Caracteríticas Formales
partir de mediados del siglo XVIII, la clientela, tanto privada como oficial, comenzó a dar señales de hastío de la exuberancia formal del Barroco y, especialmente, del Rococó. Un retorno a las formas del clasicismo renacentista se extendió por Europa y América: el “Neoclasicismo” y su etapa final, el “Eclécticismo”. Con estos estilos se va a cerrar en la Historia del Arte lo que se denomina: la «tradición clásica», constituida por la representación naturalista (con mayor o menor grado de idealización según época y lugar) en pintura y escultura y por el empleo de los órdenes arquitectónicos; es decir, las formas de representación de la antigüedad greco-romana. Tradición que fue retomada por el Renacimiento en el s. XV, y que se prolongó durante el Barroco y, finalmente, con el Neoclasicismo y su derivación en el Eclécticismo, hace su última aparición en el arte occidental. Enseñada en las Academias, se constituyó en el arte oficial, impulsado por las monarquías europeas. Las manifestaciones de esta tradición clásica perduraron, en pintura y escultura, hasta fines del siglo XIX y, en la arquitectura, hasta los primeros años del siglo XX, aun cuando, ya desde comienzos del s. XIX, aparecen los primeros signos de la que será una profunda renovación del arte occidental. En su primera mitad, al racionalismo clasicista se le opondrá el “Romanticismo”, con su ola de compromiso nacionalista que se extenderá por toda Europa y por todas las artes. En la segunda mitad, el academicismo sufrirá los sucesivos embates del “Realismo”, el “Impresionismo” y el grupo de los, denominados por la crítica, “Postimpresionistas”, en pintura, proceso que a caballo del cambio de siglo se prolonga en las llamadas “Vanguardias”. Rodin y sus discípulos renovarán la escultura, liberándola del amaneramiento neoclásico, y en arquitectura y otras artes aplicadas, el movimiento “Arts & Crafts” y el “Art Nouveau” pondrán en discusión la tradición clásica y las enseñanzas de la Académie de Beaux Arts francesa y sus similares de otros países de Europa.
Pintura: La primer ruptura con la tradición clásica, la producen algunos pintores que, a comienzos del siglo XIX, abandonan los temas del pasado, y tratan en sus obras de explorar objetivamente el mundo visible pintando el presente, lo que ven a su alrededor, aunque sin innovar demasiado en el modo naturalista de la representación. Los paisajistas ingleses como Constable, Turner y otros, que desde los primeros decenios del siglo practicaban un retorno a la naturaleza pintando paisajes del natural, cotidianos y reales, influyen sobre algunos pintores franceses como Corot, Millet y Daubigny y, ya a mediados de siglo, el "Realismo; movimiento creado por G. Courbet y seguido por Millet y Daumier, muestra esta nueva actitud que produce una renovación de los temas abordados en la pintura —ya no será sólo el paisaje— y abre el camino para que otros artistas realicen una exploración más profunda de las condiciones objetivas de la visión humana y generen nuevas formas de representación.
En la primera mitad del s.XIX, no se puede dejar de mencionar al gran precursor de la pintura moderna: Francisco de Goya, quien anticipó en más de medio siglo mucho de lo que sería el Impresionismo y el Expresionismo de fines del XIX y principios del XX. Por último, en el camino hacia el impresionismo, se destaca el mayor paisajista francés anterior a este movimiento: Jean-Baptiste-Camille Corot, fundador de la posteriormente llamada por la crítica, Escuela de Barbizón.
Hacia la década de 1860, Édouard Manet y sus seguidores, descubren que, al aire libre, no vemos objetos particulares, cada uno con su propio color, sino más bien una mezcla de tonos que se combinan en nuestros ojos, y que la impresión que recibimos variará según las condiciones de iluminación, las que a su vez, cambian constantemente. Los artistas dejan el taller para salir a pintar la naturaleza y explorar los efectos de la luz diurna sobre ella, sin que les preocupe demasiado la precisión en el dibujo o la fiel reproducción de todos los detalles y texturas de una escena; su preocupación era reflejar la impresión que esa escena produce a nuestros ojos bajo ciertas condiciones de iluminación natural en un momento dado. La luz es el tema y la posibilidad de captar lo fugaz, el objetivo de los Impresionistas.
En Escultura, la figura dominante de esta etapa es Auguste Rodin, quien sacará a esta disciplina del amaneramiento y decadencia a que la había conducido el Neoclasicismo, adelantando criterios estéticos que recorrerán las artes del siglo XX. Dió a la escultura una nueva expresividad, que en su momento le valió no pocos contratiempos, a pesar de que su obra obtuvo rápidamente un amplio reconocimiento del público y de la crítica. De su taller salieron escultores de la talla de Antoine Bourdelle y Camille Claudel, entre otros.
La Arquitectura de fines del siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX está dominada por la reproducción de las formas del pasado greco-romano, el Neoclasicismo, ya sea en su vertiente griega, romana o renacientista. Durante este siglo también estuvo presente el Neogótico, compitiendo con lo neoclásico, especialmente en Inglaterra y el norte de Europa. Este "menú" de estilos históricos disponibles creó un ambito urbano Ecléctico por la mezcla de edificios de diferentes estilos, lo que finalmente llevó al Eclecticismo, un estilo que combina en un mismo edificio elementos estilísticos de diferente procedencia. Estas corrientes seguirán presentes en el diseño arquitectónico, particularmente en grandes edificios oficiales o privados, hasta las primeras décadas del siglo XX. Pero ya a mediados del XIX aparecen reacciónes que expresan el rechazo hacia las formas del pasado y reclaman un estilo propio de la época. Por una parte, surge una nueva “arquitectura de hierro”, producto de la Revolución Industrial (que ya se venía utilizando como sistema estructural del edificio pero recubierta con piedra o ladrillo para darle el estilo histórico elegido) cuyo primer esponente fue el Palacio de Cristal de Joseph Paxton, erigido como un pabellón en la Exposición Universal de Londres en 1851. Fue el comienzo de muchos otros pabellones de distintas exposiciones a lo largo de la segunda mitad del siglo y, también, esta arquitectura será de extenso uso en las estaciones de ferrocarril.
Por otro lado, en el último cuarto de siglo, surgen reacciones al historicismo que abarcarán todas las artes plásticas y también las artes aplicadas al diseño de objetos de uso cotidiano. En Inglaterra el movimiento Arts & Crafts, iniciado por William Morris, será precursor de lo que en Europa, años más tarde, se llamó Art Nouveau, con variantes regionales como el Liberty en Italia, el Jugendstil en Alemania, la Secession vienesa o el Modernismo Catalán en España. Todos ellos compartiendo el afan de dejar atrás el pasado y construir un estilo que expresara la modernidad y los grandes cambios sociales, económicos y culturales que sucedieron durante este siglo.
Temas
os temas dominantes del arte clásico desde el s. XV hasta el XIX eran los religiosos, escenas bíblicas o de la vida de los santos; los temas de la mitología greco-romana; las narraciones heroicas de la antigua Roma y los temas históricos tomados como alegoria de valores o verdades generales. Estos eran los temas que la Academia aprobaba y aceptaba en sus Salones. También se realizaban desde el s.XV, los retratos de personajes de la realeza, la aristocracia, de la Iglesia y de la alta burguesía. Durante el período Barroco habían reaparecido temas como el paisaje, la naturaleza muerta o las escenas de costumbres pero sin restar predominio a los temas clásicos citados.
Esto cambia a partir del final del S. XVIII. Los temas tradicionales ya no serán los preferidos por algunos artistas con ansias de renovación; estos elegirán como tema cualquier cosa que les pase por la imaginación o provoque su interés, desde escenas tomadas de la literatura hasta acontecimientos políticos de la historia reciente y comienza la actividad de los paisajistas que salen a pintar la naturaleza tal como se presenta a sus ojos. En la segunda mitad del s. XIX, los más innovadores, tendrán como temas predilectos, la realidad cotidiana de la clase media, la dura existencia de los más pobres y la vida bohemia de la noche parisina. El presente desplaza al pasado en el interés de los artistas e, incluso, importa más que la belleza del motivo.
Aspectos Estilísticos
esde el antiguo Egipto hasta fines del S. XVIII, el estilo de cada período era el modo en que se hacían las obras, adoptado porque todos creían que era el mejor y más correcto; las distintas creaciones de una época se parecían mucho entre sí, a pesar de las diferencias de talento y habilidad que pudiera haber entre distintos artistas. Este “estilo de época” comienza a perderse en el siglo XIX; en la edad de la razón se empieza a comprender el hecho en sí del estilo, lo contingente que puede ser en la actualidad decimonónica; que no necesariamente debe haber un único estilo y que la diversidad de estilos habida a lo largo de la historia permanece a disposición de los creadores para ser empleados según el gusto e inspiración de cada uno.
En pintura y escultura, mientras las Academias siguen enseñando, promoviendo y premiando en sus Salones, las formas del pasado, otros artistas rompen con la tradición, primero en lo temático y, a partir de la segunda mitad del s. XIX, comienza con el “Impresionismo” un proceso de cambio en las formas de representar la realidad, abandonando la pretensión de reproducirla fielmente y en detalle. Proceso que, previo paso por la reelaboración producida por unos pocos genios, agrupados por la crítica con el rótulo de "Postimpresionistas", culminará en las primeras décadas del S. XX con el “cubismo”, el “expresionismo” o el “fauvismo” por un lado, o negando toda intención de representar algo externo al cuadro mismo, con la “abstracción”, por el otro. Debe tenerse en cuenta cuanto colaboró en este proceso de búsqueda de nuevos rumbos para la pintura, la aparición en este siglo de la fotografía, un medio técnico y preciso de reproducción fiel de la realidad, que estaba al alcance de cualquiera, sin mecesidad de poseer habilidad artística alguna.
Es en la arquitectura donde la idea de la múltiple disponibilidad de estilos históricos se manifiesta con mayor claridad; los arquitectos, sea por elección personal o por el deseo de diferenciarse de otros colegas, adoptan distintos estilos del pasado para sus obras: griego, egipcio, gótico o renacentista, según su gusto o el del cliente, o el carácter que quieren darle al edificio. A fines del S. XIX, esta actitud ecléctica llegará a incorporar elementos de diferentes estilos y épocas en un mismo edificio. Por otra parte, la tecnología del hierro, aplicada a la construcción, impulsa un nuevo tipo de edificio de hierro y cristal, especialmente indicado para pabellones de exposición y estaciones de ferrocarril. En las últimas década del siglo, los extremos de mal gusto a que condujo el eclecticismo, producen la reacción de algunos arquitectos como el belga Victor Horta, que buscan reformular la arquitectura, reconstruyendo la unidad entre la forma y las nuevas tecnologías, creando con sus obras lo que se llamó "Art Nouveau", un estilo que se extendió a la decoración y al diseño de todo tipo de elementos de uso cotidiano, a la gráfica (afiches e ilustraciones de libros) y a la pintura inclusive, prolongandose hasta las primeras décadas del siglo XX. Es también en la segunda mitad del siglo XIX, que aparece un nuevo actor en la historia de la arquitectura: los E.E.U.U. con su creación original, los edificios de gran altura, comúnmente llamados "“rascacielos”" o “skyscraper” en inglés.