Museo Nacional de Damasco
Fotografía: Internet (Times of Israel)
ura-Europos fue una ciudad macedonio-griega fundada en el 300 a.C. Estaba ubicada en la orilla occidental del río Éufrates, en el estratégico cruce de varias rutas comerciales de la antigüedad. Actualmente es territorio sirio. Perteneció al Imperio Seleucida y en el siglo II a.C. fue ocupada por los Partos. Sin embargo, cultural y artísticamente siguió siéndo helenística como buena parte de las élites del área que fuera conquistada por Alejandro Magno. En época romana la región fue escenario de permanentes luchas entre partos y romanos, (y entre la nobleza parta por el poder en su reino), hasta que se llegó a consolidar el Éufrates como frontera entre Roma y Partia, quedando Dura-Europos como una guarnición fronteriza romana. Su relevante posición en medio de las rutas comerciales hizo que lograra un relativo aislamiento respecto de los incesantes conflictos y se desarrollara una tolerante y heterodoxa cultura urbana donde estaban presentes todos los cultos de la época y todas las lenguas habladas en la región. Convivían en la ciudad, templos consagrados al dios persa Mitra, a los dioses griegos y romanos, a deidades locales, una sinagoga judía y una iglesia de la naciente religión cristiana —a pesar de no estar tolerada en el Imperio—. A comienzos de la segunda mitad del s.III, los sasánidas, que había tomado el poder en Partia, fueron expandiendo sus dominios y destruyeron la ciudad y deportaron a sus habitante, quedando Dura-Europos a merced de las arenas del desierto que terminaron por cubrirla.
Ilustración: Marsyas / Public domain
Las ruinas de la ciudad fueron descubiertas en 1919 por soldados británicos que, al excavar trincheras defensivas ante posibles ataques árabes al vivac donde habían decidido pasar la noche, hallaron unos frescos prácticamente intactos. El lugar era un promontorio con algunas ruinas que emergían de la arena del desierto y que desde el s.XIX había sido documentado por viajeros curiosos, sin sospechar lo que se ocultaba bajo la superficie. A partir de entonces el area ha sido excavada en sucesivas expediciones arqueológicas franco-estadounidenses, bajo la dirección de la Universidad de Yale (EE.UU.)
El hallazgo es notable por varias razones. Además de lo mucho que sus ruinas, las monedas, cerámicas y variedad de otros objetos recuperados e, incluso, los restos humanos hallados, han revelado sobre la vida y la historia de la ciudad, el descubrimiento de dos lugares de culto de comienzos del siglo III, uno cristiano y judio el otro, han revelado lo que podría llamarse el comienzo de la iconografía religiosa occidental, siendo, junto a los de las catacumbas romanas, los más antiguos ejemplos de pinturas de tema bíblico hallados hasta ahora. Por un lado tenemos la Casa-Iglesia cristiana más antigua conocida con restos de los frescos que decoraban las paredes de su baptisterio, que datan de la misma época de las pinturas cristianas halladas en las catacumbas de Roma (ca. 230 d.C.).
Por otra parte, a pocos metros de la Casa-Iglesia, se halló una Sinagoga judia con las paredes de la Casa de la Asamblea cubiertas por escenas del Antiguo Testamento, con un buen estado de conservación. Digamos que estas pinturas presentan una elaboración iconográfica para relatar los episodios bíblicos que muestran, mucho más avanzada que los ejemplos cristianos de la misma época. Pero lo más llamativo es que en los siglos anteriores no existieran representaciones religiosas ni judias ni cristianas conocidas. ¿Por qué surgirían en la primera mitad del siglo III? Y además, de dos religiones, hasta ese momento, particularmente "anicónicas".
Fotografía: Yale University Art Gallery / Public Domain
La sorpresa que estos hallazgos produjeron en los estudiosos fue grande. Clark Hopkins, el director de las excavaciones, relata así el impacto que les produjo a los arqueólogos que participaban de la expedición:
«Nos quedamos todos en profundo silencio y completo asombro. Si alguien que pasara por casualidad hubiese visto las pinturas emerger repentinamente de la tierra ya se habría sorprendido. Si hubiera sido un arqueólogo de la antigüedad clásica, sabiendo que las pinturas que han sobrevivido desde la época clásica son muy pocas, se habría sorprendido mucho más. Pero si hubiese sido un estudioso de la Biblia o un estudioso del arte antiguo, y se le ha dicho que el edificio era una sinagoga, y las pinturas eran de escenas del Antiguo Testamento, simplemente no habría creído. No podía ser; no había absolutamente ningún precedente, y no podría haber ninguno. El severo mandato de los Diez Mandamientos contra la realización de imágenes talladas habría sido suficiente para demostrar que tenía razón.»
La Sinagoga de Dura-Europos
Ilustración: Internet
La sinagoga de Dura-Europos se instala a fines del s.II en lo que hasta ese momento había sido una vivienda. Es reformada entre los años 244 y 245, siendo rellenada parcialmente con arena y tierra poco antes del ataque sasánida de 256 que acabó con la ciudad. Este recubrimiento fue llevado a cabo por la guarnición romana para reforzar la muralla oeste, la que daba al desierto y era el lugar más vulnerable de la ciudad. Gracias a él, es que se han conservado en su mayor parte, el notable programa iconográfico que recubría las paredes de la Casa de la Asamblea. La linea que separa las partes conservadas de las zonas desaparecidas, marca claramente el talud del relleno.
Ilustración: Internet (sofiaoriginals.com )
Por lo dicho, las pinturas de la sinagoga debieron ser realizadas entre el 245 y unos años antes del 256. La propia muralla constituía el muro Oeste de la sala, sobre el que se ubicaba el nicho para el arca de la Torah. De esta pared y de las dos laterales proceden todas los frescos recuperados y que actualmente se exponen en el Museo Nacional de Damasco, la capital de Siria. Es de suponer que la pared Este, la de acceso, estuviera también pintada, pero al haber sido demolida durante los trabajos defensivos arriba señalados, nada se ha recuperado de ella.
Los frescos se componen de escenas relatando distintos episodios del Antiguo Testamento y representaciones de profetas, recuadradas y cubriendo toda la superficie de los muros. André Grabar en su imprescindible libro sobre la iconografía cristiana[1], señala: «...en contraste con la mayoría de las imágenes cristianas del siglo III inspiradas por las Escrituras, que son siempre someros esbozos, las de la sinagoga de Dura están tratadas como grandes cuadros enmarcados que describen detalladamente la escena representada.» Por otra parte, mientras en la misma época las imágenes cristianas refieren a la salvación individual, la iconografía judia de Dura tiene por tema el destino de todo el pueblo judio como pueblo elegido.
La sucesión de distintos momentos de una historia en una misma imagen será, a partir del siglo III, un recurso narrativo común en la iconografía religiosa. En esta imagen ubicada en el ángulo inferior derecho de la pared del tabernáculo, se ve, de derecha a izquierda, la muralla de la ciudad con la puerta abierta; al lado, arriba, el faraón ordenando a las parteras hebreas Sifra y Fúa, matar a todos los bebes judios masculinos; abajo, una mujer agachada extiende sus brazos (podemos suponer que estaría depositando la cesta con Moisés en las aguas del Nilo, aunque la parte inferior de este sector no se conservó); siguiendo hacia la izquierda se ve a la princesa egipcia en el río rescatando al niño con sus sirvientas en la orilla y, finalmente, en el extremo de la imagen Moisés es entregado a Jochebed para su crianza. (Éxodo 2.1 - 2.10)
Las imágenes de la sinagoga de Dura se adelantan un siglo a similares cristianas en lo referente a desarrollo y complejidad formal. Sin embargo, ambas iconografías tienen un rasgo en común. Ambas intentan mostrar el poder de Dios y la felicidad de los creyentes, individual en un caso (cristianas), colectiva en el otro. En ambas iconografías aparece también «...el consuelo y la seguridad de la protección y la salvación.»[2] Ambas evocan el poder divino consagrado al beneficio del Hombre.
La escena muestra a la izquierda arriba, la pared almenada de la ciudad y, hacia abajo, una primera fila representando al pueblo judío ya fuera de la ciudad, luego a los soldados egipcios que perseguían a los judíos y las aguas del Mar Rojo representadas con sus peces. Al centro, las manos de Dios simbolizan su acción de separar las aguas para que los judíos, guiados por Moises, crucen el mar; a la derecha, los soldados egipcios ahogandose al ser sorprendidos en el medio del cauce al volver a juntarse las aguas detrás del último judío. (Éxodo 14.1 - 14.30)
Hay que notar que este conjunto iconográfico se despliega en las paredes de una sala destinada a las ceremonias litúrgicas cotidianas de la comunidad judía. Nada similar ocurrirá en la iconografía cristiana hasta mucho tiempo después del Edicto de Milán. pues debe recordarse la diferencia de 1 siglo entre la legalización de ambas religiones dentro del Imperio romano, la judia a comienzos del siglos III y la cristiana en 313, siglo IV, con el edicto de Constantino. Hasta ese momento las representaciones religiosas cristianas se daban principalmente, en los lugares de enterramiento y en los sarcófagos en los que se depositaban los cuerpos de los fieles fallecidos. De esta circunstancia deviene una iconografía donde son más frecuentes las alusiones a la salvación del difunto por la gracia de Dios, por haber sido éste un buen cristiano, que las que describan algún hecho bíblico, aunque sea esquemáticamente.
Otro aspecto que debe subrayarse es que estas pinturas no obedecen al deseo de decorar y embellecer el templo, la intención era apoyar la instrucción de los fieles relatando la narración sagrada de manera visible. (Esto puede relacionarse con la didáctica empleada en las escuelas romanas en las que los maestros, los —retores—, reforzaban con imágenes sus lecciones orales). Existen indicios documentales que indicarían que, en la misma época de estas pinturas, hubo otras sinagogas en la región, pintadas sin que hubiera oposición de los rabinos. Los libros sagrados prohiben realizar imágenes de Dios ni de cosa alguna, para evitar que los fieles caigan en la idolatría pagana. Pero estas imágenes no constituyen en sí una imagen de Dios ni eran objeto de culto, solamente relatan pasajes de esos libros, que evocan el poder de Dios y la historia del pueblo judio.
Fotografía: Internet
Para los críticos e historiadores del arte, es discutible considerar estas pinturas como obras de arte, pero su valor documental es indudable. El o los artistas que las pintaron no eran muy hábiles, sus formas parecen torpes y primitivas, pero es probable que, más allá del oficio que pudieran tener o no, no fuera su intención dibujar figuras de gran naturalismo. Cuanto más naturalistas fueran, más en contra del mandamiento que prohibía las imágenes estarían. Sus figuras planas, sin la más mínima sombra o indicación de volumen, flotando en su espacio plástico bidimensional, son lo más espirituales y "abstractas" (en el sentido de que se ha hecho abstracción de toda indicación de volumen, espacio y relaciones proporcionales naturales entre figuras o entre partes de una misma figura) que sea posible para cumplir el objetivo de relatar un episodio bíblico que manifieste el poder divino. Más tarde, estas consideraciónes serán las que marcarán la representación pictórica durante el final de la Antigüedad y buena parte de la Edad Media, a partir de la oficialización del cristianismo en el espacio del Imperio romano.
La intención última de las ilustraciones de la sinagoga de Dura puede verse con claridad en el recuadro que muestra a Moisés haciendo brotar agua de una piedra. En este caso, además del relato de un hecho bíblico, la imagen es una explicación gráfica de su significado para el pueblo judío. Moisés está representado a gran tamaño frente al tabernáculo sagrado bajo el que se halla la Menorá, el candelabro de siete brazos, uno de los símbolos principales del pueblo judío y de su fe. Para indicar que todos los judíos se beneficiarían de este milagro, el pintor dibujó un surco que lleva el agua a cada una de las doce tribus de Israel, representadas por doce tiendas con una pequeña figura al frente.
La Casa-Iglesia de Dura-Europos
Fotografía: Internet (Rincón del Pasado (sin atribución de copyright)
Después de ser utilizada como vivienda durante 200 años, hacia el 233 la construcción fue remodelada uniendo dos habitaciones para lograr una sala de 13 x 5 metros, con capacidad para unas 100 personas, destinada a las reuniones del culto para la comunidad cristiana de la ciudad. Unos años después, otro cuarto de la casa ubicado al otro lado del patio se adaptó para destinarlo a baptisterio. En él se encontró una fuente de piedra en un . La construcción estaba ubicada contra la muralla pero, al contrario de la sinagoga, una estrecha calle la separaba del muro. Sufrió las mismas circunstancia que la sinagoga, cuando la guarnición romana reforzó las defensas de la ciudad rellenando con arena los ambientes. En el baptisterio se hallaron fragmentos de varios frescos que fueron trasladados a la Universidad de Yale para su posterior reconstrucción, y lamentablemente, un mal almacenamiento los daño aún más.
Fotografía: photograph by Marsyas ; unknown painter / Public domain
Ilustración: drawn byUdimu / CC BY-SA - Referencias agregadas por el autor
Las escenas que se encontraron en la excavación del baptisterio son esquemáticas, imágenes-signo que sugieren más que muestran y apelan al conocimiento previo del creyente para su interpretación. Evocan la salvación por la fe. Así en la imágen del Buen Pastor (símbolo pagano de filantropía, ver el Moscóforo) se ve al pastor, alegoría de Jesús, salvando a un cordero, alegoría del alma cristiana. Delante de él un rebaño de ovejas representan a los fieles. Las figuras de Adán y Eva refieren al pecado original del que Jesús nos redimirá. Las imágenes-relato contando episodios de la vida de Cristo son igualmente esquemáticas y distan mucho de la elaborada factura que presentan las pinturas de la sinagoga. La cura del paralítico o Jesús y Simón Pedro caminando sobre las aguas mientras los apóstoles los observan desde una barca, son un ejemplo.
Fotografía: Photograph by Marsyas ; unknown painter / Public domain
Otros santuarios en Dura-Europos
Fotografía: Heretiq - CC BY-SA 2.5
Bajorrelieve, Templo de Zeus Megistos
Fotografía: Yale University Press (link)
Los dos templos que hemos visto en esta página, son los que revisten mayor importancia para el arte occidental por tratarse de las primeras representaciones bíblicas, y de pertenecer a dos religiones que han llegado hasta la actualidad y son las de mayor presencia en el mundo de la cultura occidental. Pero, como ya se adelantó, en Dura-Europos había santuarios para todos los cultos y dioses que se veneraban en esa área del Cercano Oriente. Así es que se encontraron restos de gran cantidad de templos que comenzaron a erigirse desde finales del siglo I y comienzos del siglo II, cuando la ciudad estaba bajo el dominio de Partia y vivía un período de gran prosperidad.
Dice el profesor Blázquez Martínez: «En estos años se datan los templos de Adonis, el amante de Afrodita, al que se representa con vestido y peinado parto; su nombre es una helenización del dios fenicio Eshmun; los de Hadad, dios de la tormenta, y de Atargatis, diosa principal de los arameos, que era el más importante templo griego, y el de Zeus Olímpico, asentado este último en la acrópolis. La suprema divinidad de los griegos contaba con tres templos en la ciudad: el de Zeus Megistos, el de Zeus Kyrios y el de Zeus Theos, pero los epítetos que acompañan a Zeus, como «el más grande», «el señor», «el dios», respectivamente, sugieren que estos nombres encubren una divinidad semita. A Zeus Megistos incluso se le representa con un atuendo no griego. Kyrios es la palabra griega equivalente a Baal. Zeus Kyrios sería la traducción a la lengua griega de Baal Shamin, el «señor del cielo», la divinidad principal de .»[3]
El sincretismo entre dioses greco-romanos y semitas representa una manifestación de cuanto había penetrado la helenización cultural producto de las conquistas de Alejandro Magno en lo pueblos del oriente próximo. También de como, lentamente, hacia el fin de la Antigúedad, las tradiciones locales iban ganando terreno y terminarían por reemplazar el helenismo por una cultura propia a partir de la islamización de la región.
Hallado en el Templo de Gadde
Fotografía: Yale University Press (link)
Hallado en el Templo de Zeus Megistos
Fotografía: Yale University Press (link)
un carnero para ser sacrificado al dios
Hallado en el Templo de Zeus Kyrios
Fotografía: Yale University Press (link)
Hallado en el Templo de Adonis, Dura-Europos
Fotografía: Yale University Press (link)
Entre varios otros santuarios de Dura, fue hallado un mitreium, donde se adoraba al dios Mitra, culto muy extendido en Persia y el norte de India y que tenía muchos seguidores entre los comerciantes y los soldados romanos, estos últimos fueron quienes llevaron el mitraismo a Roma. También se hallaron restos de sendos templos dedicados a Bel y a Arsu, dioses adorados en la cercana ciudad de Palmira, con la que Dura-Europos tuvo, en su momento de mayor auge, una intensa relación comercial y cultural, además de haber en la ciudad numerosos comerciantes originarios de esa ciudad y los famosos arqueros de Palmira que integraban la guarnición romana. Otro templo de la ciudad fue el de Júpiter Doliqueno, una deidad sincretizada del Júpiter romano y Baal. Los dioses Baal eran dioses reyes y esa combinación integraba las tradiciones reales orientales y occidentales.
Fotografía: Internet
Fotografía: Yale University Art Gallery - Dominio Público
Notas
[1] [2] André Grabar, Las vías de la creación en la iconografía cristiana, Alianza Editorial, Madrid, 1979.
[3] José María Blázquez Martínez, Dura Europos. Enclave comercial sobre el Éufrates, Real Academia de la Historia. (Texto completo en Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes)
Links relacionados
* Ya se habló en estos Apuntes del expolio, referido al patrimonio cultural griego; en esta página cabe recomendar al lector el escrito publicado en un blog del diario "El País" de España por el periodista Miguel Ángel García Vega sobre el saqueo del que son objeto las ruinas de Dura-Europos, Palmira y Apamea, en Siria.
* Para saber más sobre las excavaciones y el material recuperado en exhibición, ver Yale University Art Gallery.