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Pintura en la Antigua Roma


Apeles
“Afrodita Anadyomene”, Fresco, s.I d.C., hallado en la “Casa de Venus”, Pompeya
Posible copia romana de un famoso retrato de Campaspe, favorita de Alejandro Magno, realizado por Apeles en el s.IV a.C.

Fotografía: Stephen Haynes - Dominio Público (vía Wikimedia Commons)
L

os romanos apreciaban tener los muros interiores de sus domus cubiertos de pinturas con motivos, a veces meramente decorativos (guardas, girnaldas, roleos, etc.), otras veces con escenas de temas mitológicos, alegóricos o paisajísticos e, incluso, retratos de los dueños de casa. Al contrario de lo que ocurrió con la escultura, no son tan abundantes los ejemplos de pintura romana que hayan llegado hasta nosotros. El hecho de ser pintura mural[1], hace que haya corrido la misma suerte que el muro que la soportaba o, en algún caso, cuando no fue la ruina o la demolición, la erosión del tiempo y/o la humedad han hecho perder la mayor parte de un valioso patrimonio cultural. Pero, en cambio, fue el enterramiento, sea por la mano del hombre o por causas naturales, lo que permitió que llegaran hasta nuestros días suficientes obras pictórica como para que podamos tener un panorama bastante aproximado de la pintura romana. Me refiero, por ejemplo, a las domus imperiales, que fueron cubiertas con tierra y escombros para construir sobre ellas, o el caso de Pompeya y pueblos cercanos que fueron tapados por la erupción del volcán Vesubio en el año 79.

Si bien de la pintura griega, salvo unas pocas excepciones, solo conocemos referencias escritas, es lógico suponer que, al igual que sucedió con la escultura, la pintura romana partió de lo logrado por los griegos para desarrollar luego algunas características que le dieran su propio caracter. Y la pintura de paisajes y naturalezas muertas fue su aporte a la ampliación de temas que el arte pictórico podía abordar. Como pasó con la escultura, la copia de obras griegas famosas también fue una de las tareas que los pintores debieron abordar por pedido de sus clientes.

Fue basandose en la pintura mural hallada en Pompeya, que August Mau, investigador alemán, clasificó cuatro estilos pictóricos que se sucedieron en el tiempo, aunque con algún solapamiento o combinaciones entre ellos, a los que se llamó “estilos pompeyanos” por la procedencia del material sobre el que se basó la clasificación, y se los numera según fueron sucediéndose. Tendrían validez general y no debe considerarselos exclusivos de la ciudad de Pompeya. Si bien esta clasificación ha recibido críticas y existen muchos ejemplos y obras que no encajan en la misma, se la suele utilizar con frecuencia.

1er. Estilo Pompeyano

1er. Estilo Pompeyano

Llamado “de incrustación”, este estilo estuvo vigente desde la segunda mitad del siglo II a.C. hasta comienzos del siglo I a.C. Consistía en dividir la pared en tres franjas horizontales, la inferior es un zócalo, la superior con una cornisa de estuco y la del centro también dividida en tres bandas con imitaciones de mármoles de distintos colores. El lienzo de pared se dividía a su vez en sectores mediante pilastras de estuco. Abundaban los colores rojo y amarillo, favoritos de los romanos La imagen de este recuadro reconstruye un ejemplo proveniente del atrio de la Casa de Salustio, en Pompeya; el resto de la casa presentaba otro estilo de pinturas murales, con escenas de la mitología y otros motivos.

Dormitorio

2do. Estilo Pompeyano

El 2do. estilo se denomina “arquitectónico” y se lo ubica temporalmente en el siglo I a.C. prolongandose hasta los primeros años del siglo I d.C. Estructura la pared mediante simulaciones de una arquitectura perspectivada, con columnas, pilastras, entablamentos y/o nichos, cuyos espacios intermedios se abren a paisajes urbanos imaginarios con perspectivas de edificios y patios. Ya no se utiliza el estuco, las columnas, pilastras y entablamentos son pintados con mucho realismo. El ejemplo corresponde a un cubiculo de la casa de Fannius Synistor, recuperado del reservorio arqueológico de Boscoreale, Nápoles; es un cuarto reconstruido y expuesto en el Metropolitan Museum de N. York.

Tablinium

3er. Estilo Pompeyano

Al 3er. estilo se lo llama “ornamental”, y abarca los años finales del siglo I a.C. hasta los 60 d.C. Se caracteriza por eliminar la perspectiva, recuperando el plano del muro que se lo estructura en paneles demarcados con finas guardas, con delicados y pequeños motivos ornamentales de tirsos, girnaldas y candelabros fantasiosos sobre fondos planos de color rojo, amarillo o azul. En el centro de estos paneles se ubican, a modo de cuadros, distintas escenas que pueden ser pequeños paisajes imaginarios o representaciones mitológicas, copias de célebres pinturas helenísticas, con una temática centrada en la fatalidad del amor a través de las historias de Medea, Fedra o Helena de Troya.

Casa Vetti

4to. Estilo Pompeyano

Se lo denomina “ilusionista” (50-80 d.C.) y es una combinación de los dos anteriores. Combina paneles planos con “cuadros” y los ornamentos del 3er. estilo con las “ventanas” arquitectónicas con perspectivas simulando vistas a un espacio exterior, propias del 2do. estilo. El efecto final es de gran teatralidad y muy elaborado. Un buen ejemplo es esta reconstrucción de la Casa de Vettii, Pompeya.

Como ya se señaló, esta clasificación no alcanza a abarcar todo el universo de la pintura romana hasta hoy conocida. Varios son los ejemplos que se resisten a ser encuadrados en las categorías de Albert Mau y que iremos viendo a continuación, mientras detallamos las obras más importantes halladas en las dos localizaciones más significativas, por lo numeroso de sus aportes arqueológicos, al conocimiento de la pintura de la Roma antigua: la propia Roma y las localidades cercanas y las villas veraniegas de Pompeya y alrededores.


Roma

Bodas
“Bodas Aldobrandinas”, ca. s.I, Fresco, Museos Vaticanos
Fotografía: Internet - Dominio Público (vía Wikimedia Commons)

Las “Bodas Aldobrandinas”, un fresco reproducido sobre este párrafo y datado en la época de Augusto, esto es entre fines del siglo I a.C y comienzos del siglo I d.C., es un ejemplo del rescate de obras enterradas bajo otros edificios. Este mural se descubrió en 1601 en el monte Esquilino, una de las 7 colinas de Roma, en el lugar donde, en tiempos de la República y comienzos del Imperio, se encontraban los jardines de Mecenas[2]. Se lo halló en excavaciones bajo la desaparecida iglesia de San Giuliano L'Ospitaliero, de la que solo hay menciones documentales recién en el siglo XIII. El fresco, en muy buen estado de conservación, fue despegado del muro en que estaba en seguida de ser descubierto, perteneció al cardenal Pietro Aldobrandini, de allí su nombre, estando en las colecciones vaticanas desde comienzos del siglo XIX.

La pintura recuperada mide 2.60 m de ancho y 1.20 m de alto y reproduce una escena dividida en tres partes. En el centro aparece la novia con su velo numcial sentada en el lecho y a su lado una mujer con el torso desnudo que habla con ella, quizá tratando de infundirle ánimo. Algunos críticos la han identificado como Afrodita (Venus), otros como simplemente una amiga de la novia. A la izquierda de ellas una joven se apoya sobre una columna, parece estar mezclando aceites perfumados para ungir a la novia. A los pies del lecho, sentado sobre una plataforma, está el novio y más a la derecha tres jóvenes hacen una ofrenda cantando y tocando la lira. En el otro extremo del panel, una matrona, tal vez la madre de la novia o una deidad protectora del matrimonio, junto con otras dos mujeres, preparan el agua lustral[3] para el lavatorio de la novia. No hay dudas que el tema de la pintura es una boda; donde las opiniones de los estudiosos están divididas es si se trata de una boda mitológica (Tetis y Peleo o Baco y Cora) o, por el contrario, una boda terrenal. La obra es la única parte encontrada de un friso más extenso; si bien su calidad es superior al promedio de las pinturas del s.I del Imperio, su valor es más arqueológico que artístico, por haber sido la primer pintura romana encontrada antes de las excavaciones de Pompeya.

Vincenzo Brenna, “Domus Aurea”, lámina reproduciendo los frescos que decoraban la cámara llamada de la Bóveda pintada de verde mar
En el centro: Baco flanqueado por dos musas desnudas

Fotografía: Musée du Louvre, París

Similar es el caso de los palacios imperiales, especialmente la Domus Aurea, la fastuosa residendia del emperador Nerón. A fines del siglo XV, una versión dice que, accidentalmente, un joven romano resbala y cae por una grieta y halla por casualidad, un acceso a una de las salas abovedadas del palacio de Nerón. Otros investigadores responsabilizan del descubrimiento a las excavaciones que realizaban los obreros para extraer elementos antiguos que se pudieran reutilizar en las construcciones de nuevas villas. Lo cierto es que se encontró en el monte Oppio, cerca del Coliseo, enterrados bajo tierra y escombros, grandes corredores y cámaras que en ese momento no se logró identificar como pertenecientes a la domus neroniana que había sido enterrada por orden de Trajano en el siglo II. Quedaron a la vista entonces asombrosos frescos pintados en bóvedas y paredes que inmediatamente despertaron la curiosidad de los artistas del Renacimiento.

Para visitar las estancias había que penetrar por orificios estrechos excavados entre las ruinas y caminar sobre varios metros de tierra acumulada sobre el suelo y, a la luz de las antorchas, contemplar de cerca la refinada decoración de las bóvedas. Los artistas salían a la superficie cubiertos de tierra y polvo, luego de pasar largas horas copiando los motivos que integraban estas decoraciones. Hasta se llevaban una vianda, según dejó escrito un anónimo aprendiz del taller del maestro Pinzino, que aseguraba que todo el lugar estaba lleno de pintores.

Cámara abovedada
“Domus Aurea”, Sala abovedada abierta al público
Fotografía: Internet

Al momento de descubrirse los frescos de la “Domus Aurea” ya se conocían algunos ejemplos de pintura imperial romana por restos encontrados en el Coliseo y en la Villa de Adriano en Tívoli, pero «la frescura, belleza y calidad», de estos frescos, según los describió Vasari,[4] causaron gran impresión a los pintores del siglo XVI, Rafael incluído, que le resultaron una fuente de inspiración para la decoración de las Logias del Palacio Vaticdano. Las pinturas de la Domus Aurea y otras como las de las Termas de Tito, dieron origen a un nuevo estilo que llamaron “Grutesco” por estar basado en frescos hallados en los subsuelos de Roma, (grotte = cuevas, grutas; en italiano).

A partir de 1956 se comenzó a excavar en el monte Palatino, la primera de las Domus Imperiales: la Domus Augusti, residencia de Augusto, el primer emperador de Roma. El resultado de estas excavaciones fue sacar a la luz una serie de cuartos divididos en dos sectores, uno público para la atención de los asuntos de Estado, y el otro privado, las habitaciones de Augusto. De este último son dos estancias con las paredes pintadas al fresco y en buen estado de conservación; una la denominada Sala de las Máscaras por estar decoradas con pinturas que representan estructuras arquitectónicas perspectivadas que contienen máscaras teatrales. La segunda habitación presenta unas guirnaldas de ramas de pino sobre un muro bajo con un friso en el borde superior, dividido por finas pilastras y por encima de ese muro se ve otra imagen arquitectónica, esta vez un peristilo de pilares jónicos. Este estilo de decoración de muros interiores con frescos de imágens edilicias corresponde al llamado Segundo estilo de la pintura romana que se ha descripto al comienzo.

Máscaras
Sala de las Máscaras, Domus Augusti, fines s.I a.C.
Fotografía: Dominio Público (vía Wikimedia Commons)
Guirnaldas de Pino
Sala decorada con guirnaldas de ramas de pino, Domus Augusti
Fotografía: Dominio Público (vía Wikimedia Commons)

Otro ejemplo de este segundo estilo son los frescos hallados al excavar una domus en la colina del Esquilino, en Roma. Pero éstos presentan la particularidad de que las ventanas figuradas se abren a paisajes naturales ilusorios que, además, en conjunto son un relato gráfico de la “Odisea” de Homero. Descubiertos en 1848, hoy se los puede ver en los Museos Vaticanos. Formaban parte de una galería semisubterránea abovedada en el interior de un criptopórtico construido para soportar sobre él la domus propiamente dicha, aunque debería tener un uso importante como para haber sido tan notablemente decorado.

Reconstrucción
Reconstrucción del conjunto recuperado
Fotografía: Internet (vía Alpargos.blogspot.com)

Los frescos están datados en el siglo I a.C., dentro del período de vigencia del 2do. estilo pompeyano. Los elementos arquitectónicos característicos de este estilo son, en este caso, esbeltas pilastras pintadas con gran realismo y perspectiva, que fraccionan el plano del muro en paños de 1.67 m de ancho. Aproximadamente los dos tercios inferiores de cada subdivisión lo ocupaban, según la reconstrucción que se ha sugerido, un zócalo con las basas de las pilastras, un paño oscuro con guirnaldas entre dos pilastras y un friso liso terminado con dos molduras torales, todo pintado con el mismo realismo, perspectiva y las sombras correspondientes. El tercio superior que como "ventanas" a través de las que se aprecian paisajes ilusorios que representan escenas sucesivas de episodios de la “Odisea”.

Detalle 1
Escena de los enviados de Ulises y la hija del rey de los Lestrigones
Fotografía: Internet (vía Alpargos.blogspot.com)
Detalle 2
Los Lestrigones son llamados por su rey Antiphates a atacar los barcos griegos
Fotografía: Internet (vía Alpargos.blogspot.com)

Es de suponer que los 7 paneles que se conservan son sólo una parte de un conjunto mucho mayor que quizás llegó a relatar por completo las peripecias de Ulises. La elección de la obra, la anotación del nombre en griego sobre las cabezas de los principales personajes, dan la idea de que los propietarios de la extensa y lujosa vivienda eran parte de la aristocracia romana, culta y admiradora de la herencia helenística, (era común que la élite romana dominara el griego como segunda lengua).

Detalle 3
Los gigantes Lestrigones atacan los barcos de Ulises
Fotografía: Internet (vía Alpargos.blogspot.com)
Ulises en el Inframundo se encuentra con la sombra de los muertos
Fotografía: Internet (vía Alpargos.blogspot.com)

Paisaje
Frescos recuperados de la Villa de Livia, Prima Porta, s.I a.C.
Museo Nacional Romano

Fotografía: Internet

Otro estilo “ilusionista” completamente diferente del 4to. estilo pompeyano, se aplicaría a un tipo de pintura, que, cubriendo toda una pared o más de una estancia, pretendía “borrar el límite” del muro y brindar la impresión de que el espacio continúa hacia el exterior. En estos frescos no hay falsas ventanas ni arquitecturas, son puro paisaje. La Villa de Livia en Prima Porta, en las afueras de Roma, a donde se retiró al enviudar la esposa del emperador Augusto. ha provisto un buen ejemplo de este tipo de decoración: un fresco que recorre las paredes de una habitación y crea la ilusión de estar en medio de un jardín, simulando que los muros no existen. Pintado al fresco, muestra pájaros, frutas y árboles de diferentes especies pero que florecen todos a la vez, representados con gran realismo. Una pared baja nos separa de una estrecha franja de hierba, y detrás un enrejado de poca altura se antepone a los árboles frutales. Esta sala fue descubierta en 1863 con los frescos en un perfecto estado de conservación, Sin embargo, una serie de malas decisiones de los arqueólogos ante la aparición de filtraciones de agua, produjeron mayor deterioro del que trataron de evitar. Finalmente en 1951, los frescos fueron extraidos de su ubicación y sometidos a una renovación que logró devolverles buena parte de su encanto original. Este ilusionismo pictórico romano es el antecedente directo del que en el siglo XVII y XVIII, durante el período Barroco, fundamentalmente en el estilo Rococó, se denominó trompe l'oeil, en francés, o trampantojo en español; literalmente “trampa para el ojo”.

Prima Porta
Una de las paredes de la cámara con paisajes en la Villa de Livia
Fotografía: Dominio Público (vía Wikimedia Commons)

Pompeya

Primavera
Doncella cortando flores, siglo I, Detalle
Museo Arqueológico Nacional, Nápoles

Fotografía: Internet

La ciudad de Pompeya fue una villa veraniega de la clase alta romana y, junto con ciudades aledañas como Herculano y Stabias, quedó enterrada bajo lava y cenizas en la erupción del volcán Vesubio del año 79. Este desgraciado hecho, lamentable por su costo en vidas y bienes, tuvo un beneficio colateral al preservar para la posteridad muchos de los tesoros artísticos que allí había. Desde mediados del siglo XVIII que se encontraron y comenzaron a excavar hasta el día de hoy que continúa la exploración arqueológica, Pompeya se ha convertido en una fuente valiosísima para el conocimiento de la arquitectura doméstica romana con sus mosaicos y la pintura que decoraba sus muros, sin olvidar la cultura, formas de vida y costumbres de la sociedad romana del siglo I.

Casi todas las casas y villas de estas ciudades contaban con pinturas en sus muros: paisajes, bodegones, escenas mitológicas, eróticas o retratos. Si bien no eran obras maestras, muchas de ellas permiten observar cuanta destreza poseían los decoradores de interiores de estas pequeñas colonias, y como se inspiraban en las creaciones de los grandes artistas del helenismo, relatadas por la literatura antigua. Entre tantas pinturas, se encuentran algunas figuras de notable gracia y belleza como la representación de una de las Horas[5], la que encarna a la Primavera, cortando una flor mientras danza, figura que integraba una pintura mural de una casa en Stabias.

Otro estilo que, según el caso, puede tener algún elemento del 2do. estilo o del 4to., pero que tiene características propias que definitivamente lo separan de cualquiera de los estilos establecidos por Mau, es el que Vitrubio llamó “megalográfico”. Se caracteriza por estar compuesto por figuras humanas a tamaño natural componiendo escenas demostrativas de ritos religiosos, historias mitológicas o anécdotas de la vida familiar de los dueños de la vivienda. El ejemplo más famoso son los frescos del triclinium de la llamada Villa de los Misterios, pinturas de excepcional calidad y controvertida interpretación, que han sido recientemente restauradas, junto con el piso de mosaicos de la habitación, empleando las más modernas tecnologías.

Misterios-1
Frescos en el Triclinium de la «Villa de los Misterios», s.I a.C., Pompeya
Fotografía: Internet (vía Alpargos.blogspot.com)

La Villa de los Misterios debe su nombre a los notables frescos que decoraban el Triclinium o comedor, que, según la interpretación más aceptada, representaría alguún tipo de ritual “mistérico”[6], aunque no está muy claro que clase de ritual sería. Esta domus era un tipo de villa señorial construída hacia el s.II a.C. Está ubicada en las afueras de Pompeya, a unos 200 metros de sus murallas y de la puerta de Herculano. Fue muchas veces remodelada y ampliada hasta quedar sepultada por cenizas y material volcánico en la erupción del Vesubio que, sin embargo, no produjo grandes daños en ella. Un criptopórtico[7] salva el declive del terreno y genera una amplia terraza sobre la cual se alza la villa que tiene unas privilegiadas vistas hacia la bahía de Nápoles. Después del terremoto del 62 parece ser que la propiedad cambió de dueño y pasó de villa señorial a ser domus suburbana unida a una explotación agrícola donde algunas dependencias de la villa original se transformaron en instalaciones para la producción de vino o aceite y las habitaciones más lujosas quedaron deshabitadas.

Triclinium de la Villa de los Misterios, previo a la restauración
Fotografía: Raffaele Pagani CC BY-SA 4.0
Frescos del Triclinium, Detalle
Fotografía: Internet (vía Alpargos.blogspot.com)

De las varias interpretaciones que se han dado de estos frescos, la más usual refiere al ritual mistérico de iniciación de una joven en el culto de Dioniso, (Baco para los romanos) dios de la fertilidad y el vino, patrón de la agricultura y el teatro. Otra versión sostiene que se trata de una joven pasando por rituales del matrimonio; una tercera interpretación alude a ritos del paso de la infancia a la adultez. En la secuencia de situaciones que muestran las imágenes, divididas por franjas verdes y bordó, se puede identificar a un niño leyendo el ritual bajo la supervisión de una matrona; una joven que lleva una bandeja de ofrendas; matronas en celebración sacramental; un sileno[8] tocando la lira frente a una joven que ofrece su pecho a una cabra; otro sileno ofrece vino a un joven sátiro mientras otro joven detrás, sostiene una máscara teatral; una mujer arrodillada descubre un falo mientras un personaje alado procede a la flagelación ritual de la joven que se refugia en el regazo de una matrona sentada; a su lado baila una bacante del cortejo de Dioniso.

Pared lateral del Triclinium, luego de restaurada
Fotografía: Internet (via Alpargos.blogspot.com)
Ángulo de la flagelación ritual
Fotografía: Internet

Detalle: Sileno dando de beber
Fotografía: Internet (vía Alpargos.blogspot.com)
Detalle: Joven flagelada y bacante
Fotografía: Internet (vía Alpargos.blogspot.com
Detalle: Joven ofreciendo su pecho a una cabra
Fotografía: Internet

Otra temática de la cual se han encontrado algunos ejemplos en las domus del area de Pompeya, es el retrato. Pintados en algún muro de una vivienda, es de suponer que corresponden al o los dueños de la misma. Como todo el material de valor arqueológico y artístico, los que se muestran bajo estas líneas, han sido trasladados al Museo Arqueológico de Nápoles, para su mejor conservación.

Retrato
Retrato de Terencio Neo y su esposa
ca. 20-30 d.C., Fresco, Museo Arqueológico de Nápoles, Italia

Fotografía: Internet - Dominio Público (vía Wikimedia Commons)
Poeta
Retrato de una poetisa
siglo I d.C., Fresco, Museo Arqueológico de Nápoles, Italia

Foto: Internet - Dominio Público (vía Wikimedia Commons)

El retrato de un matrimonio de burgueses comerciantes fue encontrado en una casa que, al momento de ser sepultada por la erupción del Vesubio, no había sido terminada de construir. Al hombre se lo supone panadero, por una inscripción encontrada en la casa donde se hallaba esta pintura; ella, su esposa, sería quien llevaba las cuentas del negocio, dado que sostiene en una mano el "stylus" utilizado para escribir en la tablilla de cera que sostiene con la otra mano. Sus rasgos rústicos y poco agraciados, sugieren una ascendencia samnita, los primitivos habitantes de la región. En cambio, tenemos el retrato de una bella joven de delicados rasgos, perteneciente a la aristocracia pompeyana como revelan sus ropas y la redecilla de oro con que sujeta sus rulos.

Es curioso que ambas mujeres, a pesar de su diferente rango social, tienen la misma postura de sus manos con las que sostienen idénticos objetos. Esto podría deberse a una convención iconográfica para representar a mujeres con estudios, aunque la joven diletante se dedicaría al arte literario, mientras que la mujer del panadero se ocuparía de la prosaica tarea contable del negocio familiar. Algunos autores han creido ver en el retrato de la desconocida poetisa a Safo, la poeta griega de la época arcaica, que fuera muy conocida en la antigüedad; sin embargo no se ha hallado ningún indicio que permita afirmar tal cosa.

Estas pinturas murales son, sin duda, un excelente ejemplo de la habilidad retratística de los pintores romanos por la expresividad de sus rostros y el reflejo del carácter y personalidad de cada uno.

Naturaleza Muerta 1
Naturaleza Muerta, s.I, Pompeya, Fresco, Museo Arqueológico Nacional, Nápoles
Fotografía: Internet
Naturaleza Muerta 2
Naturaleza Muerta, ca. 70 d.C., Pompeya, Fresco, Museo Arqueológico Nacional, Nápoles
Fotografía: Museo Arqueológico Nacional de Nápoles - Dominio Público (vía Wikimedia Commons)

La “naturaleza muerta” comunmente llamada “bodegón” fue otro aporte romano a los temas posibles de abordar por la pintura. Los más antiguos ejemplos conocidos se remontan a los frescos decorativos de las viviendas romanas, especialmente porcedentes de Pompeya. Este género pictórico prácticamente desapareció del arte occidental, salvo cuando el o los elementos pintados tenían un claro simbolísmo religioso. Hasta que en el siglo XVII, en pleno período Barroco, resurge principalmente como consecuencia de la demanda burguesa de cuadros para la decoración de viviendas, retomando el carácter ornamental que tuvo en su origen.


Pintor de retratos funerarios
Pintor de retratos funerarios en su taller, ca. 100 d.C.
De un sarcófago pintado hallado en Crimea

Fotografía: Internet

La influencia del arte de Roma.

Desde los comienzos de la época imperial, el arte helenístico y romano fue haciendo imponer su influencia, desplazando al arte originario de los pueblos sometidos al poderío romano. En la India, en la región fronteriza de Gandhara, floreció un arte religioso budista que produjo relieves y retratos esculpidos de Buda con una clara influencia helenística y romana. En otra página de estos apuntes, se desarrolla la influencia que el “arte plebeyo” romano tuvo sobre la representación de la historia sacra judia en la sinagoga de Dura Europos.

Retrato de Eutiques, s.II
Fotografía: Met Museum, N.Y.

Un caso que hace patente esta transculturación es el de los retratos funerarios de El Fayum, que se tratan en página aparte. Los egipcios, bajo el dominio de Roma, continuaron momificando sus muertos y enterrandolos en sarcófagos, pero en lugar de las máscaras mortuorias tradicionales que les agregaban desde milenios atrás y ejecutadas según técnicas y el estilo practicado desde los orígenes de su cultura, hacían pintar un retrato a la encáustica ejecutado por un pintor que conociera todos los recursos del retrato griego. Estos retratos realizados a bajo precio por humildes artesanos, sorprenden por su vigor, realismo y expresividad. En palabras de E. H. Gombrich: «Pocas obras del arte antiguo parecen tan frescas y modernas.»

Los romanos eran gente práctica y no se preocupaban tanto como los griegos en imaginar dioses o héroes. El realismo y el claro relato de sus hazañas militares fueron métodos plásticos que serian de gran valor para las religiones que entraron en contacto con su extenso imperio, como lo demuestran los ejemplos citados.




Una visita a Pompeya



Notas


[1] Si bien en Roma hubo producción de pinturas sobre tabla, no nos han llegado obras sobre ese soporte.

[2] Cayo Mecenas (69 - 8 a.C.) fue un noble romano, amigo, confidente y asesor del primer emperador, Augusto. Era además, un gran impulsor de las artes, principalmente la poesía y la literatura, protector de jóvenes poetas, entre los que destacan Virgilio y Horacio. Esto hizo que su nombre pasara a designar a toda persona patrocinadora de las artes y las letras y protectora de artistas.

[3] Según el Diccionario de la Real Academia: agua con que se rociaban las víctimas y otras cosas en los sacrificios paganos.

[4] Giorgio Vasari, (1511 - 1574), pintor, escultor y arquitecto italiano, considerado uno de los primeros historiadores del arte. Son célebres sus biografías de artistas italianos que publicó bajo el título de «Le vite de' piu eccellenti pittori, scultori e architettori italiani da Cimabue insino a' tempi nostri», con primera edición en 1550 y, ampliada, en 1568.

[5] Las Horas eran deidades de la mitología griega que personificaban el orden de la naturaleza y las estaciones, y posteriormente, se las consideró como diosas de la ley y el orden en general y también de la justicia.

[6] Una religión mistérica es aquella que trata de transmitir su conocimiento no por medio de la palabra sino de la experiencia. Experiencia que se produce a través de rituales iniciáticos y secretos, que deben atravesar sus adeptos antes de ser aceptados en la comunidad del culto, que se caracteriza por ser un círculo cerrado y exclusivo. Estos cultos son de origen griego y estuvieron muy extendidos en su sociedad, para pasar luego al mundo romano.

[7] Un criptopórtico es una estructura arquitectónica semisubterránea, generalmente abovedada, que provee un plano nivelado y algo elevado para soportar una construcción sobre él. A su vez, su condición de lugar escasamente iluminado y fresco, favorecía su uso para almacenamiento de productos.

[8] En la mitología griega, Sileno era el padre adoptivo, preceptor y leal compañero de Dioniso, a la vez que se lo describía como el más viejo, sabio y borracho de sus seguidores. Era un sátiro y dios menor de la embriaguez.