Caracteríticas Formales
l término Renacimiento implica “nacer de nuevo” o reinstaurar algo que había cesado. En el campo de las Artes Plásticas denomina un período de la historia en el que el arte retorna a los modos de representación naturalista en pintura y escultura —lo que Gombrich llama «la conquista de la realidad»— y, en arquitectura, la recuperación de los órdenes arquitectónicos de la antigüedad greco-romana. Frente al modo de composición por suma de partes que era propio de la Edad Media, el Renacimiento busca la unidad de la obra, recurriendo a la simetría, las relaciones proporcionales entre las partes, la ambientación de las escenas en un espacio único y, en arquitectura, una fuerte tendencia a los espacios centralizados. La composición parte de elaborar una estructura visual que contenga y justifique la ubicación de cada elemento. En palabras de uno de los principales artistas y teóricos de la época, León Battista Alberti:«... en una obra (...) nada puede agregarse, quitarse o modificarse sin dañar.»
Pintura: los temas, tanto religiosos como civiles o mitológicos, pasaron a estar siempre ambientados en fondos de paisajes o espacios arquitectónicos, pintados según las leyes geométricas de la perspectiva, descubiertas y desarrolladas en este período (se atribuye a Bruneleschi este logro). Los estudios de anatomía permitieron la más fiel representación del cuerpo humano, tanto en pintura como en escultura. En la composición predomina la sencillez y un sereno equilibrio. El naturalismo en la representación incorpora, por primera vez, los efectos de la luz sobre las formas, el modelado del volumen, las sombras proyectadas que acentuan la ilusión de profundidad. Todas estos nuevos desarrollos les permitieron a los artistas plasmar fragmentos del mundo real, aun en los temas religiosos, incrementando la sugestión y expresividad de lo representado.
Escultura: se intensifica la sensación de vida y movimiento del arte griego helenístico, manteniendo la solidez y precisión de las formas. El conocimiento del cuerpo humano hasta en sus mínimos detalles —se generalizó la práctica artística de trabajar con modelo vivo— aportó a la espontaneidad y la natural actitud que trasuntan las obras de este período.
Arquitectura: los órdenes greco-romanos fueron utilizados libremente para crear una nueva belleza y armonía basadas en un ordenamiento rigurosamente geométrico de las distintas partes de un edificio, dimensionadas en base a simples relaciones matemáticas de proporción. Como ocurriera en la Roma antigua respecto de la arquitectura griega, los cambios sociales, políticos y económicos ocurridos durante la Edad Media, crearon nuevas necesidades que requirieron nuevos tipos de edificios, a los que se les aplicaba las formas de la antigüedad para resolver su aspecto y ornamentación. Uno de estos nuevos tipos de edificios en el siglo XV es el palacio urbano, residencia de la nueva burguesía enriquecida en el comercio. En el siglo siguiente aparecerá otro nuevo tipo de residencia privada: la villa rural, cuyo más notable creador fue el arquitecto Andrea Palladio.
Algunos historiadores dividen este período en tres partes que coinciden con tres generaciones sucesivas de artistas, donde los más destacados de cada generación son los que imponen las características de cada momento. La llamada “1ra. Generación” abarca la primera mitad del siglo XV y corresponde al período principal de actividad de Brunelleschi, Donatello y Masaccio. Cada uno en su disciplina dieron comienzo al proceso de crear un arte nuevo reinterpretando lo que conocían del pasado greco-romano, compatibilizando la tradición gótica con las formas clásicas que querían recuperar y profundizando el naturalismo de Giotto, creando los fundamentos teóricos de éste renacer y ejemplificándolos con su obra. Junto a ellos se destacan en esta generación Lorenzo Ghiberti, Fra Angelico, Andrea del Castagno y Filippo Lippi. El programa de estos artistas se resume en recuperar la representación natural según lo que mostraban las esculturas de la Roma imperial y utilizar libremente las formas de la arquitectura clásica buscando nuevas formas de belleza y armonía para los edificios que la época requería.
La “2da generación” de artistas desempeña su trabajo a partir de mediados del s.XV. Alberti, Mantegna, Ghirlandaio, Benozzo Gozzoli, Piero de la Francesca o Botticelli, entre otros, son los exponentes de una cantidad de artistas que se abocó a experimentar y encontrar soluciones a los problemas que la aplicación de los presupuestos del nuevo arte promovido por los artistas de la primera generación, planteaban al ser aplicados a distintos tipos de encargos. Buscando una belleza cada vez más suntuosa y refinada, acentuando la precisión en los detalles y los aspectos concretos de la vida real.
Por último, entre los últimos años de s.XV y la primera mitad del s.XVI, el Renacimiento alcanza la perfección insuflando una apariencia de vida en las figuras como nunca antes se había logrado en el arte. Los máximos exponentes de esta “3ra. generación”, fueron Leonardo da Vinci, Miguel Angel Buonarroti y Rafael Sanzio, en el centro de Italia; Tiziano y Giorgione en Venecia; Durero y Holbein, en el norte de Europa. Otros autores engloban la 2da. y 3ra. generación con el rótulo de Alto Renacimiento, quedando la primera mitad del s.XV como el Bajo Renacimiento.
Temas
a mayor parte de las obras continuarán siendo de temas religiosos, sin embargo también aparecen obras representando hechos históricos y temas provenientes de la mitología greco-romana. Reaparece en este período, luego de haber prácticamente desaparicido durante el medioevo, el retrato, nobles y altos prelados de la iglesia contrataban a los mejores pintores para dejar testimonio de su fisonomía. También vuelve otro elemento característico de la antigüedad greco-romana: el desnudo, tanto en la pintura como en la escultura. Si bien la iglesia se oponía a tal práctica representativa, recurrir a temas mitológicos era el recurso que los artistas empleaban para sortear esa oposición.
Aspectos Estilísticos
redomina un estilo de representación naturalista (aproximando la naturaleza a una idea de belleza formada en la contemplación de las estatuas clásicas), excepto en el retrato donde es necesario un realismo que asegure el mayor parecido físico con el retratado. El renacer de las formas clásicas no significa que se descarte totalmente la tradición gótica, perduran muchas convenciones de la representación religiosa desarrolladas durante la Edad Media. Es frecuente la ambientación de temas bíblicos en paisajes o espacios arquitectónicos contemporáneos del pintor y no del hecho representado (p. ej.: en la obra de Piero della Francesca); también las vestimentas de los personajes bíblicos suelen pertenecer a la época de realización del cuadro. Muchas de las figuras en las escenas religiosas son la excusa para incluir retratos del comitente de la obra, su familia y otras personalidades importantes del momento, como en “La adoración de los magos” de Botticelli.
En la arquitectura religiosa se utilizan en fachada nuevas configuraciones utilizando los órdenes greco-romanos mientras sigue vigente el modelo de la iglesia de planta basilical elaborado durante el medioevo; para templos conmemorativos en cambio, se prefiere la planta central característica de muchas iglesias cristianas orientales (entendiendo por orientales a las ubicadas dentro del area que, durante la Edad Media, perteneció al Imperio Romano de Oriente con capital en Constantinopla —actual Estambul—).
La renovación estética producida por los artistas florentinos en el siglo XV, recién será asimilada por el resto de Europa a partir del siglo XVI. Lo mismo ocurrirá en Venecia, pero allí estos cambios adquirieron nuevas características; si en la pintura renacentista, en términos generales, el color tiene un papel subordinado, en tanto que son el dibujo, la composición y la perspectiva los elementos fundamentales del estilo, en Venecia el color tomó un papel de vital importancia al punto de poder hablarse de una Escuela Veneciana donde la densidad y riqueza del color y los esquemas armónicos empleados, son la base de la composición.