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El Expolio de Obras de Arte


Detalle
Escultura izquierda del Frontis Oeste del Partenón
Mármol, Museo Británico, Londres

Fotografía del autor
S

e habla de expolio refiriendo a la incautación de patrimonio arqueológico, histórico y/o artístico de forma ilegal, sin permiso ni conocimiento de las autoridades estatales de los lugares saqueados ni respeto por las leyes de protección de bienes culturales, realizado con fines de lucro por arqueólogos aficionados e inexpertos, coleccionistas, anticuarios inescrupulosos o turistas. Este pillaje se ha realizado desde la más remota antigüedad; ya las mastabas y pirámides del Imperio Antiguo de Egipto eran saqueadas poco después de haber sido selladas, para robar los objetos preciosos con que eran sepultados los funcionarios y la realeza. Mucho más tarde surge el afán de coleccinar obras de arte entre las élites helenísticas y, ya en época de dominación romana, éstos desarrollaron una gran pasión por el arte griego, comenzando un importante comercio de esculturas griegas que terminaban decorando las villas de los ricos conquistadores.

Durante la Edad Media decayó el interés por las obras de arte greco-romanas, aunque el tráfico de objetos culturales no cesó por completo: en el siglo XII se creó un gabinete de antigüedades en Roma y en el siglo XIV en Venecia había un comercio de antigüedades de gran volumen, en parte de origen oriental. Pero fue el humanismo renacentista el que reinició el interés por las antigüedades, que a su vez incrementó el coleccionismo que, necesariamente, debía alimentarse de un creciente tráfico de obras de arte. Durante el siglo XVI comienzan a publicarse libros y opúsculos con comentarios y análisis del arte greco-romano de la antigüedad. Estas obras eruditas incentivan el interés de príncipes y mecenas y se desata una intensa búsqueda de esculturas, relieves y partes arquitectónicas. rivalizando entre sí las más encumbradas familias de la nobleza italiana. La incrementada demanda producirá un gran alza en los precios de estos bienes. Lorenzo de Médici dedica en Florencia un pabellón de su casa para exponer su gran colección, y muchas casas nobles de Europa seguirán su ejemplo, lo que finalmente, en el s.XVIII, dará origen a los grandes museos europeos.

Sala
Sala del Museo Británico
Fotografía del autor

En el siglo XVII comienza la era de los viajes, siendo Grecia e Italia los destinos preferidos para conocer y, de paso, comprar antigüedades. El coleccionismo se había establecido como un símbolo de prestigio social. Los viajes se intrementan en el s.XVIII, cuando se establece la moda de lo que se llamó el "grand tour", entre los jóvenes aristócratas europeos, principalmente ingleses, como parte de su formación, con la finalidad de aprender idiomas y comenzar colecciones. También en el siglo XVIII se realizan importantes excavaciones arqueológicas como las de Herculano y Pompeya, en Italia. Desde mediados de este siglo y principios del XIX, se crean los más importantes museos de Europa. El Museo Británico en 1753, el Museo del Louvre en 1793, en 1819 el Museo del Prado, la Gliptoteka de Munich en 1830. Pero son el Museo Británico y el Louvre los más criticados por la manera de incrementar sus colecciones. Paises como Egipto, Nigeria o, principalmente, Grecia, se consideran expoliados por Inglaterra y permantemente reclaman la devolución de su patrimonio cultural y artístico que permanece en el Museo Británico. En tanto, el Louvre sumará a su patrimonio el resultado del pillaje sistemático realizado por Napoleón Bonaparte durante sus campañas en Italia y Egipto. En estas campañas, Napoleón llevaba junto a sus ejércitos diversos especialistas para que seleccionaran las obras de arte y objetos arqueológicos a llevar para Francia.

Lord Elgin
Retrato de Thomas Bruce 7º Conde de Elgin
Fotografía: Anton Graff [Public domain], via Wikimedia Commons

Los estados europeos comienzaron a demandar gran cantidad de antigüedades para sus museos e incluyen en sus misiones diplomáticas embajadores diletantes que negocian con los gobiernos los permisos para la extracción de piezas del patrimonio histórico y artístico de los paises en los que estaban destacados o, en otros casos, negociarán con saqueadores profesionales a espaldas de las autoridades. Y Atenas en particular y Grecia en general, era el botín más buscado. Un embajador francés, el conde de Choisel-Gouffier, poco antes de la Revolución Francesa, escribía a su representante Fauvel: «llevaos todo lo que podais... no dejéis pasar ocasión alguna de pillar en Atenas y su territorio todo lo que podais.» Y es que los funcionarios turcos asignados en Atenas durante la ocupación otomana eran facilmente corruptibles. Los templos de Grecia estaban siendo saqueados por mercaderes de arte inescrupulosos y absolutamente inexpertos y descuidados en la extracción de piezas; las esculturas eran fragmentadas para hacerlas más vendibles y era tanto o más lo que destruían que lo que extraían para vender.

Ante ese estado de cosas, el embajador británico ante el Imperio Otomano, Thomas Bruce 7º Conde de Elgin, consideró legítimo unirse al expolio. Ordenó a un grupo de colaboradores dirigido por el pintor italiano Giovanni Battista Lusieri, retirar del Partenón el friso que rodeaba la cella por el lado externo, metopas del entablamento y lo que quedaba de las esculturas de los frontones. Aunque en principio pensaba quedarse para sí tamaña colección, finalmente, agobiado por las deudas, la vendió al Museo Británico. En total fueron enviados a Londres 75 metros de los 160 m totales del friso, 15 metopas de un total de 92, y 17 figuras mutiladas de las aproximadamente 50 que componían los frontis Este y Oeste del templo. Entre otros fragmentos, también envió una de las Cariátides del Erecteion. No todo el material de la Acrópolis que compone la colección del Museo Británico proviene del pillaje de Lord Elgin, el museo también la amplió con adquisiciones de otras fuentes. Tampoco es el Museo Británico el único que posee mármoles del Partenón, aunque sí es el que mayor cantidad tiene, el Louvre y otros museos también poseen piezas provenientes del saqueo que durante años sufrieron el Partenón y otros templos griegos. Y menos aun es Grecia la única cultura en ser objeto de esta situación; antiguas culturas de Asia y Africa también han sido y son aun hoy, objeto del expolio que siempre ha producido muy buenas ganancias a los saqueadores.

Museo
Museo de la Acrópolis
Fotografía: Internet

Desde la independencia de Grecia las autoridades del país han reclamado permanentemente a Inglaterra la devolución de los mármoles del Partenón, a lo que, sistemáticamente, las autoridades del museo se han negado poniendo la escusa que bajo su protección, dicho material estaría mejor preservado que en Atenas. Esto tuvo algún viso de verosimilitud, pero a partir de la inauguración del nuevo Museo de la Acrópolis en 2009 con sus modernas instalaciones y la tecnología museística más actualizada, tal escusa ha perdido toda credibilidad, a pesar de lo cual, la negativa a devolver los mármoles persiste. El museo es, si se quiere, un monumento a la ausencia pues es más lo que falta que lo que hay en él. La gran actriz y cantante, además de activista política, Melina Mercuri, inició hace unos años una campaña internacional por la devolución de los mal llamados Mármoles de Elgin (¿no deberían llamarse "Mármoles de Fidias" o, al menos "Mármoles del Partenón"?) y en el discurso inicial de la campaña, arremetió contra esa terminología:

Existe un David de Miguel Angel.

Existe un Hermes de Praxíteles.

Existe un "Pescadores en el Mar" de Turner.

¡No existen los Mármoles de Elgin!



Los Mármoles del Partenón