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Vincent van Gogh


Van Gogh

V

incent Willem Van Gogh nació en Groot Zundert, pueblo holandés cercano a la frontera belga, un 30 de marzo de 1853. Su abuelo y su padre eran pastores evangelistas y en su ascendencia hubo un escultor, orfebres y tres de sus tíos, especialmente el tío Vincent, fueron “marchands” de arte. De su madre, Anne-Cornélie Carbentus, de caracter vivaz, heredó su naturaleza nerviosa, el gusto epistolar y la habilidad para el dibujo. Si bien fue el mayor de seis hermanos, su madre había tenido un hijo nacido exactamente un año antes, el 30 de marzo de 1852, al que habían llamado Vincent, y que había fallecido al nacer. Así, en el ambiente familiar flotaba la idea de que éste Vincent había venido a substituir a aquel primer hijo, cuya pérdida tanta aflicción causó en sus padres. Durante toda su infancia y adolescencia, Van Gogh podía ver, al costado del templo donde predicaba su padre, una tumba con su nombre (en la que yacía el cuerpo del bebé fallecido) a la que llevaba flores el día de su propio cumpleaños.

Familia
Familia van Gogh
arriba: los padres Theodorun (1822-1885) y Anna-Cornelia (1819-1907); abajo: los hijos Vincent (1853-1890), Anna-Cornelia (1855-1930), Theodorus —“Theo”—(1857-1891), Elisabetha Uberta (1859-1936), Willemina Jacoba (1862-1941) y Cornelis Vincent (1867-1900)

Fotografía: Internet - Dominio Público (vía Wikimedia Commons)

Él no era este Vincent, en el imaginario de sus padres era el otro Vincent, el "sustituto". La búsqueda de su identidad, preguntarse ¿quién soy?, era su inevitable destino. Su hermana Elisabetha lo definió con claridad: «No sólo sus parientes eran extraños para él, sino que también era un extraño para sí mismo». Él mismo escribió: «Tengo un carácter diferente de los otros miembros de la familia, y en realidad no soy para nada un “van Gogh”», (quizá por eso, siempre firmó “Vincent”). No es necesario entrar en mucho psicologismo para comprender que esta circunstancia haya tenido que ver con los bruscos cambios de vocación que experimentó a lo largo de su vida y que sus biógrafos interpretan como esa desesperada búsqueda de su propia identidad, y también con su fragilidad emocional que lo llevó a estar internado a causa de sus frecuentes crisis psicóticas, (la última internación fue por propia voluntad), durante distintos períodos y que finalmente lo condujo al suicidio, independientemente de un incomprobable, aunque posible, diagnóstico póstumo de epilepsia en el lóbulo frontal.

Vincent van Gogh a los 19 años
Fotografía: Internet - Dominio Público

Su vida escolar fue fragmentaria e incompleta, habiendo asistido a la escuela de su pueblo natal y luego puesto por su padre en internados de Zevenbergen y Tilburg. Al dar por terminados sus estudios, a los dieciséis años, a instancias del tío Vincent, el “tío Cent”, (que era socio de la galería) comienza a trabajar en la sucursal de La Haya de la renombrada editora y galería de arte francesa de Adolphe Goupil, Goupil & Cie. Empleado modelo desde un comienzo, (se afirma que era el encargado de acompañar al rey Guillermo III, en sus recorridos por la galería, de la que era habitué), a comienzos de 1873 fue trasladado a la sucursal belga, donde aprendió francés. En las vacaciones de 1872, se había reunido con su familia y entabló un estrecho vínculo afectivo con su hermano Théo, cuatro años menor que él. Un año después, en 1873, Théo ingresa a trabajar junto a su hermano en la firma Goupil, empleo que conservó hasta su muerte. En mayo de 1973, los hermanos son separados, quedeando Théo en la sucursal de Bruselas y Vincent enviado a la de Londres. Al separarse, los hermanos comienzan una comunicación epistolar entre ambos, que será de fundamental importancia para el conocimiento de la vida de Vincent, sus obsesiones y su pensamiento estético, comunicación sólo interrumpida en los períodos en que estuvieron juntos, epistolario que, al decir del escritor John Updike, compone «(...) uno de los testamentos literarios más elocuentes y confesionales dejados por un pintor supremo».

Primeros dibujos (1879 - 1885)

Mujer
Van Gogh, “Cabeza de Mujer”, 1885
Fotografía: Internet - Dominio Público (vía Wikimedia Commons)
Paleador
Van Gogh, “Carbonero”, 1879
Fotografía: Internet - Dominio Público (vía Wikimedia Commons)
Sembrador
Van Gogh, “Sembrador”, 1881
Fotografía: Internet - Dominio Público (vía Wikimedia Commons)
Zuecos
Van Gogh, “Joven con zuecos, 1881
Fotografía: Internet - Dominio Público (vía Wikimedia Commons)
Mineros
Van Gogh, “Mineros”, 1880
Fotografía: Internet - Dominio Público (vía Wikimedia Commons)

En estos años Vincent, en su correspondencia, envía a su hermano croquis y dibujos dando cuenta de su intenso aprendizaje y búsqueda y de sus progresos. Sobre “Mineros”, Vincent le escribe a Theo: «Garabateé un dibujo que representa mineros y mineras yendo a la fosa por la mañana en la nieve, por un sendero a lo largo de un seto de espinas, sombras que pasan vagamente discernibles en el crepúsculo. En el fondo se esfuman contra el cielo las grandes construcciones de las minas de carbón y el ferry. Te envío un croquis para que puedas imaginártelo. Pero siento la necesidad de estudiar el dibujo de la figura en maestros como Miller, Breton, Brion o Boughton, u otro.»


“Tejedor”; 1884, Lápiz, acuarela, pluma y tinta s/papel, Van Gogh Museum<br />Un tema recurrente de este período, del que realizó varias versiones con diferentes técnicas.
Van Gogh, “Tejedor”; 1884
Lápiz, acuarela, pluma y tinta

Fotografía: Van Gogh Museum, Amsterdam
Agotado
Van Gogh, “Hombre agotado”; 1882
Fotografía: Van Gogh Museum, Amsterdam
Sentada
Van Gogh, “Mujer sentada (Sien)”; 1882
Fotografía: Internet - Dominio Público
Manos
Van Gogh, “Dos manos”; 1885
Fotografía: Van Gogh Museum, Amsterdam

Abedules
Vincent van Gogh, “Abedules podados”, 1884
Lápiz, pluma y tinta, acuarela s/papel pergamino

Fotografía: Internet - Dominio Público

En Londres, Vincent comienza a dibujar en sus ratos de ocio y a coleccionar láminas de pintores neoclásicos de renombre en ese momento como Frank Hall o Hubert von Herkomer. Allí también sufre su primera decepción amorosa al ser rechazado por Úrsula Loyer, la hija de la dueña de la pensión en la que se alojaba, la que estaba sosteniendo un noviazgo en secreto. Su desventura lo sume en una profunda tristeza; sus padres notan su depresión y envían a su hermana mayor, Anna Cornelia, que también deseaba buscar trabajo en Londres, para acompañarlo, aunque esto no logra mejorar su estado de ánimo que va derivando hacia un fervor místico que se irá acentuando con el tiempo. Su desconsuelo aumenta al ser trasladado en mayo de 1975, a la casa central de París, donde por las noches se encierra en su habitación con un colega inglés, para leer y meditar sobre la Biblia, y durante el día se desinteresa cada vez más de su trabajo y, en el momento de mayores ventas, abandona la galería sin avisar y va a pasar las Navidades con su familia en Etten. Al regresar debe presentar su renuncia. Habiendo perdido su empleo, regresa a Londres; intenta reconquistar a su amada pero es nuevamente rechazado y, finalmente, consigue empleo como profesor de francés en una escuela de Ramsgate, pasando luego a otra escuela en Isleworth. En este barrio londinense conoce, por un lado, la extrema pobreza de las víctimas de la Revolución Industrial, y, por otro, a un pastor de nombre Jones, cuyo ejemplo le refuerza su ya intensa vocación religiosa y decide dedicarse al sacerdocio como su padre y varios de sus ancestros.

En 1877 se halla en Amsterdam estudiando para ingresar en el seminario; luego de un año de estudios los abandona, no siendo capaz de sostener el esfuerzo que le exigían, y opta por formarse como misionero en la escuela evangelista de Bruselas. Egresa en noviembre de 1878 sin un destino asignado, por lo que decide ir por su cuenta y elige deliberadamente la región carbonera de Walonia, el Borinage belga, el lugar más triste y desfavorecido del país. Lo autorizan a ir "a prueba" y sin asignación monetaria. Le cuenta a Theo: «Tu sabes que una de las verdades fundamentales no solo del Evangelio sino de toda la Biblia es que la luz brilla en las tinieblas (...) La experiencia ha probado que aquellos que trabajan en la oscuridad, en las entrañas de la tierra, como los obreros de las minas. son tocados por la Palabra del Evangelio y se aferran a ella.»

Naturaleza Muerta
Vincent van Gogh, “Naturaleza muerta con sombrero”; 1881
Óleo s/papel montado en tela, Kröller-Müller Museum, Otterlo

Fotografía: Internet - Dominio Público

A lo largo de seis meses se dedica con pasión pero sin mayor éxito, a la evangelización de los mineros. Compartía su vida miserable, los auxiliaba en la escasa medida de sus posibilidades, pues, como su misión era honorífica, apenas podía mantenerse con algún dinero que le enviaba Théo. Canalizaba en esta actividad su profundo humanitarismo, su amor por los más humildes, su ideario socialista, dando lo poco que tenía, incluso su ropa, a los más pobres, asistiendo a los enfermos o a los heridos en los accidentes de las minas, a las que solía entrar junto con ellos. Pero, a pesar de su fervor, no tenía el don de la palabra y su labor evangelizadora no lograba su cometido. Sus superiores juzgan su celo excesivo y su apariencia demasiado descuidada y no le renuevan su misión. Permanece un tiempo recorriendo el Borinage a la busca de un empleo, pero finalmente regresa con su familia, que se había mudado a Etten.

Durante su estadía en la región minera, Vincent ve acentuarse su preocupación estética y dibuja intensamente. Copia láminas de Millet y otros, completa los “Ejercicios a la carbonilla” de Bargue y copia láminas del tratado de John “Bosquejos anatómicos para uso de los artistas”. Durante los seis años pasados en el comercio de arte, frecuentando los museos de Londres, París y los Países Bajos, ha adquirido una vasta formación visual. Ahora trata apasionadamente de aprender y perfeccionarse en la práctica. Aquí se produce un nuevo giro en su vida, descubre que su verdadera vocación es la pintura y decide dedicarse por entero a ella. En julio de 1880, en una carta a Théo le expresa su nueva inquietud y le pide ayuda para llevarla a cabo. Théo, que estaba bien ubicado en la firma Goupil, pero lejos de tener una posición económica desahogada, apoya a Vincent en esta nueva pasión y lo sostendrá económicamente hasta su muerte; una prueba más de su generosidad y del intenso vínculo filial que unía a los hermanos.

«Los Comedores de Patatas»

Los comedores de patatas, 1885, Óleo s/tela, Van Gogh Museum, Amsterdam
Vincent van Gogh, Los comedores de patatas;
Aardappeleters (en neerlandés) 1885, Óleo s/tela;
82 x 114 cm, Vincent van Gogh Museum, Amsterdam<

Fotografía: Internet - Dominio Público (vía Wikimedia Commons)

Van Gogh realizó muchos retratos de campesinos y cantidad de dibujos y estudios previos a esta obra. No pretendía hacer retratos realistas, quería mostrar con autenticidad las rústicas fisonomías y las manos de gente curtida por el duro trabajo en el campo. En sus cartas a Theo le cuenta sobre lo que se propuso al pintar este cuadro:

Estudio
Vincent van Gogh, Estudio para “Los comedores de patatas”, 1885
Fotografía: Internet - Dominio Público (vía Wikimedia Commons)

«He querido poner conscientemente de relieve la idea de que esa gente que, a la luz de la lámpara come patatas sirviéndose del plato con los dedos, trabajó asimismo la tierra en la cual las patatas han crecido; este cuadro, por tanto, evoca el trabajo manual y sugiere que esos campesinos merecen comer lo que honestamente se han ganado. He querido que haga pensar en un modo de vivir muy diferente al nuestro. Así pues, no deseo en lo más mínimo que nadie lo encuentre ni siquiera bonito ni bueno.»

En este período predominan en su paleta los colores neutros, terrosos, con valores bajos (oscuros) con luces puntuales que recuerdan al "caravagismo". También sobre ello, le escribe a Theo: «Mientras lo hacía, me vino a la mente lo que con tanto acierto se dijo de los campesinos de Millet: “sus campesinos parecen pintados con la tierra que siembran.”

Será a partir de su llegada a París y su encuentro con los Impresionistas cuando su paleta se aclare, se inunde de luz y abarque el completo espectro de los colores.

Sien
Van Gogh, Sien cuidando su bebe.
1882, Kröller-Müller Museum, Otterlo

Fotografía: Internet - Dominio Público (vía Wikimedia Commons)
Desnudo
Van Gogh, Pena,
1882, The New Art Gallery Walsall

Fotografía: Internet - Domino Público (vía Wikimedia Commons)

Luego de su regreso de la región minera belga, entre 1881 y 1886 estudia dibujo y anatomía en Bruselas; se traslada a diversas ciudades holandesas, siguiendo los cambios de residencia de sus padres. Reside un tiempo en La Haya, donde se mantiene con dinero que le envía su familia o la venta de algunos dibujos a parientes y conocidos y recibe los consejos del pintor Anton Mauve, (casado con una prima de Vincent) y de otros pintores del ambiente artístico de la ciudad. Pero terminará disgustado con todos por la condescendencia con que lo tratan y también porque el academicismo de todos ellos, acaba por irritarlo. Mauve llega a decirle, de forma poco elegante, que los dibujos que le han comprado Tersteeg —amigo de la familia van Gogh y que fuera su director en la tienda Goupil de La Haya— y su tío Cornelius ha sido una forma de caridad. En marzo de 1882 le escribe a Theo:

«Es cierto que Tersteeg me dio los 10 florines que le pedí ultimamente, pero ¿por qué creyó que debía aprovechar esta ocasión para endilgarme reproches y, estaría tentado de agregar, injurias? (...) Tendría razón de hacerme reproches si yo no trabajara, pero a un hombre que trabaja duro, sin aflojar, no está permitido lanzarle amabilidades de este tipo:
—“Estoy convencido de que no eres un artista”.
—“No hace falta decirlo, has comenzado demasiado tarde”.
—“Debes pensar en ganar tu pan”.

Cierto que su “trabajo duro” no era precisamente una actividad remunerada, sino la dedicación exclusiva y obsesiva a aprender y perfeccionarse en las diversas técnicas del dibujo, la acuarela y la pintura. En una carta porterior le expresa a su hermano su tristeza por la situación:

«Es evidente que ver a hombres como Mauve y Tersteeg, que se muestran indeferentes, hostiles o rencorosos, cuando yo había esperado contar más o menos con su simpatía, me trae mucha amargura y no me facilita la existencia.»

Residió un tiempo en Nuenen, Holanda, junto a su familia y se dedicó intensamente a dibujar y pintar centrándose en motivos de la vida de los campesinos y gentes de pueblo. De esta época es la obra “Los comedores de patatas” que se considera la mejor de su período holandés (él mismo así lo pensaba «Lo que creo acerca de mi propio trabajo es que la pintura de los campesinos comiendo patatas que hice en Nuenen es, después de todo, lo mejor que he hecho.»). Admiraba a los franceses Millet y Daumier cuyo realismo social coincidía con su aguda sensibilidad por los padecimientos de los más necesitados, desarrollada en su experiencia como misionero en Bélgica.

Zapatos
Vincent van Gogh, “Par de zapatos”1886
Óleo s/ tela; 37.5 x 45.5 cm, Vincent van Gogh Museum

Fotografía: Internet - Dominio Público

Por estos años, sufre un nuevo rechazo amoroso, esta vez por parte de Kate, una prima suya, viuda, de quien se había enamorado, pero que se niega a recibirlo. Estando en La Haya, en enero de 1882 comienza una rara relación con una prostituta embarazada, Christine o Clasina Hoomik, conocida como Sien, que recoge de la calle por humanidad. Será su amante y modelo durante casi dos años, (aunque a poco de comenzar su relación Vincent contrae gonorrea y debe pasar 20 días hospitalizado), resistiendo la oposición de Theo y toda su familia. En carta de junio de 1882, responde a las advertencias de su hermano: «(...) Estoy contento de que me hayas dicho francamente lo que pensabas de Christine, es decir que intrigaba y que yo me dejaba embaucar por ella. (...) En cuanto a Christine, me apegué realmente a ella y ella a mí, es mi fiel colaboradora, me acompaña donde vaya (...) Ella y yo somos dos desdichados que se hacen compañía y llevan juntos su carga.» En otro párrafo de la misma, le dice a Theo: «Haz se saber que la vida de la mujer, la del hijo, también la mía, están suspendidas, hasta que mis dibujos me produzcan algún dinero, al hilo de oro de tu mensualidad de 150 francos. Si ese hilo se rompiera, entonces morituri te salutant.»[1] A pesar de su oposición a la relación, Theo nunca le retiró su apoyo económico.

Biblia
Vincent van Gogh, “Naturaleza muerta con Biblia”
1885, Óleo s/tela, Van Gogh Museum

Fotografía: Internet - Dominio Público

Pintada al final de su período holandés, esta obra, importante por su calidad, refleja la tensión espiritual de Vincent en ese momento. Es la confrontación dialéctica entre dos libros característicos. Por un lado, dominando la composición contra un fondo oscuro, la tradición religiosa holandesa representada en la Biblia de su padre, abierta, no por casualidad, en un versículo de Isaías; y al borde de la mesa una novela moderna, “La alegría de vivir” de Zola, un autor devenido en su favorito, en claro amarillo, anunciando la luminosidad de su futura obra.

Incluso llegó a tener la intención de casarse con ella, pero terminará dejándola en septiembre de 1883, ante el insistente pedido de su hermano. Fue la primera y la única relación de pareja que tuvo en su vida. De cualquier manera, en estos años pinta y dibuja afanosamente; se siente particularmente atraído por la pintura de Millet, Daumier y Courbet, por la inspiración social que late en sus obras, inspiración con la que se siente profundamente identificado. Luego de la muerte de su padre en marzo de 1885, se traslada a Amberes con la intención de estudiar y poder encontrar mercado para sus obras. A pesar del rechazo que la enseñanza de las Academias le produce, asiste con frecuencia, pasa por diversos talleres, trabaja intensamente aún bajo frecuentes malestares producto de su mala y escasa alimentación. Las críticas que recibe de sus maestros no suelen ser favorables pero, en la ciudad de Rubens, descubre que la pintura oscura que practica no expresa lo que el desea. En otro de sus característicos arrebatos, y, además, desalentado ante la imposibilidad de encontrar compradores para sus cuadros, se traslada a París, sin siquiera avisarle previamente a Théo, quien ya se encontraba residiendo allí, dirigiendo un negocio de arte en el Boulevard Montmartre, que él había abierto por cuenta de los sucesores de Goupil, Boussod, Valadon & Cie. En su galería, Theo obtuvo la aprovación de sus mandantes para dar cabida a los pintores impresionistas en su salón de exposiciones y en la trastienda, y a predecesores injustamente olvidados como Daumier, aparte de que su sótano se había convertido en lugar de reunión de los jóvenes vanguardistas. En marzo de 1886, los hermanos se reencuentran en París y permanecerán juntos en esa ciudad hasta febrero de 1888.

Al principio, Theo albergó a su hermano en su estrecho apartamento, cerca de la Place Pigalle, donde no tenía lugar para pintar. Por ello y por su deseo de proseguir su estudio del desnudo, es que Vincent se inscribe en el taller de Cormon, muy en boga en ese momento. Por la mañana asistía a las sesiones con modelo vivo y por la tarde volvía solo, para copiar los yesos de esculturas antiguas. Sus jóvenes condiscípulos no dejan de notar su frenético trabajo que no se detenía ni en los períodos de descanso del modelo. En Junio los hermanos se mudaron a un departamento más amplio en un tercer piso, en la colina de Montmartre, en la rue Lepic, donde Vincent pudo tener una habitación para instalar su taller. Abandona la academia Cormon y se pone a pintar, entre otros motivos, el panorama que ve desde su ventana.

En París Vincent toma contacto con la pintura de vanguardia, cuando aun no había cesado el eco de las polémicas y escándalos que provocaron los Impresionistas (y el grupo empezaba a desmembrarse con su última exposición) y ya comenzaban a despuntar las experiencias superadoras de los Postimpresionistas, entre los cuales, tres décadas después, él mismo sería incluido por la crítica de arte. Cuenta con la guía experta de su hermano que está plenamente al corriente de las nuevas tendencias en pintura. Fue una etapa decisiva en su formación como pintor. Hasta ese momento su pintura había sido oscura, de colores neutros —vale como ejemplo “Los comedores de papas”, su obra más característica del período holandés—, Pero en París se sentirá vivamente atraído por la pintura luminosa de los impresionistas; conoció y recibió la influencia de Pissarro, con quien lo unirá la común pasión por Millet, de Seurat, Toulouse-Lautrec y Gauguin. Conoció a Rodin, al joven Matisse, se hizo amigo de Monet, traba relación con el marchand inglés Alexander Reid (del que hará dos retratos) y coleccionó ilustraciones de dibujantes y grabadores japoneses, que influenciaron su estilo (e incluso, las utilizó como fondo para algunos retratos como los de "Père" Tanguy). Realizó experimentos con la técnica impresionista y puntillista, que lo llevarían a definir su propio estilo; se enredó en los debates y conversaciones sobre temas artísticos que tenían lugar en los cafés de Montmartre o en la pinturería de "Père" Tanguy, lugares donde se reunían sus amigos y donde expondría sus cuadros. ("Père" Tanguy era un pintoresco personaje que apoyaba a los artistas modernos y al que retrató Vincent en varias ocasiones y donde se hizo amigo de dos pintores jóvenes y apasionados, Paul Signac y Emile Bernard.)

Sus años en París

Jarrón con Flores
Vincent van Gogh, “Jarrón con flores”; 1886 - 1887
Óleo s/tela, 43.5 x 58 cm, Colección Privada

Fotografía: Internet - Dominio Público
Yeso
Vincent van Gogh, “Torso femenino (Yeso)”; 1886
Óleo s/tela, 27 x 40.5 cm, Van Gogh Museum

Fotografía: Internet - Dominio Público
Vista de Montmartre
Vincent van Gogh, “Vista de París cerca de Montmartre”; 1886
Óleo s/tela, 38.5 x 45.6 cm, National Gallery of Ireland

Fotografía: Internet - Dominio Público
terraza
Vincent van Gogh, “Terraza del Molino Blute-Fin”; 1886
Óleo s/tela, 33 x 43 cm, Art Institute of Chicago

Fotografía: Internet - Dominio Público
Moulin de la Galette
Vincent van Gogh, “El Moulin de la Galette”; 1886
Óleo s/tela, 50 x 61 cm, Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires

Fotografía: Internet - Dominio Público

El período parisino fue su "escuela"; entre las muchas influencias que recibió, estuvo el descubrimiento de Monticelli[2] en la galería del marchand Delarbeyrette. Los jarrones con flores de este artista impresionaron a van Gogh por su vibrante colorido y lo inspiran a realizar una gran cantidad de bodegones como el arriba mostrado, que constituyen para él una valiosa ejercitación sobre el manejo del color. En lo que respecta a la figura, también son numerosos los oleos y dibujos de figuras de yeso vistas desde diversos ángulos. Los paisajes que veía desde su ventana o en las calles y parques de los alrededores fueron también los motivos con los que experimentó las técnicas impresionistas y puntillistas, hasta llegar a definir su personal estilo.

“Techos de París”, 1886, Óleo s/placa enyesada, Van Gogh Museum
Vincent van Gogh, “Techos de París”; 1886
Óleo s/placa enyesada, 41 x 30 cm, Van Gogh Museum

Fotografía: Internet - Dominio Público
Boulevard
Vincent van Gogh, “Boulevard de Clichy”; 1887
Óleo s/tela, 45.5 x 55 cm, Van Gogh Museum

Fotografía: Internet - Dominio Público
Camino
Vincent van Gogh, “Camino en el parque Voyer-d'Argenson en Asnieres”; 1887
Óleo s/tela, 59 x 81 cm, Yale University Art Gallery

Fotografía: Internet - Dominio Público

Vecino de su edificio, el marchand Portier toma en consignación algunas telas y dibujos de van Gogh, que llamarán la atención de Guillaumin[3]. Portier los presenta y rapidamente traban amistad. Vincent visita a menudo el taller que Guillaumin tiene en la Isla de San Luis, donde es recibido con afecto pero también con temor por sus reacciones violentas y su irritabilidad. «Conservo el recuerdo —dirá más tarde— de un van Gogh que enseguida pierde los estribos en una discusión. En una ocasión Vincent se desnudó, se puso de rodillas para explicarse mejor y nadie podía calmarlo». Se necesitó toda la paciencia y amor fraterno de Theo para soportar un compañero tan poco sociable que se peleaba con los visitantes y arruinaba el departamento con su desorden. Theo le confiesa a su hermana: «La casa es insostenible (...) es como si en él hubieran dos personas, una maravillosamente dotada, delicada y tierna, la otra egoista y de corazón duro. Qué lastima que sea su propio enemigo.»

Puerta
Vincent van Gogh, “Puerta en la Muralla de París”, 1887
Acuarela, pluma, lápiz, Museo van Gogh, Amsterdam

Fotografía: Internet (vía Galería de van Gogh)

Vincent era consciente de sus problemas de carácter; ciertamente, la ciudad, la bohemia y la vida urbana lo excitaban y lo llevaban a excesos que dañaban su salud; por otra parte, la naturaleza lo atraía poderosamente. Quiso ir a África, como su admirado Delacroix, pero debió conformarse con trasladarse a la Provenza, en el sur de Francia. Pero su necesidad de alejarse de la ciudad pudo tener también otro motivo oculto. En una carta a su madre, Vincent escribe: «Y ahora te lo digo a ti pero no a él, que es bueno que no me quede en París, porque nosotros nos apegaríamos demasiado el uno al otro. Pero este no es el objetivo de la vida.» En el fondo, lo que quizás temía, era ser un obstáculo para un posible matrimonio de Theo, quien ya había propuesto casamiento a Johanna Bonger, la hermana de su gran amigo Andries.

Sus días en París iban llegando a su fin. «Frecuenté por tres o cuatro meses el taller de Cormon, pero no lo encontré tan útil como esperaba.» confiesa. Dibujó y pintó desnudos con modelo vivo o de estatuillas de yeso, practicó el cróquis en las calles de la ciudad. En el tiempo que estuvo en París atravesó una rápida mutación: del expresionismo sombrío a la luminosidad alegre del impresionismo y sus derivados sin carga pasional ni tensión social. En carta a su hermana Will, le cuenta: «El año pasado no he pintado casi nada más que flores para habituarme a utilizar otros colores que no sean el gris, es decir, para usar el rosa, el verde, pálido o crudo, el azul pálido, el violeta, el amarillo, el maranja, un alegre rojo. Este verano pinté paisajes en Asniêres, vi más colores que antes. Ahora estoy mirando de hacer retratos.» Inspirado en Fantin-Latour, Renoir y, principalmente, Monticelli, cincuenta bodegones con flores en formato vertical y otros tantos paisajes en formato apaisado, más otros dibujos y pinturas, revelan la adquisición de una nueva paleta de colores que, al cabo de este período, produjo la síntesis entre la vibrante luminosidad impresionista y la aguda sensibilidad gráfica propia de Vincent.

A fines de febrero de 1888, siempre con el sostén económico de Théo, Vincent se instaló en Arlés. Allí, y en la localidad cercana de Saint-Remy, realizó en el corto tiempo que va de marzo de 1888 a mayo de 1890, una impresionante obra pictórica que lo colocaría entre los máximos artistas modernos. Huertos, trigales, olivares y viñedos, paisajes urbanos y retratos, interiores; decenas de cuadros vigorosos en los que «...se expresa una de las individualidades más avasalladoras de la historia del arte.»[4]

La estadía en Arlés

Sembrador al atardecer
Vincent van Gogh, “Sembrador al atardecer”; 1888
Óleo s/tela, 64 x 80.5 cm, Museo Kröller Müller, Otterlo

Fotografía: Internet - Dominio Público
“Dormitoria en Arlés”; (3ª versión), 1889, Óleo s/tela, Musée d'Orsay, París
Vincent van Gogh, “Dormitorio en Arlés” (3ª versión); 1889
Óleo s/tela, 57.5 x 74 cm, Musée d'Orsay, París

Fotografía: Van Gogh Museum
Café nocturno
Vincent van Gogh, “Café Nocturno”; 1888
Óleo s/tela, 72 x 92 cm, Yale Art Gallery

Fotografía: Internet - Dominio Público

Sobre el Sembrador, Vincent escribe a su amigo Bernard, luego de describir los colores que utilizó: «(...) pero me importa un comino la veracidad del color. (...) no detesto el campo habiendo sido criado allí, retazos de recuerdos de tiempos pasados, anhelos de ese infinito cuyo símbolo el Sembrador, la gavilla, todavía me encantan como antes.» De su dormitorio en Arlés (del que realizó tres versiones casi idénticas) le comenta a Theo: «Había querido expresar un reposo absoluto mediante todos estos tonos diversos.». Van Gogh siempre usó el color para expresar sus íntimas sensaciones.


Viejo Molino
Vincent van Gogh, “El viejo molino”; 1888
Óleo s/tela, 54 x 64.5 cm, Albright-Knox Art Gallery, Buffalo, EEUU.

Fotografía: Internet - Dominio Público
Autorretrato para Gauguin
Vincent van Gogh, “Autorretrato”;
(Dedicado a Paul Gauguin), 1888, Óleo s/tela, Fogg Art Museum, EEUU.

Fotografía: Internet - Dominio Público
Girasoles
Vincent van Gogh, “Los Girasoles”; 1888
Óleo s/tela, 93 x 73 cm, National Gallery, Londres

Fotografía: Internet - Dominio Público
Terraza
Vincent van Gogh, “Terraza de café por la noche”; 1888
Óleo s/tela, 81 x 65.5 cm, Museo Kröller-Müller, Otterlo, Paises Bajos

Fotografía: Internet - Dominio Público

Unos años antes, durante su estadía con su familia en Nuenen (de diciembre de 1883 a noviembre de 1885), cuando ya su salud se había visto afectada por el modo intenso e incansable de pintar, sin tomar en cuenta momentos de descanso o una buena alimentación, había escrito a su hermano Théo una carta cuya lucidez y clarividencia impresionan:

«Vivo para pintar y no para mantener mi cuerpo con buena salud. Creo poder concluir, sin exageración, que mi cuerpo resistirá todavía por unos años, quizás de seis a diez años. No tengo intención de cuidarme, ni de rechazar las emociones y las penas: me es relativamente indiferente vivir durante un tiempo más o menos largo... Vivo como un ignorante que sólo sabe una cosa con certeza: que debe terminar al cabo de algunos años una obra determinada... El mundo no me interesa sino en la medida de la deuda que siento tener para con él, y de la obligación —puesto que he caminado en él durante tantos años—, de dejarle por gratitud algunos recuerdos, en forma de dibujos o cuadros que no han sido concebidos para satisfacer una u otra tendencia, sino para expresar un sentimiento humano sincero

Casa Amarilla
Vincent van Gogh, “La Casa Amarilla”, 1888, Óleo s/tela, Museo van Gogh
Fotografía: Van Gogh Museum, CC BY-SA 2.0 (vía Wikimedia Commons)

Vincent imaginaba la Provenza a través del color de sus pintores, Monticelli, Cézanne, o las descripciones de sus novelistas, Zola, Daudet. Llegó a Arles un 21 de febrero y la descubrió cubierta de nieve. Pero pronto esa inusual blancura se disipa, los almendros florecen bajo un sol brillante en un cielo despejado. «El país me parece tan hermoso como Japón por la claridad de la atmósfera y los alegres efectos de color.», le escribe a Emile Bernard. Por otra parte, la campiña plana y los canales de irrigación con sus puentes levadizos, seguramente le evocaban a su Holanda natal.

En Arlés, Van Gogh alquila un ala de la que llamó la “casa amarilla”, por el color de su fachada. Dispone allí de cuatro habitaciones, por lo que invita a Gauguin a vivir y trabajar juntos, rescatando a su amigo, siempre con la ayuda de Théo, de la miseria en la que vegetaba en Bretaña. El 20 de octubre de 1888 Gauguin llega a Arlés, menos por amistad con Vincent que por obligación con Theo por su ayuda y porque organizará en noviembre la primer esposición individual de su obra. Pintan, van juntos al burdel de la Rue du Bout, pasan las noches en el café. Gauguin aconseja a Van Gogh sobre los temas pictóricos que los ocupan; Vincent lo escucha y trata de seguir sus consejos pero pronto comienza a sentir que las imposiciones de una personalidad muy rígida e incapaz de considerar otro punto de vista que no sea el suyo, como la de Gauguin, lo traban y le impiden buscar su propio camino. Dos meses más tarde, Van Gogh escribe a Théo: «Creo que Gauguin se ha desilusionado un poco de la pequeña ciudad de Arlés, de la casita amarilla en la cual trabajamos y sobre todo de mí.» La alegre camaradería entre ambos se transforma en una tensa relación; las discusiones van subiendo de tono hasta que el 23 de diciembre, durante una querella, Van Gogh arroja un vaso de ajenjo a su amigo. A la mañana siguiente Gauguin recoge sus pertenencias y hacia el anochecer abandona la “casa amarilla". Van Gogh lo sigue con una navaja en la mano; cuando Gauguin lo advierte, le basta mirarlo fijamente para que Vincent vuelva precipitadamente a refugiarse en su habitación.

Vincent van Gogh, “Silla”; 1888
Fotografía: Internet - Dominio Público

Esa noche tendrá lugar el episodio más conocido, relatado y analizado por médicos y psiquiatras, (y también controvertido)[5] de la vida de Van Gogh. Arrepentido, para infligirse un castigo, se corta el lóbulo de su oreja izquierda (aunque en sus retratos parece ser la derecha, debe tenerse en cuenta que el pintor se retrató mirándose en un espejo) y, envuelta en un pañuelo, va al burdel de la Rue du Bout, donde iban con frecuencia con Gauguin, a ofrecersela a una joven que había conocido en Arlés (que no sería una prostituta como siempre se afirmó, sino la joven que efectuaba la limpieza, según la investigación de la historiadora Bernadette Murphy[6]). Luego se encierra en su casa sumido en una profunda crisis. La partida de Gauguin no sólo representa la pérdida de un amigo y compañero, también es el derrumbe de un sueño: la constitución de un atelier del Mediodía, que nucleara a un grupo de artistas pintores «...como hacían los viejos monjes, los hermanos de la vida común de los brezales holandeses.» Van Gogh, con su aguda sensibilidad, sentía lúcidamente el aislamiento de la sociedad que sufren los renovadores, el abismo de incomprensión que se había abierto entre ésta y los artistas. Para superar esta situación imagina esa especie de asociación de artistas de la que la reunión con Gauguin podía constituir el comienzo. «Me convenzo cada vez más de que los cuadros que sería necesario pintar para que la pintura actual se hiciese auténtica y se elevase a una altura equivalente a las cumbres serenas alcanzadas por los escultores griegos, los músicos alemanes y los novelistas franceses, superan la potencia de un individuo aislado» había escrito tiempo antes, a su amigo Émile Bernard.

Autorretratos

Probablemente van Gogh haya sido el pintor que mayor cantidad de veces se autorretrató. Cuarenta autorretratos pintados o dibujados en menos de cinco años, junto al resto de su obra, tan consubstanciada a su propia vida y el testimonio de su correspondencia, constituyen una dramática autoexploración que da prueba de la desesperada búsqueda de sí mismo que fué su vida.

Pero, junto a esa motivación subconciente, también pudo haber una razón de orden práctico. No siempre podía Vincent conseguir modelos que posaran para él por unas monedas o por amistad. «Se dice —y yo así lo creo— que es dificil conocerse uno mismo; pero tampoco es fácil pintarse a uno mismo. En este momento trabajo autorretratos; a falta de otro modelo, me pinto a mi mismo» le cuenta a su hermano. La evolución de su estilo y los diversos estados de ánimo que atraviesa en esos pocos años, se hacen claramente patentes en esta serie de obras que constituyen una dramática introspección.

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Autorretrato, 1886
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Autorretrato con pipa, 1886
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Autorretrato con pipa, 1886
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Autorretrato con sombrero, 1886
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Autorretrato con sombrero de fieltro gris, 1887
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Autorretrato, 1887
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Autorretrato, 1887
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Autorretrato, 1887
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Autorretrato, 1887
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Autorretrado - Dibujo - 1887
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Autorretrato, 1887
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Autorretrato, 1887
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Autorretrato, 1887
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Autorretrato, 1887
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Autorretrato, 1887
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Autorretrato con pipa y vaso, 1887
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Autorretrato con sombrero de fieltro gris, 1887
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Autorretrato, 1887
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Autorretrato con sombrero de paja, 1887
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Autorretrato, 1887 - 1888
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Autorretrato con sombrero de paja, 1887 - 1888
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Autorretrato con sombrero gris, 1887 - 1888
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Autorretrato con caballete, 1888
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Autorretrato (dedicado a Gauguin), 1888
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Autorretrato con sombrero de paja y pipa, 1888
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Autorretrato (en hospicio Saint-Paul), 1889
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Autorretrato con oreja vendada, 1889
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Autorretrato con oreja vendada y pipa, 1889
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Autorretrato (en hospicio Saint-Paul), 1889
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Autorretrato (internado en Saint-Paul), 1889

En la mañana del 24 de diciembre de 1888, es internado en el hospital y se lo ubica en la celda de los locos; el Dr. Felix Rey atenderá su herida. Es dado de alta el 7 de enero pero mantendrá el contacto con el Dr. Rey quien le suministra las medicinas recetadas. En agradecimiento, Vincent lo retrata y le regala el cuadro.[7] Vuelve al hospital un mes después ante una nueva crisis nerviosa; es dado de alta a los dies días pero por pedido de un temeroso grupo de vecinos que solicita su internación al intendente de Arlés, será nuevamente ingresado el 26 de febrero. Las crisis de locura y de depresión se irán alternando con períodos de lúcido fervor, hasta el fin de su vida. Está débil, come poco; según el doctor Rey que lo atiende, se ha mantenido a café y alcohol. Pero nada le impide pintar: «Trabajo como un verdadero poseso, siento más que nunca un obstinado furor de trabajo. Y creo que esto contribuirá a curarme.» Pinta sus dos famosos autorretratos: Autorretrato con la oreja vendada y Autorretrato con cabeza vendada y pipa; luego seguirán naturalezas muertas, paisajes, el retrato del Dr. Rey, ya mencionado, y uno del cartero Roulin, uno de los pocos amigos que tuvo en Arlés, entre los varios que le hiciera a él y a su familia. A principios de mayo, por pedido suyo, es llevado por Théo al asilo para enfermos mentales de Saint-Paul-de-Mausole (un antiguo monasterio), en la localidad de Saint-Remy-de-Provence, cercana a Arlés.

Cosecha
Vincent van Gogh, “La cosecha” (La llanura de La Crau), 1888, Óleo s/tela, Van Gogh Museum
Fotografía: Internet - Dominio Público

En el hospicio de Saint-Paul permaneció cerca de un año trabajando frenéticamente como era su costumbre: una centena de paisajes además de naturalezas muertas, retratos, sus cuatro últimos autorretratos y más de un centenar de dibujos y acuarelas, componen la producción de esta etapa. También, volviendo a sus primeras influencias, hará cerca de cuarenta copias de obras de Millet, Delacroix, Rembrandt y Daumier —entre ellas, una Piedad, reversión de una obra de Delacroix, hoy en el Museo van Gogh y una copia de la cual está en la iglesia de Auvers-sur-Oise—. Casi todas las mañanas salía al campo a pintar, seguido por un cuidador que lo vigilaba. Pero también encontraba motivos en el parque del hospital o modelos que retratar entre el personal.

Hacia el mes de mayo de 1890 Théo había encontrado un lugar más cercano a París para trasladar a su hermano. En Auvers-sur-Oise, veinte kilómetros al norte de la ciudad y a una hora de tren, Vincent estaría en tratamiento con el doctor Gachet, amigo de varios de los más importantes pintores de fin de siglo como Cézanne, Pissarro y otros. El 17 de mayo llega Van Gogh a París y permanece unos días en casa de su hermano, que para ese entonces ya estaba casado con Johanna Bonger y tenía un niño al que había llamado... Vincent Willem. Se muestra alegre y sociable pero impaciente por volver a trabajar, por lo que el 21 parte para Auvers. En poco más de dos meses pintó setenta cuadros, entre los que estarán sus últimas obras maestras: el “Retrato del Dr. Gachet”, la “Iglesia de Auvers”, el “Trigal bajo el cielo tempestuoso” y, en vísperas de su muerte, “Trigal con cuervos”. Qué lo llevó a quitarse la vida es algo que no está claro; quizá el cansancio ante la interminable sucesión de períodos de crisis y de lucidez, o tal vez el presentir una nueva crisis. La copiosa correspondencia con su hermano, que tanto revela sobre su vida y su pensamiento, nada aclara sobre el particular. El 23 de julio envió una carta a Théo en la que, entre otras cosas, le decía: «Quería escribirte muchas cosas, pero ya no tengo voluntad, pues siento que es inútil.» El domingo 27 se disparó un tiro en el pecho y, luego de dos días de agonía, falleció el 29 de julio de 1890, en los brazos de su hermano Theo y en compañia de su amigo Émile Bernard.[8]

Vincent soportó su agonía con serenidad, fumando su pipa; la fiebre le traía evocaciones del pasado o le recordaba parlamentos enteros de Ricardo III de la época en que estaba apasionado por Shakespeare. Theo, en cambio, estaba animicamente desmantelado, a pesar de los esfuerzos de Émile por consolarlo. Cuando muere Vincent su féretro fue puesto sobre la mesa de billar de la pensión Ravoux rodeado por algunas de sus últimas obras. Una revulsiva ironía del destino: su muerte le brindaba su primera exposición individual. Como era un suicida, el párroco de Auvers se negó a facilitar la carroza de la parroquia para el funeral. Émile Bernard debió ir a un pueblo cercano, Méry, para conseguir una. Sus restos fueron enterrados en el pequeño cementerio de Auvers y, 24 años después, recibió la compañía de su hermano, cuyos restos fueron ubicados a su lado por decisión de su cuñada, Johanna van Gogh-Bonger.

Seis meses después de su muerte, Octave Mirbeau publicó en L'Echo de París uno de los primeros artículos laudatorios sobre Vincent van Gogh luego de su muerte. En uno de sus párrafos decía:

«Los cuadros expresan el reflejo de un hombre que está, furioso y altanero, colgado del abismo de sí mismo.»

Sus días en el Hospital de Saint-Rémy-de-Provence

“Noche estrellada”; 1889, Óleo s/tela, Museum of Modern Art, Nueva York
Vincent van Gogh, “Noche estrellada”; 1889
Óleo s/tela, 76.7 x 92.1 cm, MOMA, Nueva York, EEUU.

Fotografía: Internet - Dominio Público (Google Proyect)
Saint-Remy
Vincent van Gogh, “Jardín del Hospital de Saint-Rémy”; 1889
Óleo s/tela, 73 x 92 cm, Colección Privada

Fotografía: Internet - Dominio Público
Lirios
Vincent van Gogh, “Lirios”; 1889
Óleo s/tela, 71.1 x 93 cm, J. Paul Getty Museum, Los Ángeles, EEUU

Fotografía: Internet - Dominio Público

Van Gogh pasaba horas contemplando el paisaje desde la ventana de su cuarto en el hospicio y quedó impresionado por la forma y el color de unos cipreses que veía. Es así que aparecieron cipreses en varias obras de este período. En una carta a su hermano habla de ellos: «Los cipreses siguen preocupándome, me gustaría hecer con ellos algo así como las telas de los girasoles, porque me sorprende que todavía no se los haya hecho como yo los veo.»

“Trigal con cipreses”; 1889, Óleo s/tela, Museum of Modern Art, Nueva York
Vincent van Gogh, “Trigal con cipreses”; 1889
Óleo s/tela, 73 x 93 cm, MOMA, Nueva York, EEUU

Fotografía: Internet - Dominio Público
Siesta
Vincent van Gogh, “La siesta”; 1889 - 1890
Óleo s/tela, 73 x 91 cm, Musée d'Orsay, París

Fotografía: Musée d'Orsay
Tumbas hnos. van Gogh
Tumbas de Theo y Vincent van Gogh en el cementerio de Auvers-sur-Oise
Fotografía: del autor

Auvers-sur-Oise, una pequeña villa de hermosos paisajes y casas de fin de semana, era a fines del siglo XIX un sitio muy frecuentado por los pintores que volcaban en sus cuadros las espléndidas vistas y las pintorescas callecitas del lugar. Esta circunstancia la transforma hoy en un sitio de atracción turística, con un circuito que recorre la casa que habitó el Dr. Gachet; el hostal de la familia Ravoux, donde viviera sus últimos meses Van Gogh y en el que se conserva el cuarto donde murió, tal como estaba entonces; la casa atelier del pintor Daubigny y el cementerio con las tumbas de los hermanos Van Gogh. En sus calles se ven reproducciones de los cuadros más famosos, ubicadas en los lugares desde los cuales fueron pintados, como en la Iglesia de Notre Dame, de Van Gogh o una callejuela que inspiró a Cézanne.

Cuando Van Gogh descubre su vocación de pintor y abandona su misión evangelizadora, no por eso abandona su fervor social, su amor por los más humildes, los obreros, los campesinos. Y esa es la principal temática de todo el período previo a su llegada a París. No es una exclusividad de Van Gogh; un arte socialista o de inspiración social, influido por las ideas del primer socialismo, el más lírico y utópico, ya contaba con muchos cultores por toda Europa. En Bélgica, James Ensor y el escultor Constantin Meunier; en Alemania, la grabadora Käthe Kollwits, por citar unos pocos ejemplos, reflejaban en sus obras la dura vida de los obreros y campesinos, sus luchas y rebeliones, en una Europa atravesada por los conflictos sociales, la mayor parte de las veces cruelmente reprimidos. Consecuente con este modo de pensar, son su admiración por Millet, Daumier y Courbet, los realistas franceses que reflejaban en su obra la misma problemática. Aunque, paralelamente, también se sintiera fascinado por el colorido y la vehemencia de Delacroix. Pero cuando llega a París, su ideario socialista, pleno de mesianismo humanitario, choca con la realidad: la restauración imperial de Napoleón III había ahogado los sueños democráticos de la "comuna" de París, y los artistas que habían adherido a ella, eran cruelmente escarnecidos. La reacción antidemocrática llegaba a poner bajo sospecha a la generación siguiente de artistas, los impresionistas, a pesar de que éstos, frente a la hostilidad de la crítica oficial y del público burgés, se habían refugiado en los problemas técnicos de la relación entre ciencia y pintura, de la luz, de la transcripción objetiva en la pintura de la visión de la naturaleza, desentendiéndose de los problemas del contenido de la obra, que tanto preocuparon a los artistas realistas y también a los románticos.

Explicar la trágica determinación de Van Gogh exclusivamente desde el punto de vista médico, más que aclarar, elude el problema de fondo. La aguda sensibilidad de un artista como Van Gogh no podía dejar de sentir dolorosamente el fracaso de los ideales de libertad, igualdad y fraternidad que, habiendo sido creados por la sociedad burguesa desde el Iluminismo y esparcidos por el mundo por la Revolución Francesa, en ese fin de siglo XIX ya se hacía evidente que esa misma sociedad, les daba la espalda. Ante la consolidación de gobiernos retrógrados y de una sociedad que se estratifica sobre la base del poder del dinero, los generosos ideales se derrumbaban, los artistas veían destruirse todo aquello en lo que habían creído y quedaban en una angustiosa soledad. Además, una sociedad presa de los convencionalismos académicos oficiales, rechaza en bloque la obra de las vanguardias. La única crítica favorable que van Gogh recibió en vida fue en un artículo publicado en Le Mercure de France en enero de 1890, por el poeta Albert Aurier con el sugestivo título “Los aislados”.

No es Van Gogh el único caso; entre 1870 y los primeros años del siglo XX, muchos literatos y artistas plásticos sufrirán destinos similares y reflejarán en sus obras parecidos sentimientos. El intento de suicidio de Gauguin antes de su fuga a las islas Marquesas; la mordaz crítica a una humanidad absurda y grotesca de las obras que Ensor produce en su voluntario encierro en su casa de Ostende; el gélido terror de las imágenes que Edvard Munch pinta apenas unos años después de la muerte de Van Gogh o páginas como las que Rimbaud escribe en "Temporada en el Infierno": «Mi salud estaba amenazada. (...) Estaba maduro para la muerte y mi debilidad me conducía por un camino de peligros hacia los confines del mundo...» Son los primeros síntomas de lo que finalmente estallará en las vanguardias europeas de las primeras décadas del siglo XX, desde el expresionismo hasta el dadaísmo y el surrealismo, como protesta e implícita denuncia de todo lo que en la sociedad oprime al Hombre.


Vincent van Gogh, “Noche estrellada sobre el Ródano”;
1887 - 1888, Óleo s/tela, 72 x 92 cm, Museé d'Orsay, París

Fotografía: Internet - Dominio Público

Retratos

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Retrato de Mujer - 1884
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Azul
Retrato de Mujer en azul - 1885
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Tanguy
Retrato de "Pére" Tanguy - 1886/87
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Theo
Retrato de Theo van Gogh - 1887
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Retrato de Agostina Segatori - 1887
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Retrato de "Pére" Tanguy - 1887
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Retrato del marchand Alexander Reid - 1887
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Retrato de Eugene Boch - 1888
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Retrato de la madre de Vincent - 1888
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Retrato de Hombre tuerto - 1888
11 / 23
Retrato de Joseph Roulin - 1888
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Retrato de Marcell Roulin bebé - 1888
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Retrato de Armand Roulin a los 17 años - 1888
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Retrato de Camille Roulin - 1888
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"Canción de cuna", Retrato de la Sra. Roulin - 1889
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Retrato de la Sra. Trabuc - 1889
17 / 23
Retrato de Joseph Roulin - 1889
18 / 23
Retrato del Dr. Félix Rey - 1889
19 / 23
Retrato del Sr. Trabuc - 1889
20 / 23
Retrato de joven campesino - 1889
21 / 23
Retrato de Adeline Ravoux - 1890
22 / 23
Retrato de Adeline Rovoux - 1890
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Retrato del Dr. Gachet - 1890

A pesar de sus crisis, en las obras de van Gogh prevalece la lucidez, sostenida hasta el límite de la desesperación. La pincelada nerviosa, alargada, curvilínea y el color violento son la expresión de su agitación interior; Vincent hace pasar la realidad a través del lente de su alma. Sobre el uso del color dirá:

«Un pintor hace lo correcto cuando toma como punto de partida los colores de su paleta, en vez de partir de los colores de la naturaleza. El color, por si mismo, expresa algo.»

De “Café nocturno”, cuadro pintado en uno de los momentos en que su tensión interior llega al máximo, le escribía a su hermano:

«He tratado de expresar con el rojo y el verde las terribles pasiones de los hombres. (...) He tratado de expresar que el café es un lugar donde podemos arruinarnos, volvernos locos, cometer un delito.»

Vincent van Gogh, Puente levadizo de Langlois
Fotografía: Internet - Dominio Público (vía Wikimedia Commons)

Pero aún en cuadros como ese, el drama aparece como velado por “...una película transparente de alegría japonesa.” como dijera Mario de Micheli, aludiendo a la fascinación que van Gogh sentía por las estampas japonesas, cuyas características de estilo influyeron no solamente en él, sino también en todo el movimiento impresionista y en muchos de los artistas posteriores. A poco de llegar a Arlés había escrito a Theo: «Mi querido hermano, sabes que me fuí al sur y que comencé a trabajar allí por mil razones. Querer ver otra luz, creer que mirar la naturaleza bajo un cielo más despejado puede darnos una idea más precisa de cómo se sienten y dibujan los japoneses. ¿Quieres ver finalmente este sol más fuerte...». En otro momento expresó:

«Envidio a los japoneses por la increible claridad de la que están impregnados todos sus trabajos. Nunca resultan aburridos ni hacen el efecto de haberlos realizado deprisa. (...) Su estilo es tan sencillo como respirar. Son capaces de hacer una figura con solo unos pocos trazos seguros, que hace que parezca tan facil como abrocharse el chaleco.»

Es en sus últimos autorretratos donde se manifiesta más claramente sus estados depresivos, pero cuando vuelve a la naturaleza, renace el fervor que tenía al llegar a Arlés. «Por momentos, cuando la naturaleza es tan bella como en estos días, siento una terrible lucidez. Y entonces dejo de sentirme: y el cuadro me viene como un sueño.» había escrito a Theo en 1888, a poco de instalarse en Arlés Sin embargo, hay dos obras claves donde se revela la opresión interior que sentía Van Gogh: “La ronda de los prisioneros”, pintado en febrero de 1890 sobre un tema de Doré, en el hospicio de Saint-Paul. Una ronda de presos describe círculos sin fin, vigilados por un guardia y dos hombres de galera, encerrados entre muros cuya terminación no llega a verse. Conociendo el desenlace final, esta obra adquiere un claro significado. “Trigal con cuervos”, su última pintura, parece ser un presagio de su decisión. Esas furiosas pinceladas negras que estropean el azul del cielo, son signo de la crisis que sobrevendría. La sutil película de “alegría japonesa” había desaparecido.


Theo van Gogh


Aunque Theo van Gogh no hubiera sido el hermano de Vincent, igualmente sería recordado por su importante aporte al conocimiento, difusión y aceptación del arte contemporáneo holandés y francés entre el público de su época. Su labor como galerista fue vital para la popularidad que llegaron a alcanzar los artistas impresionistas al lograr convencer a sus empleadores de la conveniencia de exponer y comprar obras de los principales exponentes de esa corriente, en particular de Claude Monet, con quien tuvo una relación muy cercana y llegó a comprarle unos 70 cuadros. Compitiendo con otro marchand de arte que apoyaba a los impresionistas, Durand-Ruel, Theo logró hacerce con una parte importante del mercado de obras impresionistas, en el momento que comenzaban a ser apreciadas y demandadas. Sin embargo, por ética profesional, no pudo cumplir el mismo papel con la obra de su hermano.

Había nacido el 1 de mayo de 1857. A sus 16 años, tal como había hecho Vincent, entró a trabajar en la galería de arte de Goupil & Cia. en Bruselas. Luego de pasar por las sucursales de Londres y La Haya, en todas desempeñandose con gran eficiencia, en el invierno de 1880-1881 fue trasladado a la casa central de París donde llegó a cumplir su importante rol de difusión de la pintura impresionista. En París, Theo conoció a Andreis Bonger, con el que trabó una entrañable amistad y con cuya hermana, Johanna Bonger, se casó en Amsterdam en abril de 1889. La pareja vivió en París, donde nació su único hijo el 31 de enero de 1890, al que llamaron Vincent Willem como su tío; un testimonio más de la devoción de Theo por su hermano.[9]

Theo van Gogh, en 1888
Fotografía: Wikimedia Commons - Dominio Público

Un aporte fundamental hecho por Theo al estudio de la obra, vida y pensamiento de su hermano, ha sido el haber conservado toda la correspondencia que su hermano le enviaba. Son más de 600 cartas que Theo guardó cuidadosamente y que, como se ha citado más arriba, constituyen un testamento impresionante. Cotejar la evolución pistórica de van Gogh con el desarrollo de su correspondencia muestra cómo todo lo que Vincent hace, pinta o escribe, es el producto de una misma sensibilidad puesta continuamente en acción y en obra. Lamentablemente, Vincent no tuvo el mismo celo con las cartas que recibía de Theo, sólo se han encontrado unas 30. Hay sí, aproximadamente 200 cartas más que van Gogh dirigió a amigos como Emile Bernard y otros o algunas a su madre y también a su hermana Will. En toda esta correspondencia se puede percibir como Vincent no podía separar sus ideas estéticas, sociales y filosóficas de su comportamiento, lo que quedó dramáticamente reflejado en su obra. En ella, el color intenso, las formas llameantes de sus pinceladas y las marcadas texturas, expresan sus estados de ánimo, sus momentos de agitación o de calma.

En la correspondencia con su hermano, Vincent le habla de todo, le cuenta hechos cotidianos de su vida, le recomienda libros o le pide que le envíe alguno, qué autores le gustan, le comenta los pintores de su preferencia, los avances que va logrando en su obsesivo aprendizaje del dibujo y la pintura o le describe las pinturas que está trabajando, los colores que empleará, reflexiona sobre lo que intenta transmitir o las sensaciones que desea reflejar con el color; a menudo acompaña un croquis del tema para que Theo se haga una idea. Su entero pensamiento estético y su evolución está contenido en este intercambio epistolar. Theo, por lo que se puede saber a travez de las pocas cartas suyas que se han hallado, lo aconseja, lo alienta, a veces lo reconviene sobre algún aspecto de su vida (como en el asunto con Sien), le manda materiales para su trabajo y lo sostiene materialmente enviándole ciento cincuenta francos mensuales.

La convivencia en París de los hermanos van Gogh, a pesar de los problemas de carácter de Vincent de los que alguna vez Theo se quejó en su correspondencia familiar, no hizo más que sellar la amistad de los dos hermanos y, sobretodo, su comprensión mutua. Theo ya no dudó del talento excepcional de Vincent, y éste valoró el gran servicio que Theo hacía al arte moderno con su inteligencia y dedicación como marchand. La relación excepcional entre estas dos personalidades complementarias, repartió las dos funciones que suelen entrar en conflicto en la personalidad de un artista, particularmente cuando está aislado en una sociedad que rechaza su obra: la función social y la función creadora. Garantizando la seguridad material de su hermano, Theo le permitió una completa libertad creativa. Theo participa así en la elaboración de una obra de la que es el sostén moral y material y un ferviente admirador.

Carta 1
Carta a Theo con croquis de las obras que tenía en marcha
Fotografía: Van Gogh Museum - Dominio Público
Carta 2
Carta a Theo con croquis de “La Casa Amarilla”
Fotografía: Van Gogh Museum - Dominio Público

Luego del suicidio de su hermano, Théo entra aceleradamente en un desequilibrio físico y mental que lo conduce a la muerte, seis meses después que Vincent, en enero de 1891. Tan fuerte era su relación, tan simbiótica, que fue incapaz de elaborar adecuadamente el duelo por su hermano muerto. Alternaba períodos de profunda depresión, pasando días enteros en cama, con momentos de vértigo en los que pretendía organizar una gran retrospectiva de la obra de Vincent, o le exigía al crítico de Le Monde que escribiera una biografía de su hermano. Su esposa anotaba en su diario: «Theo no duerme: abre las puertas del infierno cada noche».

Unos días después del suicidio de Vincent, sacado a la fuerza de la cama por su esposa y, casi obligado por ella, comunica a su madre la muerte de su hijo mayor: «La muerte de Vincent es un dolor que me abrumará largo tiempo y que seguramente no desaparecerá de mi pensamiento durante toda mi vida; pero si hemos de decir algo es que él tiene por fin la tranquilidad que tanto deseaba.»

Los días en Auvers-sur-Oise

Calle con Escalera
Vincent van Gogh, “Calle con escalera”; 1890
Óleo s/tela, 49.8 x 70.1 cm, Saint Louis Art Museum, Missouri, EEUU

Fotografía: Internet - Dominio Público
Mlle. Gachet
Vincent van Gogh, “Mlle. Gachet en su jardín”: 1890
Óleo s/tela, 46 x 55.5, Musée d'Orsay, París.

Fotografía: Musée d'Orsay
“Ramas de castaños en flor”; 1890, Óleo s/tela, Colección Privada
Vincent van Gogh, “Ramas de castaños en flor”; 1890
Óleo s/tela, 72.1 x 91 cm, Colección Privada

Fotografía: Internet - Dominio Público

“Trigal con cuervos”; fue pintado por Vincent dos o tres días antes de su muerte. Un cuadro alucinante que hizo decir a A. Artaud: «(...) después de los “Cuervos” no puedo creer que van Gogh hubiera pintado un sólo cuadro más.»[10]

Iglesia
Vincent van Gogh, “La Iglesia de Auvers-sur-Oise”; 1890
Óleo s/tela, Musée d'Orsay, París

Fotografía: Internet - Dominio Público (vía Wikimedia Commons)
“Trigal con cuervos”; 1890, Óleo s/tela, Van Gogh Museum
Vincent van Gogh, “Trigal con cuervos”;; 1890
Óleo s/tela, Van Gogh Museum, Amsterdam

Fotografía: Internet - Dominio Público (vía Wikimedia Commons)
Ronda
Vincent van Gogh, “La ronda de los prisioneros”; 1890
Óleo s/tela, Museo Pushkin, Moscú

Fotografía: Internet - Dominio Público (vía Wikimedia Commons)

Su salud se fué deteriorando aceleradamente. Practicamente abandonó su trabajo, va muy poco a la galería y los dueños van perdiendo la paciencia. Tampoco presta mayor atención a su hijo ni a su esposa. Vive en el pasado recordando a su hermano muerto. El tiempo que no está en cama lo pasa revisando los cientos de telas que se distribuyen azarosamente enrrolladas por toda la casa o cubriendo las paredes. Relee una y otra vez los cientos de cartas de su hermano y las ordena cronológicamente. Comienza a sentir cierta paralización de su brazo y pierna izquierda. Intenta convencer a Durand-Ruel, el galerista de moda, para realizar allí la retrospectiva, pero éste le da diversas excusas para ocultar su temor a un fracaso. París no está preparada aún para aceptar la incandescencia de los cuadros de van Gogh.

Una visita al Dr. Gachet en Auvers no arroja ningún resultado. Gachet no logra dar un diagnóstico preciso a los diversos sintomas que van derrumbando poco a poco la salud de Theo, que ya era algo fragil desde antes del suicidio de su hermano. Su parálisis se acentúa, su carácter oscila entre depresiones que duran días o períodos de excitación, febril actividad y violenta irritabilidad ante cualquier cosa que le desagrade. Pasa noches enteras sin dormir hundido en el abismo de su dolor. Finalmente Johanna toma una decisión meditada desde hace tiempo: volver a Holanda. Allí está su familia y la de van Gogh. Parten los tres, Theo, su esposa y su hijo Vincent, acompañados por su fiel criada y niñera Zuleica, una adolescente española. Los cuadros y los muebles quedan en su piso de la calle Pigale 8, Montmartre.

Se instalan en la casa paterna de Johanna en Utrech y Theo, un tiempo después es internado en la Fundación Wilem Arentz, la institución psiquiátrica más antigua de los Paises Bajos. La parálisis le ha tomado casi todo su cuerpo. Antes de esto, en un ataque de locura final, ha intentado arrojar al agua a su esposa y su hijo. Pasan los días y el deterioro de Theo avanza, se van sumando complicaciones; finalmente los médicos dan un diagnóstico: hemiplejía psiquiátrica consecuencia de una nefritis crónica.[11] Tras una agonía interminable, el final llega en la madrugada del 25 de enero de 1891.

Si bien Theo es mejor conocido por ser el hermano de Vincent van Gogh y uno de sus papeles principales en la historia del arte fue su incondicional apoyo a la carrera de Vincent, debería reconocersele las muchas contribuciones importantes que hizo como galerista a la vanguardia pictórica de finales del siglo XIX. Theo jugó un papel vital en la introducción del arte contemporáneo holandés y francés en el público y tuvo un rol decisivo en la popularidad de artistas impresionistas como Claude Monet y Edgar Degas al persuadir a sus empleadores, Goupil & Cie, de que exhibieran y compraran sus obras.


Johanna van Gogh-Bonger


Esposa de Theo
Johanna “Jo” van Gogh-Bonger
Fotografía: Woodbury & Page - Dominio Público (vía Wikimedia Commons)

Y fue ella, la esposa de Theo, Johanna Gezina “Jo” van Gogh-Bonger, hasta el momento un silencioso personaje secundario de esta historia, que con la muerte de su esposo, comienza a ejercer un papel vital en el proceso de lograr el reconocimiento póstumo de la obra de su cuñado. Había nacido el 4 de octubre de 1862 en Amsterdam, era la quinta de siete hijos de un agente de seguros. Proveniente de una familia con gran afición por la música —ella misma era una correcta pianista—, de caracter alegre e inquieto, a diferencia de sus hermanas, tuvo la posibilidad de proseguir sus estudios, aprender inglés y obtener un grado equivalente a un título universitario. Poeta, estuvo becada en la Biblioteca Nacional en Londres, investigando sobre la obra del poeta Percy Shelley. Tenía, por tanto, una formación y una cultura muy poco común en las mujeres de su época.

A la muerte de Theo, Johanna se encuentra con 28 años, viuda, con un hijo que aun no camina, viviendo bajo la protección de sus padres. Su diario, ese medio para gestionar las propias vivencias y conflictos, es la fuente privilegiada para conocer este tiempo que le toca vivir: «He llorado casi dos semanas a Theo. “Ya está bien” me dije esta mañana. Tengo que pensar en mi hijo.»

En sus momentos libres comienza a leer las cartas de Vincent a Theo que éste había guardado y ordenado cronológicamente. Busca entender quién había sido realmente su cuñado, al que, personalmente, sólo conoció durante los tres días que se hospedó en el piso de la calle Pigalle 8, antes de ir a vivir a Auvers-sur-Oise. Anteriormente, solo había tenido contacto epistolar a través de algunas cartas que firmaba afectuosamente: «ta petite soeur» (“tu hermanita”)

Johanna van Gogh-Bonger y su hijo Vincent, 1890
Fotografía: Raoul Saisset - Dominio Público (vía Wikimedia Commons)

Descubre así el manifiesto artístico que esas cartas encierran. Su teoría del “color arbitrario” y su utilización como vehículo expresivo. Descubre también la poesía oculta en la prosa de Vincent. “De no haber sido pintor, hubiera sido un gran escritor” piensa. Encarará un largo proceso de edición, las tradujo al inglés y, finalmente, las publicará en 1914 en una edición de 2 tomos, 24 años después de la muerte de los hermanos. Pero mucho antes habrá logrado la difusión de la obra y el reconocimiento póstumo del talento excepcional de Vincent van Gogh.

Antes debe preocuparse por su futuro económico —no desea depender de su familia—, su tranquilidad emocional y la crianza de su hijo. Encuentra en Bussum, un pequeño y tranquilo pueblo a 20 Km. de Utrech, el lugar ideal para que transcurra la infancia de Vincent y una casa donde poner una posada que asegure su posición económica, aprovechando el naciente hábito de la pequeña burguesía de pasar unos días de descanso en el mar, las termas o el campo y la lucha de los sindicatos obreros por establecer el descanso dominical que, piensa, le podría aportar algunos turistas también.

Lo primero que debe hacer es recuperar los cuadros de Vincent que quedaron en París al cuidado de su hermano Andreis. Escribe en su diario: «Los cuadros me corresponden a mí y a nustro hijo, más que a ninguna otra persona de la familia. Aunque empiecen a llamarme despectivamente, “la viuda de los Van Gogh”.»[12] En realidad, nadie de la familia van Gogh, se preocupó por la herencia artística de Vincent. Su hermano Andreis ayudado por Émile Bernard, seleccionaron 300 obras, de las 600 que habían quedado en el piso de la calle Pigalle, y las enviaron prolijamente embaladas, a Bossum.

Con algunos de ellos decoró las paredes de su flamante posada, que llamó “Villa Helma”, manteniendo el nombre original de la casa, y uno de los primeros clientes alojados en ella, un matrimonio argentino, muy impresionado por las pinturas, acabó comprando un par de dibujos de la época holandesa. Insólitamente, vuelve a repetirse en Holanda un hecho que ya había ocurrido en París, después de la muerte del pintor. Fanáticos, e incluso religiosos, la visitan insistiendo en que destruya la obra de van Gogh considerándolas obras del demonio y atribuyéndoles la culpa del suicido de Vincent y la muerte de Theo, amenazándola con posibles nuevas víctimas. Johanna los denuncia en la alcaldía, mientras piensa en hacer una pequeña exposición de dibujos de la primera etapa y manda enmarcar 15 de ellos; sus finanzas no permiten más por ahora. Y en ese momento aparece por Bossum, Octave Maus.

Octave Maus era un crítico de arte, escritor y abogado belga, impulsor y secretario del grupo de “Los XX” (aludiendo al número de miembros fundadores), que abogaban por las nuevas corrientes pictóricas y realizaban exposiciones anuales de sus miembros junto con otros 20 pintores invitados. Entre ellos estuvieron los impresionistas franceses Gauguin, Renoir, Monet, Cezanne y otros. En la exposición de febrero de 1890 uno de los invitados había sido Vincent van Gogh, cuyas obras habían causado fuerte impresión en Maus y el resto de “Los veintistas” como ellos mismos se denominaban[13]. Por ello fue que Maus visitó Bossun con la propuesta de realizar en Bruselas, una exposición homenaje a van Gogh. Se lleva 8 cuadros y 7 dibujos para enmarcar.

Johanna van Gogh-Bonger y su hijo Vincent
En las paredes, cuadros de van Gogh

Fotografía: Internet - Dominio Público

La exposición de Bruselas fue un fracaso; la critica de arte literalmente la demolió. Entre las más despiadadas se puede citar: «El difunto Van Gogh, que de lejos debe molestarse mucho si ve a la gente pasmada doblarse de risa ante sus espantosas telas.» Johanna no se desanima, sabe que el éxito requiere de tiempo. Entre tanto en París, Émile Bernard trata de organizar una exposición con obras que quedaron en el negocio de “Pêre” Tanguy, que finalmente, se realizó en abril de 1892. Asimismo le da unos contactos con críticos de arte de La Haya y le recomienda una galería: Pulchri Studio. La exposición se realizó a fines de diciembre de 1891; se logró vender 5 dibujos y hubo algunas críticas favorables. El primer paso estaba dado.

En la exposición apareció un viejo conocido de Vincent, Jan Toorop[14], que, luego de visitar la posada de Johanna, quedó fascinado por la obra de van Gogh y se comprometió a armar una exposición de sus telas en Amsterdam. De hecho, armó dos pequeñas muestras, una con diez pinturas y doce dibujos y una segunda con sólo dibujos. Conocedor del mundo del Arte, pensó que la prensa no podría ignorar dos exposiciones simultáneas. En febrero de 1892, Johanna escribe en su diario:

«Pasaron muy rápido las dos muestras (...) Hay más revuelo de lo que pensaba con las obras de mi cuñado. Vendí cuatro cuadros y seis dibujos muy bien. Se han publicado, además, ocho comentarios favorables de diversos críticos sobre la obra de Van Gogh.»

Fue entrevistada por dos periodistas que indagaron sobre la trágica vida del pintor olvidado. Su epopeya de místico, loco, y que se suicidó de un balazo en la Provenza francesa, es una buena nota periodística. Entre críticas y reportajes, la obra de Vincent comienza a ser descubierta. Un galerista de Róterdam ofrece una muestra, en una sala que puede albergar veinte pinturas e igual número de dibujos, para fines de marzo. Y a lo largo de ese año las exposiciones se sucederán. Fueron nueve en cuatro diferentes ciudades, incluyendo la organizada por Bernard en París

Por las noches, luego de haber bregado todo el día entre la crianza de su hijo, la atención de su posada, y la preparación de las muestras, Johanna vuelve a la correspondencia de Vincent a su hermano y una idea va tomando forma en su cabeza: en la primera exposición grande que pueda hacer, junto a las pinturas y dibujos, colgar algunas cartas donde Vincent desarrolla las bases teóricas de su pintura. «Para que se entienda que en Van Gogh cada pincelada tenía, por detrás, el sustento de un lenguaje.» dirá su cuñada. Simultáneamente, Émile Bernard propone publicar en “Le Mercure de France” parte de esas mismas cartas.

Johanna Bonger retratada por su segundo esposo
Fotografía: Wikimedia Commons/Dominio Público

Y esa gran exposición soñada por Johanna finalmente llegó. Desde el 17 de diciembre de 1892 hasta el 5 de febrero de 1893, setenta y cinco telas, veinticuatro dibujos y quince cartas ocupan las salas de la galería Panorama, en la ciudad de Amsterdam. Un gran logro. La muestra despertó mucho interés en el público y la crítica, especialmente llamaron la atención las cartas a Theo que estaban expuestas en vitrinas con el texto impreso al lado, otro acierto de Johanna. Ella siente que ha logrado su propósito, que a partir de ahora la obra y la fama de su cuñado ya están instaladas en el mundo del arte y seguirán su propio derrotero. Escribe: «Ya está. Desde ahora, Vincent van Gogh será el nombre de un artista.»

Johanna van Gogh-Bonger pasó el resto de su vida abocada a la edición de las cartas de Vincent a Theo y su traducción al inglés. En 1914 publicó un primer volumen en holandés, al que siguieron otros dos. Ese mismo año exhumó los restos de su marido del cementerio de Utrech y los trasladó a Auvers-sur-Oise, para que descansaran junto a los de su hermano, como se había prometido sobre su tumba en el primer aniversario de la muerte de Theo. Con un brote de la hiedra del jardín del Dr. Gachet plantado sobre las tumbas, se han cubrierto ambas, tal como puede vérselas aún hoy (ver fotografía más arriba). Por la misma época escribe una extensa “Memoria de Vincent van Gogh”.

En 1901 contrajo matrimonio con un pintor holandés, Johan Cohen Gosschalk; volvió a enviudar en 1912. Colaboró en la realización de muestras de la obra de van Gogh en Berlín, Alemania, y siguió trabajando en la traducción al ingles de las cartas a Theo, hasta el día de su muerte, el 2 de septiembre de 1925, a los 62 años de edad.



Notas


[1] “Los que van a morir te saludan”, saludo de los gladiadores romanos al emperador, al salir a la arena.

[2] Adolphe Joseph Thomas Monticelli, (1824-1886), pintor francés de la generación anterior a los impresionistas. Su pintura se encuadra dentro de un romanticismo muy personal, con una paleta empastada, lujosa de color, con manchas granuladas. Fue muy admirado por van Gogh, fue amigo de Cezanne y sin duda inspiró algunos aspectos de sus estilos. Luego de su muerte adquirió cierta fama, Theo y Vincent lograron publicar un libro sobre su obra, pero la crítica moderna lo ha relegado a ser una figura secundaria dentro de la plástica del siglo XIX.

[3] Jean-Baptiste Armand Guillaumin (1841-1927), fue un pintor y grabador francés de estilo impresionista. Fue amigo de los principales pintores impresionistas y postimpresionistas contemporáneos suyos, pero se mantuvo dentro de los parámetros del impresionismo aún cuando sus amigos ya habían evolucionado hacia rasgos estilísticos más personales.

[4] Julio E. Payró, Cézanne, Gauguin, Van Gogh y Seurat, Los Héroes del Color y su Tiempo; Editorial Nova, Buenos Aires, 2ª edición, 1963.

[5] Otra versión de este hecho plantea la suposición de que esa crisis nerviosa habría sido desencadenada por la noticia del casamiento de Theo, que van Gogh habia recibido en esos días, y que le habrían hecho temer que el apoyo económico que su hermano le proveía podría reducirse o, incluso, terminar. Esto, sumado a lo tensa que ya estaba la relación con Paul Gauguin, habría provocado la explosión de su carácter ya de por sí inestable. El filósofo y psicoanalista Charles Mouron ha llamado la atención sobre la coincidencia temporal entre las sucesivas crisis psiquiátricas de Vincent con los episodios del compromiso de Theo (24 de diciembre de 1888), del anuncio del embarazo de su esposa y también con el nacimiento del niño (31 de enero de 1890).

[6] Sobre este episodio y las diversas versiones que circularon ver la página de BBC News ¿Qué sucedió en la noche de diciembre de 1888 en la que Vincent van Gogh se cortó la oreja?.

[7] Al Dr. Rey su retrato le pareció horrible pero lo aceptó para no alterar a su paciente. El cuadro terminó en el desván de la casa y tiempo después fue usado para tapar el orificio dejado por un vidrio roto en el gallinero. En 1900, un pintor ferviente admirador de la obra de van Gogh, intentó convencerlo de su valor; aunque no le creyó, advertido de la revalorización que estaba teniendo la pintura de su difunto paciente, se la ofreció al marchand Ambroise Vollard quien le ofreció 50 francos, cifra muy por debajo del valor que la obra tendría en el mercado. A pesar de que al padre del Dr. esa cifra le pareció un disparate para “semejante birria”, el Dr. Rey pidió 150 francos, quedando él y toda su familia muy asombrados cuando Vollard aceptó sin inmutarse ese precio. Hasta su muerte en 1952, Félix Rey, como muchos de su generación, siguió pensando que van Gogh era un fraude y su fama una moda circunstancial.

[8] Como tantos aspectos de la vida de van Gogh, su suicidio también es un asunto discutido por los estudiosos. Una versión, generalmente rechazada por inconsistente o meramente conjetural, asevera que Vincent fue herido accidentalmente por unos jovencitos que jugaban con un arma, adolescentes que serían conocidos del pintor. Episodio que éste habría callado para no complicarlos con la policia.

[9] Los nombres de Vincent y Theo se siguieron repitiendo en la descendencia de Theo; el biznieto de Theo, Vincent Willem van Gogh, es asesor del Museo van Gogh de Amsterdam y un primo suyo, de nombre Theo van Gogh, fue un polémico periodista y cineasta que murió asesinado por un activista islámico holandés-marroquí en 2004, como reacción ante un cortometraje realizado por Theo, que criticaba duramente el tratamiento de la mujer en el Islam.

[10] Antonin Artaud, Van Gogh, el suicidado de la sociedad, K. Editeur, París, 1947; citado por Victor Goldstein (compilador y traductor) en: Vincent van Gogh, Cartas a Theo, AH editora, Buenos Aires, 3ra. edición, 2007.

[11] Camilo Sánchez, La viuda de los van Gogh, Edhasa, Buenos Aires, 2012, pág. 87. Sin embargo, el bisnieto de Theo, Vincent Willem van Gogh, declaró en un reportaje de Núria Navarro publicado en el sitio web Cuaderno, que la causa de la muerte de su bisabuelo había sido sífilis (¿?).

[12] Con esta frase como título, el escritor argentino Camilo Sanchez ha publicado una excelente biografía novelada de Johanna van Gogh-Bonger, centrada en este período en el que se empeña en divulgar y poner en valor la obra de su cuñado. (1ra. edición, Edhasa, Buenos Aires, 2012.)

[13] En esa exposición Toulouse-Lautrec, que también exponía allí, protagonizó un escándaloso episodio cuando, defendiendo a van Gogh, retó a duelo al crítico Henry de Groux por los gestos despectivos que realizaba ante los cuadros de su amigo Vincent. También en esta exposición se vendieron las dos únicas obras que van Gogh pudo vender en vida. De todos modos, la crítica de la exposición fue muy desfavorable.

[14] Jan Toorop, (1858 - 1928) fue un pintor holandés que durante las últimas décadas del siglo XIX experimentó con todos los estilos pictóricos de vanguardia del momento hasta desarrollar un personal estilo simbólista.



Links de Interés


Colección de dibujos de Vincent, ordenada cronológicamente, en List of drawings by Vincent van Gogh (en inglés).

Colección de 86 páginas de Wikipedia con comentarios sobre distintas obras al óleo de Vincent van Gogh (alguna muy poco conocidas), listadas en Cuadros de Vincent van Gogh.

Cronología de su vida: Vincent van Gogh Chronology en Wikipedia (en inglés), y también en Vincent van Gogh.org (en inglés).

La colección completa de las Cartas de Van Gogh (en inglés) en Van Gogh Letters, página del Van Gogh Museum de Amsterdam; también en Vincent "The Letters". en el sitio "The Vincent van Gogh Gallery".

Listado cronológico de sus obras en The Web Gallery of Impressionism


Auvers-sur-Oise o los últimos 70 días de Van Gogh