Gallerie degli Uffizi, Florencia
Fotografía: Frieda, CC BY-SA 3.0 (vía Wikimedia Commons)
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l papel de ruptura con el pasado y renovación de las formas que Brunelleschi y Alberti tuvieron en la arquitectura y Masaccio en la pintura, Donato di Nicolò di Betto Bardi, llamado Donatello (1386? - 1466) lo cumplió en la escultura. Colaborador y amigo de Brunelleschi, juntos viajan a Roma entre 1402 y 1403 para investigar, medir y dibujar las ruinas de los antiguos edificios del imperio. Fue asistente del escultor Lorenzo Ghiberti durante la realización de las puertas de bronce del baptisterio de la catedral de Florencia, las denominadas Puertas del Paraiso. Una de sus primeras obras es el San Jorge encargado por el gremio de los armeros, por ser su santo patrono, para ser ubicado en una hornacina del exterior de la iglesia de San Miguel, en Florencia. Comparado con las esculturas góticas de las grandes catedrales, solemnes, apacibles y casi como suspendidas en el aire, la firmeza, energía y sensación de vida que demuestra esta representación del santo caballero, revelan una concepción de la escultura completamente nueva.
Detalles como el rostro y las manos del santo muestran cómo los artistas florentinos de la primera mitad del siglo XV, se independizan de las fórmulas de representación manejadas por sus colegas medievales, para dedicarse al estudio de las formas reales del cuerpo humano; como los griegos y romanos a los cuales admiraban, empezaron a trabajar en sus talleres con modelo vivo o pidiendo a sus ayudantes que posaran en las actitudes requeridas. Este nuevo método es lo que produce esa sensación tan espontánea y natural en la escultura de Donatello.
Relieve de la pila bautismal del baptisterio, Catedral de Siena, Italia
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ca. 1427-1432, Bronce; h= 158 cm
Muzeo Nazionale del Bargello, Florencia
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La fama de Donatello pronto se extendió por una amplia región de Italia y, como otros artistas de su tiempo, era requerido con frecuencia de otras ciudades para realizar diversos encargos. El relieve realizado para la pila bautismal de la catedral de Siena representa una escena tomada de la historia bíblica: el momento en que Salomé, hija del rey Herodes, obtiene la cabeza de San Juan Bautista como recompensa a su danza. El dominio de la perspectiva permite a Donatello representar el comedor del rey y detrás, la galería de los músicos y una sucesión de salas interiores, todo en el reducido espesor de un bajorelieve. Una representación tan cruda de un tema horroroso como éste, no se había dado anteriormente; la claridad y delicadeza del arte gótico han sido dejadas de lado por el escultor florentino. Trató de imaginar cómo debió ocurrir realmente la escena y la volcó en el bronce sin intentar nada para mitigar la violencia del momento. A la izquierda, el verdugo arrodillado presenta la cabeza de San Juan en una bandeja; el rey retrocede en su asiento con un gesto de horror; la madre de Salomé, instigadora del crimen, habla al rey tratando de justificar el homicidio. Un vacio separa a estos personajes del resto de los huéspedes que retroceden horrorizados; uno de ellos se tapa el rostro con su mano izquierda mientras el resto rodea a Salomé, la primera de la derecha, delante de la mesa, que parece haber terminado su danza en ese instante. Para un público habituado a la gracia y estilización del arte religioso medieval, esta escena debió causar una fuerte impresión.
Púlpito de la Iglesia de San Lorenzo, Florencia
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