontrados, sea en cuevas o sobre paredes rocosas exteriores, y cuyo sentido permanece oculto para los investigadores. Este gran signo escaleriforme, por su ubicación en una estrecha galería, bajo una cornisa, es escasamente visible a pesar de su tamaño que alcanza a casi 2,5 m.