Pedro Pablo Rubens



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Pedro Pablo Rubens
Autorretrato con su esposa Isabel Brandt

ca. 1609 - 1610
Óleo sobre tela; 174 x 132 cm

Rubens nación en Siegen, Alemania el 28 de junio de 1577. Sus padres eran flamencos, es decir originarios de Flandes (región actualmente dividida entre Bélgica y Francia), pero se encontraban en Alemania desterrados por motivos religiosos: sobre su padre recaían sospechas de calvinismo de parte de las autoridades españolas, que realizaban una fuerte persecución del protestantismo en la región bajo su dominio. Su madre, María Pypelinckx, al quedar viuda en 1589, decide volver a Flandes y se radica en Amberes con sus seis hijos, de los cuales Pedro Pablo es el menor. No hay datos seguros sobre en qué taller o talleres realizó su aprendizaje de pintor; se mencionan los talleres de Tobías Verhaecht, Adam van Noort y Octavio van Veen pero algunos estudiosos ponen en duda tales antecedentes. Lo cierto es que en 1598 es inscripto como maestro, luego de aprobar el correspondiente examen, en la corporación de pintores (Guilda de San Lucas) de Amberes.

Pedro Pablo Rubens
Retrato ecuestre del Duque de Lerma

ca. 1603
Óleo sobre tela; 283 x 200 cm

Dos años después está en Italia buscando trabajo, junto a su hermano Felipe que estaba empleado en Roma como bibliotecario. Entra al servicio del duque de Mantua, Vincenzo Gonzaga, como pintor de su corte; durante su estadía en Mantua realiza varios viajes: a Roma, España, Florencia, de nuevo a Roma en 1605, y pinta varias obras en las que se reconoce la influencia de la pintura italiana de todas las corrientes de la época: la escuela veneciana, Carracci y Caravaggio, los maestros del renacimiento y, especialmente, Miguel Angel, de cuyos frescos de la Capilla Sixtina realiza algunas copias. En 1601, durante su primer estancia en Roma, tiene la primer oportunidad pública de demostrar sus dotes como pintor, ya que se le encarga la decoración de una capilla de la iglesia de "Santa Croce in Gerusalemme" de Roma, iglesia de la que había sido cardenal titular el archiduque Alberto de Austria, en esos momentos gobernador de los Países Bajos.

En 1603, el duque de Manua lo envía en misión diplomática ante el rey de España —la primera de las varias misiones de este tipo que desempeñó por encargo de sus protectores y clientes reales a lo largo de su vida—; en esta misión, además de establecer contactos con la corte española, pinta un retrato ecuestre del duque de Lerma, el favorito del rey Fernando III. Aunque la obra nos muestra a un Rubens que aun no ha llegado a la madurez de sus dotes como pintor, fue suficiente para cimentar su prestigio artístico y procurarse una nueva clientela entre lo más encumbrado de la nobleza europea. La monótona coloración de tierras y rojos es probable que se deba a un viraje de los colores pero las figuras aun no tienen la vitalidad y frescura natural que caracterízará su obra posterior; de todos modos, es una de las primeras obras en representar el tema del caballero montado, visto en escorzo frontal.

De regreso en Mantua, en 1604 el duque Vincenzo Gonzaga le encarga la decoración de la iglesia de la Trinidad de esa ciudad, donde Rubens deja traslucir la influencia de la escuela veneciana integrada por Tiziano, Tintoretto, Veronés y Correggio. En 1606, durante su segundo paso por Roma, recibe un encargo importante: un gran cuadro de altar para la nueva iglesia de los Oratorianos de San Felipe Neri, en Roma, para la que también pintará un tríptico. El cuadro de altar, una "Virgen adorada por ángeles y santos", fue retidado poco después de su instalación y hoy se halla en el Museo de Grenoble; se supone que no agradó a los clérigos de la congregación; el tríptico, en cambio, aun se encuentra en la iglesia romana.

En octubre de 1608 Rubens regresó de manera urgente a Flandes, avisado del grave estado de salud de su madre, pero llegó a Amberes cuando ella ya había fallecido. Peter Paul se había comprometido a regresar a Mantua, pero la oferta realizada por los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia, gobernadores de los Países Bajos, era demasiado tentadora para ser rechazada. Se le ofreció el cargo de "pintor de la casa de sus Altezas Serenísimas", lo que le permitía instalarse en Amberes con un sueldo anual de 500 ducados, cobrando aparte las obras pintadas para los gobernadores, al tiempo que se le eximía de impuestos y se le condonaban las deudas establecidas con la Guilda. Al año siguiente de radicarse en Amberes, contrae matrimonio con Isabel Brandt, catorce años más joven que él, hija de un abogado y alto funcionario municipal. Pronto llegarán los primeros encargos importantes para los archiduques, para el Ayuntamiento y para las iglesias de Amberes. De éstos últimos se destacan: la "Elevación de la Cruz" y el "Descendimiento de la Cruz", obras con las que cosechará un sonoro éxito, poniendo de manifiesto su admiración por la pintura italiana, desde los Carracci hasta Caravaggio, pasando por Tiziano, Tintoretto o Miguel Angel.

Pedro Pablo Rubens
Elevación de la Cruz

ca. 1610 - 1611
Óleo sobre tela; 462 x 341 cm

Pedro Pablo Rubens
Descendimiento de la Cruz

1616 - 1617
Óleo sobre tela; 425 x 295 cm

A poco de instalarse en Amberes se construyó una casa con un gran jardín donde edificaría un espacioso estudio, una amplia biblioteca y una sala para albergar sus colecciones. La casa respondía a las características de la arquitectura y la decoración italianas, estando diseñada por él mismo y tenía también un gran taller donde trabajaba ayudado por sus discípulos. En el jardín una glorieta y un arco "manierista" con incripciones de Juvenal: "Dejemos a los dioses el cuidado de procurarnos sus dones y de concedernos lo que más nos conviene, pues ellos quieren a los hombres más de lo que los hombres se quieren a sí mismos"; "Pidamos la salud del cuerpo y la del espíritu. Un alma fuerte que no tema a la muerte, inaccesible a la cólera y a los deseos vanos". Estas inscripciones muestran su concepción neoestoica de la vida, de acuerdo con buena parte de los humanistas flamencos del momento con los que mantenía una estrecha relación epistolar en latín: Justo Lipsio, Ludovicus Nonnius o Gaspar Gevaerts. Rubens llevaba un ritmo de vida metódico. Se levantaba a las cuatro de la mañana, oía misa y se ponía a trabajar durante unas doce horas, mientras un lector le leía en voz alta las obras de Plutarco, Tito Livio o Séneca. Comía frugalmente para no interfir con el trabajo y una vez acabado éste, paseaba a caballo por los alrededores de Amberes y, luego, cenaba en compañía de amigos, disfrutando de las conversaciones.

Pedro Pablo Rubens
El arribo de María de Médicis a Marsella

1622 - 1626
Óleo sobre tela; 394 x 293 cm

Pedro Pablo Rubens
Asunción de la Virgen

ca. 1620
Óleo sobre tela; 458 x 297 cm

Para entonces, su taller desbordaba de encargos. Es así que buena parte de los trabajos realizados por Rubens serían ejecutados por sus discípulos, ya que, tal como escribe en 1618: "...me encuentro tan sobrecargado de encargos para edificios públicos y colecciones particulares que me resultará imposible aceptar otros nuevos antes de que transcurran varios años". Rubens realizaba los bocetos y sus ayudantes —entre los que se contaban los mejores artistas del momento como Van Dyck, Lucas Vosterman, Paulus Pontius, Jacob Jordaens o Christoffel Jeghers— ejecutaban los trabajos siguiendo las líneas principales marcadas por el maestro; cuando concluían, él tomaba nuevamente los pinceles y retocaba un rostro, los vestidos, suavizaba algún contraste... Confiaba plenamente en que con sus pinceladas podía comunicar vida a cualquier imagen; y así era. Su gran secreto fue la mágica habilidad que tenía para vivificar todo intensamente y conferir una alegre vitalidad con los delicados toques de luz con que indicaba la humedad de los labios, el brillo de una seda o el modelado del rostro y los cabellos. La combinación de su maestría inigualable para la creación de grandes composiciones en color y su capacidad para comunicarles una tumultuosa energía vital, aseguró a Rubens una fama y un éxito como no había tenido artista alguno antes de él. Su arte era tan propicio y adecuado para exaltar el poder, fuera terrenal o divino, que gozó de una primacía casi total en el mundo en que se movía, el de las monarquías absolutas y la iglesia de la Contrarreforma.

El Boceto...

Pedro Pablo Rubens
La Virgen y el Niño entronizados con Santos

ca. 1627 - 1628
Óleo sobre tabla; 80.2 x 55.5 cm

... y la Obra:

Pedro Pablo Rubens
La Virgen y el Niño entronizados con Santos

ca. 1628
Óleo sobre tela; 564 x 408 cm

En el pináculo de su fama, Rubens recibe encargos de diferentes lugares de Europa. Sus clientes le distinguen y prodigan honores especiales, como los que recibió del Príncipe de Baviera o del rey Christian de Dinamarca. Su primer trabajo importante para una corte extranjera llegará de Francia, concretamente de la reina madre doña María de Medicis: dos ciclos de pinturas para el Palacio del Luxemburgo en París, uno de ellos dedicados a exaltar la memoria del difunto rey Enrique IV y el otro a glorificar el reinado de María de Medicis. El contrato se firmó a comienzos de 1622 y los cuadros fueron entregados con motivo de la boda por poderes entre Carlos I de Inglaterra y la princesa Enriqueta María de Borbón, en 1625. Rubens asistió a esta boda y allí conoció a un importante e influyente personaje, George Villiers, duque de Buckingham, conocimiento que le sería de gran importancia en el futuro. Rubens había intentado, entre 1623 y 1625, con la ayuda de un pariente residente en Holanda, negociar un tratado de paz entre Flandes y Holanda, negociación que fracasó por la oposición holandesa a alcanzar la paz. Esta negociación frustrada llevó a una intensificación de las actividades militares en la zona, hasta que Ambrosio de Spínola tomó la plaza fuerte de Breda en 1625, episodio que será inmortalizado por Velázquez en "Las Lanzas", también conocido como "La rendición de Breda". Otro ciclo realizado por Rubens en 1625 es el diseño de los tapices del Triunfo de la Eucaristía por encargo de la archiduquesa Isabel Clara Eugenia, gobernadora de los Países Bajos y una de sus principales clientes. La serie estaba dedicada al convento de las Descalzas Reales de Madrid, donde hoy se pueden ver los originales. En 1626, de regreso de París, Rubens y su familia se ven obligados a abandonar Amberes a causa de la epidemia de peste que se abate sobre la ciudad. Se retiran a una casa de campo que poseen en Laeken, pero Isabella fallece, dejando al pintor viudo y con dos hijos. La pérdida de su esposa le produjo una gran aflicción y, quizás para olvidar, aceptó las misiones diplomáticas que la archiduquesa le encomienda y que le llevarían a España e Inglaterra con el objetivo de que ambos países alcanzaran la paz y se pusiera fin al conflicto que desangraba la economía y las vidas de un buen número de hombres y mujeres de los Países Bajos.

Pedro Pablo Rubens
Apoteosis de Enrique IV y la proclamación de la regencia de María de Medicis el 14 de Mayo de 1610

ca. 1623 - 1625
Óleo sobre tela

Las conversaciones para alcanzar la paz se habían llevado secretamente entre Rubens y Gerbier, pintor flamenco que gozaba de la confianza del duque de Buckingham, desde un tiempo atrás pero debido a la oposición del conde-duque de Olivares a poner fin a las hostilidades, estas iniciales conversaciones no produjeron el resultado buscado. A principios del año 1628 don Ambrosio de Spínola convenció a Felipe IV para que se retomaran las conversaciones, si bien el monarca no confiaba en el pintor para tan alta misión. Rubens llega a Madrid en el mes de agosto y las indudables dotes para el trato que sin duda poseía provocan un cambio en la actitud del rey, quien finalmente nombra a Rubens Secretario del Consejo de Flandes y le confía las negociaciones con Inglaterra. En la corte española Rubens alterna sus funciones diplomáticas con la pintura; se reencuentra con la obra de Tiziano y copia todos los cuadros que poseía la casa real. Antes de marcharse a Londres, en abril de 1629, realizó algunas obras, como los retratos ecuestres de Felipe IV y Felipe II o la Inmaculada Concepción para el marqués de Leganés, conservada en el Museo del Prado. Durante su estadía madrileña, Rubens conoció al joven Velázquez, veinte años menor que él y ya famoso pintor de cámara del rey Felipe IV, y recomendó al rey que enviara al sevillano en viaje de estudios a Italia para ampliar sus conocimientos artísticos. En Londres permaneció un periodo de diez meses pero apenas tuvo tiempo para trabajar, a pesar de que Carlos I era un gran amante de la pintura. Se le prodigaron todo tipo de honores, recibió un doctorado de la universidad de Cambridge y fue nombrado caballero por el rey de Inglaterra, visitó las colecciones de arte y estrechó contactos con anticuarios y humanistas. Finalmente el éxito coronó su misión diplomática: el tratado de paz entre España e Inglaterra se firmó en 1630. Cansado de pasar tanto tiempo fuera de casa — "más que ninguna otra cosa en el mundo desearía volver a mi casa y quedarme allí para el resto de mi vida" escribió a su amigo Gevaerts— embarcó en Dover el 23 de marzo, poniendo fin a su etapa cortesana y diplomática. Un vez en Amberes solicitó a la archiduquesa Isabel "...como única recompensa a todos mis servicios, que me eximiera de nuevas misiones y me dejara servirla desde mi propia casa. De cuantos favores me ha concedido éste ha sido el que más trabajo me costó obtener".

Pedro Pablo Rubens
El rapto de las hijas de Leucipo

ca. 1618
Óleo sobre tela; 224 x 210.5 cm

Pedro Pablo Rubens
Las tres gracias

1640
Óleo sobre tela; 221 x 181 cm

Instalado definitivamente en Amberes, Rubens se aboca a buscar esposa: "...una mujer joven de un familia honrada pero burguesa, pues nadie puede intentar convencerme de que haga una boda cortesana. Me asusta el orgullo, un vicio inherente a la nobleza y en especial en aquel sexo, y por ello quiero elegir a alguien que no se avergüence de verme tomar los pinceles. Y a decir verdad, me resultaría difícil cambiar el tesoro de mi libertad por los abrazos de una mujer vieja". Su elección recae sobre Hélène Fourment, de dieciséis años, hija de un próspero comerciante de sedas y tapices con el que Rubens tenía una estrecha amistad. En diciembre de 1630 se casan. La joven Hélène será un tónico para el maduro pintor que le dará nuevas ganas de vivir. Del matrimonio nacerán cinco hijos: Clara Johanna, Frans, Isabella Hélène, Peter Paul y Constancia Albertina, esta última nacida póstumamente. Hélène se convertirá desde ese momento en la principal modelo para el pintor, la pintará incansablemente ya como una santa, ya como personaje mitológico o simplemente retratándola una y otra vez, sola, con alguno de sus hijos, elegantemente vestida o desnuda. Su felicidad conyugal se manifiesta en cuadros como el "Jardín del amor" del Museo del Prado (que anticipa en un siglo la pintura de Watteau), y en los numerosos retratos de su esposa.

Uno de los últimos encargos realizados por la archiduquesa Isabel Clara Eugenia será el "Tríptico de San Ildefonso" para la iglesia de Santiago de Coudenberg de Bruselas. La gobernadora falleció en diciembre de 1633, siendo sustituida en el cargo por el cardenal-infante don Fernando de Austria, hermano menor de Felipe IV. Rubens entrará al servicio del nuevo gobernador y le hará un espectacular retrato ecuestre. Sus últimos trabajos para las monarquías europeas estarán relacionados con la Península Ibérica y las Islas Británicas e Inglaterra. Para el rey Carlos I de Inglaterra pintó la decoración del techo de la Banqueting House en el Palacio de Whitehall de Londres, sala que estaría dedicada a exaltar el reinado del difunto Jacobo I. Para Felipe IV de España realiza una de sus decoraciones más importantes: la serie para la Torre de la Parada, pabellón de caza situado en el monte de El Pardo, en las cercanías de Madrid. Se le encargaron unos 120 lienzos, de los que 63 tenían como temática la mitología mientras que los demás eran asuntos de cacería, que fueron derivados por Rubens a sus "especialistas": Paul de Vos y Peter Snayers. Los mayoría de los lienzos de la Torre de la Parada se perdieron en 1710, debido al saqueo del pabellón por parte de las tropas del archiduque Carlos durante la Guerra de Sucesión. De la decoración original sólo se conservan unos cuarenta cuadros, de los que 14 son de asunto mitológico, inspirados éstos en la "Metamorfosis" de Ovidio. Rubens se limitó a pintar los bocetos —los realizó aproximadamente en dos meses— que fueron pasados a lienzo por sus ayudantes Erasmus Quellinus, Theodor van Thulden, Jan Cossiers, Cornelis de Vos y Jacob Jordaens, retocando el maestro personalmente estos trabajos, como era su costumbre, antes de enviarlos a Madrid.

Pedro Pablo Rubens
Helena Fourment con su hijo Francis

1635
Óleo sobre madera

Pedro Pablo Rubens
Helena Fourment con sus hijos Claire-Jeanne y Francois

ca. 1636 - 1637
Óleo sobre madera; 115 x 85 cm

Los achaques de la vejez, que hoy pueden parecer prematuros en un hombre de poco más de cincuenta años pero que eran normales para la época, comienzan a afectarlo, por lo que se verá obligado a delegar buena parte del trabajo en su taller en los últimos años de su vida. Hastiado del mundo de la corte y deseando "llevar una vida tranquila junto a mi mujer y mis hijos y no desear otra cosa en el mundo más que vivir en paz" Rubens compra el castillo de Het Steen, en las cercanías de Amberes, y pasa allí cada vez más tiempo, pintando paisajes para su propio goce y disfrute, y delegando el trabajo y la organización del taller a Lucas Fayd´herbe. En una carta escrita a su buen amigo Peiresc dice "...ahora hace ya tres años que, por la gracia divina, he conseguido recuperar la paz de espíritu tras renunciar a cualquier ocupación distinta a mi amada profesión (...) Me veía perdido en aquel laberinto, acosado día y noche por una sucesión sin fin de preocupaciones urgentes, lejos de casa durante largos meses y obligado a permanecer continuamente en la Corte". Rubens falleció en su casa de Amberes el 30 de mayo de 1640, a punto de cumplir los sesenta y tres años. Tres días después se celebra el funeral en la iglesia de Santiago, donde sigue enterrado en una capilla privada en la que, durante siglos, estuvo instalada una de sus mejores obras religiosas: "La Virgen rodeada de santos". El Barroco había perdido al pintor que mejor interpretaba sus premisas de exaltación del poder de la iglesia y de las monarquías absolutas. Su influencia avasalladora, tanto por la amplia cantidad de artistas que acudieron a su taller como por los grabados que se realizaron de su obra, llegó a todas las cortes europeas y fue una pieza fundamental para el aprendizaje de los jóvenes artistas.

Pedro Pablo Rubens
El jardín del amor

ca. 1630 - 1632
Óleo sobre tela; 198 x 283 cm



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