uego de haber repasado las construcciones que los romanos dedicaban al esparcimiento popular, veremos en esta página otros edificios públicos destinados a las necesidades cotidianas de la vida y, por último, los tipos de viviendas en los que transcurría la vida familiar. Siendo la salubridad, tanto pública como personal, una característica de la cultura romana y preocupación constante de sus gobernantes, los baños públicos —las Termas— fueron uno de los edificios donde aquellos pusieron mayor preocupación y más recursos, para dotarlos de las máximas comodidades, lujo, suntuosidad y amplitud. Eran consideradas un derecho del pueblo y obligación de los gobernantes el proveer los medios para su ejercicio. Otra de las tipologías edilicias creadas por los romanos, fueron las Basílicas, edificios dedicados a funciones comerciales y judiciales, donde los romanos se reunían para realizar sus transacciones económicas y discutir asuntos de interés general. También alojaba el mercado y había un sitio (por lo regular, un ábside) dedicado a someter a la decisión de un juez, los litigios entre particulares. Estas basílicas fueron el principal modelo arquitectónico que adoptó el cristianismo cuando, una vez legalizado dentro del Imperio, comenzó a construir sus iglesias.
Las Termas
Vista del estado actual
Fotografía: Internet (101viajes.com)
Desde la época imperial, las instalaciones públicas destinadas a la higiene corporal, formaron parte del equipamiento urbano de todas las ciudades dominadas por Roma. Su construcción era una iniciativa social que ofrecía al emperador un seguro prestigio. Los pequeños establecimientos originales fueron creciendo en tamaño, comodidades, sumando nuevas funciones y se convirtieron en centros de recreación y socialibilidad para toda la población sin distinción de clases. En las termas el noble y el plebeyo, el rico y el pobre, compartían el mismo ámbito y las mismas actividades, aunque también es cierto que las grandes villas y palacios tenían sus termas privadas.
Ilustración: Internet (Dominio Público)
En Roma hubo establecimientos de baños públicos que eran explotaciones comerciales de empresarios privados, pero las grandes instalaciones destinadas a las masas ciudadanas eran construidas por el Estado y formaban parte del plan general de organización de la vida de la gran ciudad en la época imperial. Una típica terma imperial constaba de tres piletas cubiertas por amplias bóvedas: una de agua caliente —caldarium—, una de agua templada —tepidarium— y una de agua fría —frigidarium—, vestuarios —apoditerium—, palestra para realizar ejercicios físicos y salas de reposo.[1]
A estos servicios básicos se podían agregar una pileta de natación descubierta —natatio—, salas para baños de vapor —sudatorium—, tiendas, biblioteca y salas de conferencias. Se convertían así en un completo centro de salud, educación y de reunión social. En las de mayor amplitud, los espacios de descanso y sociabilidad se completaban con jardines con estatuas y gazebos. En general, las mujeres y los hombres estaban separados, ya sea por que, en algún caso, tenían instalaciones independientes (Termas de Stabias, en Pompeya) o por tener asignados horarios distintos: mujeres por la mañana, hombres por la tarde. Alguna fuente afirma que eran utilizadas por ambos sexos conjuntamente; puede que en algún caso fuera así.
La composición arquitectónica de estos espacios se caracterizaba, en la mayoría de los ejemplos, por la simetría axial, tan característica de la arquitectura greco-romana. Agrupaciones iguales de salas, baños especiales y vestuarios flanquean por ambos lados una secuencia central de piletas cubiertas cuyo uso comenzaba por el caldarium, continuaba en el tepidarium, para finalizar en el frigidarium. Galerías y peristilos interconectaban todas las instalaciones, permitiendo a cada usuario casi cualquier combinación de práctica deportiva, higiene corporal, recreación, perfeccionamiento físico e intelectual, solo o en compañia, a pesar del gran número de personas que asistían a estos establecimientos.
Dibujo: Internet (alpargos.blogspot.com) / Referencias del autor
Roma expande sus hábitos del baño organizado acompañado de prácticas deportivas y culturales, por todo su imperio. Se construyen termas en los campamentos militares y en las ciudades conquistadas. Pero además, allí donde encuentran fuentes termales naturales, construyen en el mismo lugar en que brotan, edificios apropiados para la realización de baños terapeúticos, curas y tratamientos. En muchos de estos sitios, su tradición continúa hasta el día de hoy. Tal el caso de las termas de Bath, en el oeste de Inglaterra, en los confines occidentales del Imperio Romano. Estas termas romanas, cuyos restos estaban bastante bien conservados, completadas con varios edificios construídos en el siglo XIX, hoy son un importante atractivo turístico. Además de seguir utilizándose la vertiente termal en un moderno edificio de baños contiguo.
Ubicada en la esquina occidental del edificio de baños,
hoy forma parte del Museo Nacional Romano.
Fotografía: Self-photographed by Szilas / Public domain
Fue el primer emperador romano, Augusto (gobernó desde 27 a.C. a 14 d.C.) quien comenzó la tradición de las termas imperiales. Su yerno Agripa construyó en el 25 a.C. un edificio de baños siguiendo el modelo de las ya existentes termas de Stabias, en Pompeya. Estas no tenían aun la planta simétrica respecto de un eje central, que será característica de esta tipología a partir de las Termas de Nerón, construídas aproximadamente en el 64 d.C.
Siguieron las Termas de Trajano, inauguradas en el año 109, en las que se imcorporan por primera vez, los jardines circundando el edificio termal. Las Termas de Caracalla (206 - 216) y las Termas de Diocleciano (298 - 306) llevan el tipo de termas imperiales a su mayor esplendor, tanto en tamaño y lujo arquitectónico como en la variedad de posibilidades que brindaban a los usuarios para su recreo físico, intelectual y social. Para ello, los asistentes encontraban:
Las Termas de Diocleciano fueron las de mayor tamaño construídas en todo el imperio. Ocupaban aproximadamete 11 Ha (356 x 316 m) al NO de la ciudad. El edificio principal, que ocupaba una superficie de 250 x 180 m, se hallaba en medio de unos extensos jardines, limitados por un muro con una sucesión de recintos porticados rectangulares o en forma de exedras y pabellones en toda su extención. Su eje de simetría, con orientación NE - SO, está definido por el pórtico de acceso y, en el extremo opuesto, una gran exedra, atravesando todas las salas de baño, desde el natatio (de dimensiones olímpicas), hasta el caldarium. Ejes secundarios paralelos discurren a través de palestras y vestuarios. La simetria y axialidad permiten ordenar estéticamente la arquitectura y, a su vez, hacer que el usuario, en un edificio del tamaño de un barrio, logre orientarse fácilmente y determinar su propia secuencia de actividades.
Nave principal de la iglesia en lo que fuera el frigidarium
Fotografía: Giovanni Dall'Orto / Attribution
La decoración interior del edificio fue resuelta con pisos de mosaicos, incrustaciones de marmol, frescos y ornamentos arquitectónicos, además de esculturas originales o copias de importantes escultores griegos. Partes importantes del edificio se conservan en la actualidad. En el siglo XVI el Papa Pío IV encomendó a Miguel Angel el proyecto de una iglesia que ocupara las salas centrales de las Termas de Diocleciano. La iglesia fue puesta bajo la advocación de Santa María de los Ángeles y los Mártires; la dedicación a los ángeles devino del relato de una visión del Arcángel Uriel que tuvo un monje siciliano en las ruinas de las termas. La dedicación a los mártires cristianos surgió de la creencia que afirma que las termas fueron construidas por cristianos esclavizados, lo que tendría visos de verosimilitud si se recuerda las persecuciones que este emperador emprendió contra los cristianos.
El acceso a la iglesia se ubica en la pared concava que comunicaba el caldarium desaparecido con el tepidarium que ahora sirve de vestíbulo. El antiguo frigidarium pasó a ser la nave principal de la iglesia (aunque queda transversal al eje del acceso) y por detrás se construyó, en donde había estado el natatio, un profundo presbiterio para el coro de los cartujos, a cuya orden se confió la iglesia.
Otras dos salas han quedado preservadas tal como se indica en la planta adjunta. Una de las salas especiales de baños en el extremo SO, llamada Aula Ottagona (Aula Octogonal) ha pasado a ser una sala de exposiciones del Museo Nacional Romano donde se exhiben esculturas que pertenecían a la decoración de las termas de Dioclesiano, Caracalla y Constantino. En el muro que separaba las termas de los barrios circundantes, en el lado SO, el de la Gran Exedra, ha sobrevivido la sala circular del extremo SO, convertida en el Oratorio de San Bernardo alle Terme. La huella de la Gran Exedra ha permanecido en la trama urbana de Roma en las construcciones que limitan la rotonda de la Plaza de la República.
Fotografía del autor
Calefacción por Hipocausto
Ilustración: Internet
La forma de calefaccionar habitaciones o, en el caso de las termas, las piletas de agua caliente y templada, en tan temprana época, era un sistema conocido desde antiguo: la calefacción por hipocausto. Sistema ya utilizado por pueblos de Asia Menor, de allí pasó a los griegos y de ellos lo tomaron los romanos perfeccinándolo (se atribuye al ingeniero romano Cayo Sergio Orata el haber mejorado el sistema). Este sistema consiste en un horno a leña ubicado fuera del recinto a calentar, haciendo pasar el aire caliente y humos de la combustión por un espacio ubicado debajo del suelo de la habitación o pileta, cuya losa era sostenida por un "bosque" de pilares de 40 a 60 cm de altura. (¡Un primitivo sistema de "losa radiante"!) Una chimenea ubicada en el lado opuesto a la entrada de los gases, producía el tiraje necesario para mantener constante la circulación del aire caliente y evacuar dichos gases. En ocasiones el aire caliente se hacía pasar también por conductos embutidos en las paredes para que éstas colaboraran en la calefacción de las habitaciónes de las lujosas domus o villas que podían llegar a tener estas comodidades. Toneladas de leña se quemaban diariamente en las termas, con decenas de esclavos alimentando los hornos, (además de toda la logística de producción y transporte de la leña necesaria) para que los ciudadanos disfrutaran de los baños.
Dibujo: Grundriß, fixed and completed by user:Sailko / Public domain / Referencias del autor de esta página
Las Termas de Caracalla fueron construidas por el emperador Marco Aurelio Severo Antonino Augusto, (conocido historiográficamente como Caracalla, nombre de una capa de origen galo cuyo uno impuso a los soldados y en sus entrevistas), que reinó del 211 al 217 d.C. Contaba con los locales comunes en todos los baños públicos romanos a los que agregaba bibliotecas, quizás tiendas, y otros salones, en una estructura edilicia sumamente complicada que no se explica sólo por sus funciones del baño y la gimnasia. Pues, como ya se dijo, las termas daban al visitante la oportunidad de cultivar el espíritu mediante la conversación, la lectura y otras actividades intelectuales, y durante la época imperial fueron verdaderos "centros cívicos" donde se adoptaban importantes decisiones políticas o de negocios. Fueron las termas más suntuosas construidas por los romanos y, a pesar del terremoto de 847 que causó grandes daños y el derrumbe de todas las cubiertas, son de las mejor conservadas.
El edificio principal se hallaba ubicado dentro de amplios jardines rodeados por un muro porticado en todo su frente y parte de los laterales; este muro continuaba a ambos lados con sendas salientes curvas que encerraban edificios secundarios tales como bibliotecas y otras salas. Hacia atrás se cerraba con un "stadium" y los depósitos de agua, alimentados por el acueducto llamado "Aqua Marcia". El conjunto medía en total unos 329 metros por lado. El nucleo principal era un edificio simétrico que contenía un complejo de habitaciones y espacios abiertos de diversas alturas, algunos de más de una planta y cuya exacta utilización, en muchos casos, no se sabe con certeza. Revestimientos de mármol, pisos de mosaicos con bellos diseños, multitud de esculturas y los más suntuosos detalles arquitectónicos, hicieron de estas termas las más lujosas de todo el Imperio.
Los sótanos eran el corazón que hacía funcionar las termas y donde trabajaban una multitud de esclavos y otros empleados para hacer funcionar el complejo de baños. Se conservan unos dos kilómetros de un laberinto de túneles para vehículos que conectaban los depósicos de leña (se calcula que se consumían 10 Tm por día!), hornos y calderas, cisternas para 80.000 lts. de agua, que era provista por un desvío del acueducto Acqua Marcia costruido especialmente, un molino y el Mitreo, un santuario para el dios Mitra, un culto oriental que había sido traído por las legiones que volvieron de Mesopotamia al mando de Caracalla y que, se supone, el mismo Caracalla profesaba.
Fotografía: Internet (diario del viajero.com)
Fotografía: Internet (audioguiaroma.com)
Con el paso de los siglos, los restos de estas termas fueron expoliados, sus esculturas retiradas (algunas se encuentran en exposición en la Sala Ottagona), partes del edificio se utilizaron en la costrucción de otros, como las columnas de las bibliotecas que hoy integran las naves de la Basílica de Santa María in Trastevere, no muy distante de las termas de donde proceden. Pero la más importante escultura recuperada fue la denominada Toro Farnesio, actualmente en el Museo Antropológico de Nápoles. Bañeras de mármol, labradas en un sólo bloque, han sido reutilizadas y transformadas en fuentes ubicadas en varias plazas de Roma.
Fotografía: Internet
de las Termas de Caracalla
Fotografía: Bill Jennings
de las Termas de Caracalla
Fotografía: Superintendencia de Bienes Culturales, Roma
de las Termas de Caracalla
Fotografía: Internet
En la actualidad las Termas de Caracalla se han convertido en un magnífico espacio de actividad cultural. A las visitas acompañadas por un sistema de realidad virtual que permite ver, a medida que se recorren las ruinas, su apariencia en el s.III con todo su esplendor, se agregan durante el verano, representaciones teatrales, conciertos, ópera y ballet, en un ámbito casi mágico realzado por creativos efectos lumínicos.
La Basílica romana
Fotografía: Internet (www.taggelaar.com)
La Basílica romana era un edificio público multifuncional con una impronta representativa del poder y del modo de vida y de organización del pueblo romano. Albergaba el mercado y otras funciones comerciales como banca y bolsa, era sala de justicia y un punto de encuentro común, sea social o de negocios. Durante el Imperio era un edificio imprescindible en todo Foro y su ubicación, preferiblemente, estaba al lado de la plaza del mercado, punto neurálgico de casi toda la vida pública de las ciudades mediterraneas. Etimológicamente, Basílica viene del latín basilica y ésta del griego basiliké: "real", elipsis de la expresión basiliké oikía: "casa real". A pesar de lo cual los datos más antiguos de construcción de basílicas en Roma datan de época republicana: la Basílica Porcia en 189 a.C., la Basílica Emilia en 179 a.C. y la Basílica Sempronia en 170 a.C. Casi simultaneamente, aparecen edificios de esta tipología, aunque más modestos, en las colonias itálicas (Ardea, Cosa, Alba Fucens) y en la Campania, cuyo ejemplo mejor conservado es la Basílica de Pompeya.
Dibujo del autor
La basílica, como tipología arquitectónica, consiste en una nave alargada, separada mediante columnas de naves laterales de menor altura. La diferencia de altura entre la nave principal y las laterales permite abrir ventanas en la parte superior para iluminación. Las cubiertas eran a dos aguas en la nave central y a un agua en las laterales o abovedadas. A este esquema básico se podía adicionar una exedra semicircular en uno o en los dos lados más cortos, (aunque hubo ejemplos de dos o tres exedras en uno de los lados largos) con la función de ser utilizada como tribuna por el juez que dirimía los conflictos que le eran sometidos. Asimismo el acceso desde el exterior solía ubicarse en el lado más largo del edificio, y algunas veces en los dos, pero también los hubo coincidentes con el eje longitudinal de la basílica. Las naves laterales podían ser una o dos a cada lado de la nave central, y, en las más grandes, ser de dos plantas, como en las Basílicas Emilia y Julia del Foro Romano, o la Basílica Ulpia (98 - 112 d.C.) del Foro de Trajano.
Fotografía: A derivative work of a 3D model by Lasha Tskhondia - L.VII.C., CC BY-SA 3.0, (via Wikimedia Commons)
Referencias: 1. Templo de Vesta; 2. Templo de Julio Cesar; 3. Arco de Augusto; 4. Templo de Castor y Polux; 5. Basílica Julia; 7. Templo de Saturno; 8. Templo de Vespasiano; 9. Templo de la Concordia; 10. Tabularium; 11. Arco de Septimio Severo; 12. Curia; 13. Columnas conmemorativas; 14. Basílica Emilia.
Ilustración: Internet
Ejemplos que responden al modelo tipológico arriba descripto[2] son las Basílicas Emilia y Julia del Foro Romano (nº 5 y 14 respectivamente, del plano adjunto). Con poco más de un siglo de diferencia en su construcción, ambas representan, en su mayor escala y esplendor, lo que eran las basílicas diseminadas por todas las ciudades bajo el dominio de la Roma republicana. La Basílica Emilia fue construída en 179 a.C. sobre un sector que anteriormente ocupaban tiendas (carnicerías) y luego alojó a banqueros. Fue erigida por el censor Marco Fulvio Novilior, debido a lo cual, su primera denominación era "Basílica Fulvia". Fue terminada por su sucesor Marco Emilio Lépido, por lo que su nombre derivó a "Basílica Aemilia". A lo largo de su vida util el edificio sufrió varias restauraciones y remodelaciones, en su mayoría llevadas a cabo por miembros de la Emilia. Más tarde tomó el nombre de "Basílica Paulli" por haber sido reconstruida por el edil Lucio Emilio Lépido Paulo, primero en 55 a.C. y, luego que un incendio la destruyera, nuevamente en 14 a.C., ya bajo el imperio de Augusto, que también pertenecía a la gens Emilia.
Medía unos 100 metros de largo por 30 de ancho, tenía una línea de tiendas en el frente, tres de estos espacios daban acceso al interior de la basílica, y una galería porticada con arcos sobre pilares con semi columnas dóricas adosadas. Este pórtico frente a la plaza del foro fue dedicado a los nietos de Augusto, Cayo y Lucio. Una nueva reconstrucción fue registrada en 410, luego de la destrucción causada por el incendio provocado durante el saqueo de Alarico I, el Visigodo. Finalmente el terremoto de 847 la destruyo por completo. Buena parte de sus restos fueron utilizados durante los siglos siguientes como material de construcción para otros edificios.
Fotografía: MM - CC BY-SA 3.0 (vía Wikimedia Commons)
La Basílica Julia fue levantada por Julio César en 54 a.C. y financiada con el botín de su campaña en la Galia. Se construyó en el lugar de la Basílica Sempronia, destruida por un incendio e, igual que la Basílica Aemilia, se completó en tiempo de Augusto, quien le dió el nombre de su padre adoptivo Julio Cesar. Pero aun antes de completarse los trabajos la consagró nuevamente con los nombres de sus nietos e hijos adoptivos, Cayo y Lucio César. Pero esta denominación no perduró e, historiográficamente, se la sigue nombrando como Basílica Julia.
Aunque también hubo tiendas y otros usos habituales de estos edificios, su uso principal fue el judicial. Su nave central podía dividirse con paneles móviles y daba espacio para realizar hasta cuatro juicios simultáneos. Desde el siglo I fue la sede del tribunal de Centunviros, cien jueces que dirimian conflictos de herencias.
Las dobles naves laterales eran abovedadas y rodeaban por los cuatro lados a la nave central; el edificio medía en total 109 x 48 metros y la nave central 82 x 18 metros. Las naves laterales del lado opuesto al Foro estaban ocupadas en la planta inferior por tabernae, (palabra latina que designa tiendas o comercios, cualquiera sea su rubro) y los otros tres lados quedaban abiertos al Foro. El piso superior de las naves laterales era un lugar de reunión muy frecuentado por los romanos y en sus pisos de mármol se hallaron gravados a mano tableros para distintos juegos, el más curioso es una cuadrícula de 8 x 8 casillas (como el tablero de ajedrez), desconociendose que tipo de juego se podría realizar en él.
Fotografía: Internet (esculturasymonumentos.com)
Fotografía: Georg Dehio y Gustav von Bezold / Dominio Público (vía Wikimedia Commons)
Esta enorme basílica, llamada Basílica de Majencio y Constantino o simplemente Basílica de Majencio, también conocida como Basílica Nueva, fue erigida próxima al arco de Tito, por el emperador Majencio en 306 y completada por el emperador Constantino hacia el 327. Es un edificio administrativo de 90 metros de largo y 64.5 metros de ancho, con naves laterales divididas en 3 sectores comunicados entre sí por grandes arcos y cubiertos con bóvedas de cañón, con cielorrasos (intrados) casetonados. El eje de estas bóvedas era perpendicular a la nave central de 34 metros de alto, cubierta con tres bóvedas de arista. El interior estaba bien iluminado con amplios ventanales en los tímpanos de las bóvedas de la nave central y en las paredes laterales. El acceso original estaba en el lado corto y constaba de un pórtico cubierto de bóvedas de arista. El conjunto fue construido con hormigón romano y ladrillo. Constantino encargó un retrato de sí mismo de 9 metros de altura para ser ubicado en el abside original, opuesto al pórtico de entrada. Hoy solo existen tres compartimentos de bóveda de cañon de la nave norte. El gran abside que se ve en el centro de ese lado, fue agregado por Constantino posteriormente.
Fotografía: Lalupa, CC BY-SA 3.0, (via Wikimedia Commons)
Resulta evidente que este nuevo esquema de Basílica abovedada es el resultado de los avances en las técnicas de abovedado en palacios y termas. Es el «...último gran edificio profano de salas de la Roma de la Antigüedad tardía»[3] y guarda una notable semejanza con las grandes salas de las termas. Del tipo tradicional de basílica conserva en planta la simetría respecto de un eje longitudinal y la sucesión de pórtico, nave, ábside que tuvieron las basílicas con acceso en dicho eje (Pompeya, Aspendos). Pero en lugar de las naves laterales paralelas a la nave principal, aparecen tres sectores con bóvedas de cañón perpendiculares a la nave central, cuya intercomunicación está dada por amplias aberturas en las paredes de apoyo de estas bóvedas; paredes que, a su vez, actuan como contrafuertes estructurales de las bóvedas de arista de la nave central.
Constantino crea un nuevo eje transversal, mandando a construir en el lado sur un pórtico con una escalinata como entrada principal desde la Vía Sacra y en el lado opuesto a este acceso agrega un nuevo ábside como tribunal, pues el ábside original lo ocupó entronizando un retrato suyo, una escultura de aproximadamente 10 a 12 metros de alto, del que sólo se conservan la cabeza de 2.5 m de alto, una mano, un pie y poco más.
En esta transformación del esquema tradicional de la basílica, el espacio interior adquiere una nueva determinación; su unidad ya no se basa en una repetición de unidades iguales —la apretada columnata que divide las naves laterales de la central a modo de peristilo— sino que aparece la unidad de la masa total; unos pocos elementos de grandes dimensiones, unos planos (gruesos muros, arcos) y volumétricos otros (bóvedas, columnas exentas), ponen en relieve la forma espacial y el macizo sistema constructivo en una experiencia visual inmediata.
Dibujo: Internet
Ilustración: Internet (apuntes.santanderlasalle.es)
Un trazado geométrico de líneas pone en evidencia la estructura espacial y constructiva del edificio. Visualmente esas líneas son las aristas de las bóvedas que cruzan diagonalmente el espacio y descienden al suelo por las columnas excentas puestas delante de los gruesos pilares de las arcadas que comunican con las naves laterales. Y el arco de medio punto como elemento geométrico organizador. La impresión espacial debió ser impactante. La concentración de cargas y empujes en ubicaciones puntuales permitió liberar los muros exteriores de funciones estructurales y abrir en ellos amplias aberturas que llenaban de luz el interior. Pisos y muros revestidos con placas de marmol policromadas, los casetones de las bóvedas finamente decorados, y el Coloso de Constantino, su monumental estatua, todo mostraba la suntuosidad propia del final del Imperio. Sin embargo, este nuevo tipo de edificio no tuvo seguidores. El cristianismo cuando, una vez legalizado, comenzó a construir sus templos, tomó como tipología base el esquema tradicional de la basílica romana, adaptándolo a los nuevos contenidos simbólicos que debía representar. (ver Iglesia cristiana)
Notas
[1]Hay que hacer notar que no todos los romanos de la época estaban de acuerdo con la asistencia a las termas. La ducha previa, que se acostumbra tomar actualmente en cualquier spa o natatorio, aun no existía y por amplias que fueran las piletas, no es dificil imaginar como estaría luego de que miles de personas dejaran en ellas su sudor, restos de cosméticos o ungüentos, tierra o tal vez... algo más. Ciertamente la higiene estaría lejos del estandar que cualquiera de nosotros exigiría hoy. El mismísimo Marco Aurelio en sus Meditaciones deja el siguiente comentario:
—«¿Qué os han parecido los baños?»
—«Aceite, residuos asquerosos, agua cenagosa, todo repugnante»
Algunos historiadores sostienen también, que habría una relación entre algunos establecimientos de baños y la prostitución. Esto particularmente aplicaría a establecimiento comerciales cuyos propietarios podrían verse tentados a sumar este rubro a su negocio para incrementar sus ganancias. Era frecuente que en las cercanías de unas termas, hubiera un lupanar, como el caso de las termas de Stabias y el burdel de Pompeya. Al respecto se puede ver: Arqueología e Historia del Sexo.
[2] Recordemos que una tipología arquitectónica es un esquema que sirve de base para el diseño de un edificio en particular, y que en el proceso proyectual debe adaptarse a las condiciones del terreno, a las necesidades específicas de ese edificio y otros condicionantes que cada caso plantea.
[3] Werner Müller y Gunther Vogel, Atlas de Arquitectura I, Alianza Editorial, 1992, pág. 233.