Fotografía del autor
a Arquitectura religiosa griega marca el inicio de un extenso período de la historia de esta disciplina en Occidente, que se conoce como "Clasicismo"[1] o, para mayor precisión "Clasicismo greco-romano", pues el término debe incluir la arquitectura civil, militar y religiosa de Roma que, por otra parte, es continuadora y evolución de la griega. La vigencia de esta Arquitectura se extiende desde el siglo VII a.C. donde comienzan a gestarse en los primitivos templos griegos, alcanzando su plenitud en la Grecia clásica, y se mantiene con los aportes romanos hasta la caida del Imperio Romano de Occidente. Se interrumpe durante la Edad Media, en la cual se desarrollan otros estilos arquitectónicos, fundamentalmente el Románico y el Gótico, y renace en el siglo XV, precisamente en el Renacimiento, donde es reelaborada para aplicarla a los edificios de la época, tanto civiles como religiosos. Seguirá siendo reinterpretada y reelaborada una y otra vez en los siglos siguientes dando lugar al Manierismo, el Barroco, el Neoclasicísmo y el Eclécticismo para recién retirarse definitivamente a los libros de historia en las primeras décadas del siglo XX.
El Templo griego
La arquitectura templaria griega, en el aspecto tecnológico, se basó en un sistema muy sencillo y antiguo: la estructura "trilítica". Dos elementos verticales, en este caso columnas, que sostienen un tercero horizontal, el "entablamento" de los templos griegos. Un sistema utilizado desde el Neolítico en dolmenes o en conjuntos rituales y/o funerarios, como el de Stonehenge. En el aspecto funcional y formal, consistió basicamente en la definición de algunas de planta y de tres órdenes que definirían la estética del edificio. Estos órdenes eran el Dórico, el Jónico y el Corintio. Un templo griego, en su forma más simple, estaba compuesto por un pórtico o "pronaos" como vestíbulo de acceso a la "cella" o "naos" (nave) que era el recinto principal, y la mayoría de las veces único, donde se ubicaba, como único elemento interior, una gran escultura del dios a quien estaba dedicado el templo, templo que era considerado su "casa".
En este recinto no se realizaban ceremonias de culto, era, más bien, privativo del sacerdote; las ceremonias de culto se realizaban en el exterior, frente al templo, donde se congregaban los fieles, —solía haber un altar— siendo el punto culminante de la procesión con que se celebraba la fiesta del dios. Por ello fue que los griegos dieran más importancia a la imagen externa concebida como una unidad plástica independiente que domina el espacio urbano. Los interiores, en consecuencia, eran despojados de toda ornamentación. Siendo el culto exterior, tampoco la cella necesitaba ser de grandes dimensiones. La construcción apoyaba sobre un conjunto de tres escalones —crepidoma o krepis— que constituían su base y lo elevaban del terreno circundante. Los dos escalones inferiores se denominaban estereóbato y el superior estilóbato. Sobre este último se asentaban las columnas y los muros de la cella.
Las tipologías de planta más simples de los templos podían ser: "In Antis", cuando las paredes de la cella se prolongaban cerrando los laterales del pórtico de acceso o "pronaos". A muchos templos se los dotó de un pórtico posterior u "opistódomo" sin otra función que realzar la imágen del edificio, pues la cella estaba habitualmente cerrada por detrás de la estatua sagrada. En este caso la planta es "In Antia" o "en doble Antis". En otros casos se dejaban abiertos los laterales del o de los pórticos, en cuyo caso se denominan "Próstilos" a los templos con unicamente un pórtico y "Anfipróstilos" a los templos con pórticos anterior y posterior.
Para templos de mayor tamaño e importancia, los griegos desarrollaron plantas con columnatas rodeando toda la cella. Se conformaba así una galería en todo el perímetro del templo, llamada "Peristilo" y los templos con esta característica se denominan "Perípteros". El Partenón pertenece a esta tipología. Por el deseo de ampliar la cella o por no haber suficiente espacio para un templo períptero, en algún caso se realizaron templos "Pseudoperípteros" construyendo media columnas o pilastras en la cara exterior de los muros de la cella. Por último, los arquitectos griegos tenían la opción de realizar una doble columnata rodeando la cella por sus cuatro lados, tipología que se llamó "Díptero". También en este caso, existieron los templos "Pseudodípteros" con la columnata interior del peristilo simulada con media columnas adosadas a los muros de la cella. Otra tipología fue la de los templos "hipetros", que podían ser de cualquier tipo de los ya descriptos, pero su característica era la de ser "a cielo abierto", es decir, no estar techados o estarlo sólo parcialmente, como por ejemplo, el Nuevo Templo de Apolo, en Dídimo, Turquía.
Finalmente, hubo construcciones de planta circular sin cella, nombradas "Monóptero", o con cella, en cuyo caso reciben el nombre de "Tholos". Este tipo de construcción circular hunde sus raices en primitivas viviendas neolíticas de distintas regiones. Más acá en el tiempo tuvieron funciones funerarias en diversas culturas, como la micénica. En Grecia tuvieron funciones diversas, de culto a héroes o dioses —el tholos de Delfos, p.ej., parte del santuario de Atenea Pronea— o también albergaron funciones civiles, tal el caso del tholos de Atenas, sede de los magistrados (pritanos) encargados de los asuntos cotidianos de la ciudad. Los templos monópteros tenian en su centro un pedestal para las ceremonias de sacrificios u ofrendas votivas a los dioses.
Fotografía: KufoletoAntonio De Lorenzo and Marina Ventayol CC BY 3.0 (via Wikimedia Commons)
Templo anfipróstilo, tetrástilo
Fotografía: Internet
Junto a la elección del tipo de planta a erigir, el arquitecto griego debía decidir el número de columnas del pórtico frontal. Ambas decisiones estaban fuertemente interrelacionadas. La jerarquía del dios al que se didicaría el templo, si era uno de los dioses principales: Zeus, Apolo, Atenea, o un dios o héroe de segundo orden, lo que conducía a determinar el tamaño del templo; la posición dentro del santuario (témenos) en el que se incorporaría; todas condicionantes a las que debía darse respuesta con estas dos primeras decisiones básicas. De acuerdo al número de columnas en el frente del templo, éstos reciben la denominación de:
- áptero: sin columnas.
- dístilo: con dos columnas.
- tetrástilo: con cuatro columnas.
- hexástilo: con seis columnas.
- octástilo: con ocho columnas.
- decástilo: con diez columnas.
- dodecástilo: con doce colmnas.
Las reglas clásicas establecen que los templos perípteros o dípteros tengan en sus lados el doble más una o el doble más dos columnas que en el frente. Puede observarse que siempre es número par la cantidad de columnas del pórtico; ello se debe a que un número impar tendría un columna en el eje del templo, obstruyendo la puerta de entrada, lo que obligaría a desplazar ésta del eje, atentando contra la simetría axial tan cara al sistema de composición clásico. Hay escasos ejemplos de pórticos con número impar de columnas y son de época arcaica, siglo VII a.C. Del siglo V a.C. solo puede mencionarse el pórtico de tres columnas de la sala lateral de los Propíleos, en la Acrópolis de Atenas, quizás motivado por las dificultades del lugar con fuerte pendiente en que está ubicada y justificado en que la sala no tenía funciones religiosas.
Los Órdenes
Fuente: Internet
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En varias páginas del período dedicado a Grecia en estos apuntes se habla de los órdenes. Lo que es lógico pues son los protagonistas casi exclusivos de la arquitectura griega y porque fueron precisamente los griegos quienes los crearon. Pero, ¿qué son los órdenes? Un orden se compone de una columna de templo que se alza sobre un pedestal y sostiene en su parte superior un entablamento que servirá de apoyo a la cubierta. Siendo la cubierta típica de los templos a dos aguas, en el frente y contrafrente, sobre el entablamento se levantaba un triángulo en piedra o mármol como tapa de la estructura de madera de la cubierta de tejas. Este triángulo recibe el nombre de frontis o frontón. La ilustración de la derecha muestra las distintas partes del orden dórico y su respectiva denominación. Cabe aclarar que la ilustración es muy posterior al período que nos ocupa; el pedestal comenzó a utilizarse en época romana y la base de la columna dórica tampoco fue utilizada por los constructores de la Grecia clásica. Sí fue parte integral de la definición del orden Jónico y, a partir de su invención en el s.IV a.C., del Corintio.
Según Vitruvio[2] el Dórico es el orden más antiguo; fue creado por los Dorios, casi por casualidad, cuando erigieron un templo a Juno en la antigua ciudad de Argos, y luego imitado en otras ciudades de la región, sin que hubiera proporciones normalizadas aún. Hay varios ejemplos de este Dórico primitivo; de los mejor conservados puede citarse el Templo C de Selinunte (Sicilia), y el Segundo Templo de Hera o de Apolo, antes identificado como "Templo de Poseidón", ubicado en la antigua colonia griega Poseidonia, que los romanos llamaron Paestum, en la región de Catania, sur de Italia; ambos son del siglo VI a.C.
Continua Vitruvio diciendo que cuando los atenienses fundaron varias colonias en la costa sur de Asia Menor, area a la que llamaron Jonia, al erigir templos a los dioses los hicieron imitando los que habían visto en las ciudades de los dorios, por lo que llamaron a ese orden Dórico. Al intentar dimensionar la columna «...como no tuviesen regla ninguna para sus proporciones, y discurriendo modo de hacerlas aptas para sostener peso y agradables a la vista, tomaron la medida de un vestigio (huella) de pie humano, y hallando ser la sexta parte de la altura del hombre, la trasladaron a la columna, dando a ésta la altura de seis veces el grueso de su , incluso el capitel. De esta suerte la columna Dórica, proporcionada al cuerpo varonil, comenzó a dar a los edificios firmeza y hermosura.»[3]
Fotografía del autor
Como puede verse en la cita tomada del Libro IV, capítulo I, Vitruvio establece una relación entre las proporciones del cuerpo humano de un hombre y las del orden Dórico. Lo mismo hará con el Jónico y el Corintio, como veremos a continuación. Es decir, les atribuye una "personalidad humana", y llega a indicar para que dioses o diosas es adecuado cada orden; esta idea será retomada con entusiasmo quince siglos después, en el Renacimiento. También marca Vitruvio que el orden Dórico con su entablamento con tantas partes, divisiones y pequeños detalles, deriva sus formas de la antigua construcción de templos en madera: «De las cuales, y de todo el enmaderamiento ya trabajado, tomaron los arquitectos en los templos de piedra y marmol, ejecutándolo todo de estos materiales, con las mismas disposiciones,...». Cuando vemos un orden Dórico ejecutado en piedra estamos viendo una representación, un equivalente escultórico, de una construcción en madera. Puede suponerse que los mútulos son los cabezales de las vigas que sostienen los aleros del techo, que los triglifos son los extremos de las vigas transversales que descansan sobre el arquitrabe o que las gotas son clavijas de fijación. Algunos arqueólogos han dedicado mucho tiempo a establecer la evolución que llevó desde un edificio construido en madera al orden Dórico ya normalizado. Son sólo suposiciones; Vitruvio no aclara en detalle este tema y no hay otro documento escrito en esa época que lo haga. Lo cierto es que la definición más armónica y elegante del orden como la vemos en el Partenón fue el resultado de un largo proceso como puede el lector comprobar comparando la imágen del pórtico del Partenón con que comienza esta página con la del templo de Hera, arriba de estas líneas; un siglo de distancia entre uno y otro y tal diferencia de proporciones que producen una gran diferencia de carácter entre ambos edificios.
Fuente: Tzonis, Lefaivre, Bilodeau: "El Clasicismo en Arquitectura", Hermann Blume, Madrid, 1984
Fuente: Tzonis, Lefaivre, Bilodeau: "El Clasicismo en Arquitectura", Hermann Blume, Madrid, 1984
Respecto del orden Jónico leemos en Vitruvio: «...queriendo despues (de haber definido el orden Dórico) edificar un Templo a Diana de nueva forma y belleza, siguiendo los mismos principios, le regularon a la delicadeza del cuerpo femenil. Hicieron, pues, la columna alta ocho diámetros de su imoscapo; para que fuese más ayrosa pusieronla basa debaxo, en significación del calzado, volutas a una y otra parte del capitel, a imitación del cabello rizo y ensortijado, adornando la frente con cimacios y festones (...) y en toda la caña de la columna excavaron canales, imitando los pliegues delicados de la túnica matronal. Y acota a continuación que arquitectos posteriores, buscando mayor sutileza y elegancia, dieron a la columna dórica siete diámetros de su imoscapo, y ocho y medio a la jónica, que fue llamada así por ser los Jonios sus creadores. El entablamento presenta un arquitrabe dividido en tres fajas, un friso sin triglifos ni metopas pero que podía estar decorado con diversos bajorrelieves, y una cornisa asentada sobre una línea corrida de pequeñas formas prismáticas denominadas "dentículos", y sin mútulos.
Ilustración: Internet
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El último orden de origen griego fue creado en la ciudad de Corinto en el siglo IV a.C., atribuyendosele su invención al escultor griego Calímaco. Está basado en el orden Jónico del que toma la base y el fuste de la columna, cambiando el capitel por uno más decorado y escultórico, mucho más alto que el jónico, con tres filas de hojas de acanto de cuyos tallos sobresalen por encima unas especies de volutas en las cuatro esquinas, llamadas caulículos. El fuste de la columna puede ser igual en altura al jónico o algo mayor, según qué tratado se consulte, pero siempre siendo el capitel de un alto doble o aún más que el jónico, el orden completo es el más esbelto y lujoso de los tres órdenes que los griegos utilizaron. Vitruvio le asigna la "personalidad" de una joven doncella por sus airosas y esbeltas proporciones y por su mayor adorno. El entablamento tambien sigue las líneas del jónico con un arquitrabe dividido en tres fajas y un friso liso o decorado con relieves, a lo que se le podían agregar diversos listeles decorativos a gusto del arquitecto. Todo lo que da a este orden un aire de opulencia y lujo, que hizo decir a Summerson que su elección ...«demuestra el deseo de no ahorrar en gastos».[4]
Antes de continuar es necesario poner en claro que los órdenes nunca fueron un conjunto de normas, diseños y proporciones relativas absolútamente invariables, tal como algunos tratadistas del siglo XVI lo pretendieron. De hecho, las diferencias que los mismos órdenes presentan entre un tratado y otro desmienten esa idea. Puede decirse que los siglos IV y V a.C. fueron, en la arquitectura griega, un período de búsqueda y experimentación hasta dar con parámetros que conformaran la tendencia griega hacia una belleza perfecta, ideal. En los siglos posteriores, esa tendencia fue disminuyendo y, por último, los romanos tomaron y utilizaron los órdenes con una mayor libertad (ver Arquitectura romana). Ya Vitruvio en el siglo I a.C., se quejaba de ello y de los desaciertos que, algunas veces, producía la desordenada inventiva de sus colegas.
¿Correcciones Ópticas?
Un aspecto que los griegos encararon en su arquitectura es el de las llamadas "correcciones ópticas", consecuencia de su búsqueda permanente de la perfección y la armonía basadas en el número y las relaciones proporcionales. Todos conocemos las ilusiones ópticas con que nuestra visión suele a veces engañarnos y se ha supuesto que algunas leves distorsiones observadas en diferentes partes de los templos conocidos tenían por finalidad contrarrestar esas imperfecciones de la visión humana y que el templo se viera como realmente se pretendía que fuera. Si bien debe aclararse que no todos los estudiosos coinciden y se han dado otras interpretaciones. Varios sostienen, entre ellos Vincent Scully, que fuera profesor emérito de Historia de la Arquitectura en la Universidad de Yale, que esos refinamientos ópticos eran recursos cuya finalidad era conseguir una imagen más orgánica, —¿más humanizada, podría decirse?—, en lugar de un aspecto frío, estático y sin vida.
Fotogrfía: Internet (www.ilusionesmatematicas.com)
Vitruvio también habla de estas correcciones y da normas para dimensionarlas, afirmando que «...lo que engaña el ojo lo debe suplir el arte.» Si hay un templo que ha sido objeto de la más minuciosa medición y estudio, ese es el Partenón, y siendo el más armonioso y perfecto de los templos dóricos que han llegado hasta nuestros días, ha servido para establecer con cierta precisión la magnitud ideal de estas correcciones ópticas.
La imagen de la izquierda muestra la conocida "Ilusión de Hering", creada por el fisiólogo alemán Ewald Hering en 1861, durante sus estudios sobre la visión humana. Dos líneas rectas y paralelas parecen curvarse en el centro al ser vistas sobre un patrón de líneas convergentes en un punto de fuga. Se ha supuesto que los arquitectos griegos conocían este fenómeno óptico y para "corregirlo" dieron al conjunto de los tres escalones sobre los que se asienta el Partenón una leve curvatura convexa para contrarrestar la depresión que se produciría por este efecto óptico. En los laterales, la crepidoma se eleva en el centro 11.25 cm de la recta ideal que debería tener, y en los lados cortos, frente y contrafrente, la elevación es de 6.75 cm. en el punto medio.
según Vitruvio
Dibujo del autor
según Vitruvio
Dibujo del autor
En el Libro III de su obra citada, Vitruvio establece los parámetros para disminuir el diámetro de la columna entre el imóscapo y el sumóscapo, el diámetro menor de la columna justo debajo del capitel, disminución que está en función de la altura de la columna. Pero establece que tal disminuición se efectuará de modo que «...el lado interior de ellas (las columnas) que mira a las paredes de la nave quede perfectamente a plomo...». Es decir que el eje de las columnas debía quedar inclinado hacia adentro. Y en las columnas de los ángulos en templos perípteros o dípteros, tal inclinación debía darse en la diagonal. Los dibujos a la derecha de estas líneas muestran gráficamente lo establecido por Vitruvio —el área sombreada es la sección de la columna en el imóscapo y "A" la posición del eje de la columna en dicho plano; el área blanca representa la sección disminuida en el sumóscapo y "B" su centro ("a" indica el borde del estilóbato y "b" la proyección del arquitrabe)—. La distancia entre "A" y "B" nos indica la inclinación del eje de columnas que, a simple vista, vemos como perfectamente verticales. Esta disposición tendería a contrarrestar el efecto de que el edificio se nos viene encima cuando se lo observa desde corta distancia, dándole además, apariencia de mayor estabilidad.[5]
Por otra parte, las columnas de los ángulos se las hacía ligeramente más gruesas, pues, visto de frente el pórtico, la columna de esquina, al tener columnas a un solo lado, estando la mayor parte de su perímetro iluminado, el ojo las percibe como más delgadas que las otras —«...el aire las come,...» dice Vitruvio—. Otra configuración de las columnas que podría ser una "corrección" óptica (o no) es el "entasis", un engrosamiento leve ubicado en la mitad inferior del fuste de la columna, lo que ubica al imóscapo, es decir, el diámetro mayor de la columna, en una posición más arriba de su base. Algunos suponen que ello se debe a que si fueran rectos los lados de la columna, se percibirían ligeramente cóncavos en la zona media. Sería el efecto opuesto a la "ilusión de Hering", llamada la "ilusión de Wundt". Sin embargo, el "entasis" es claramente perceptible a simple vista, y en algunos templos arcaicos hasta muy exagerado, por lo que se pone en duda atribuirle el propósito de corregir un efecto óptico; más bien sería o un recurso meramente estético o, si nos basamos en la etimología de la palabra entasis que en griego significa tensión, puede suponerse que la intensión era mostrar al templo como un organismo cuyas columnas, como músculos, están tensados sosteniendo el peso del edificio (concordando con la teoría de Vincent Scully). Nótese que estas dos últimas explicaciones no son excluyentes entre sí.
También se hallan variaciones en la medida de los intercolumnios de los pórticos. Vitruvio recomendaba hacer más amplio el intercolumnio central, para que fuera más franco el acceso al templo. Pero tengamos en cuenta que este arquitecto está escribiendo en época romana cuando ya no estaba vigente la costumbre griega de vedar el acceso al templo a los creyentes en las ceremonias colectivas y reservarlo solo para el sacerdocio. Es en los templos dóricos de la Grecia clásica, donde se dan diversos tipo de variaciones en los intercolumnios laterales de un pórtico próstilo. Y ello se debe a un problema matemático insoluble: el problema del triglifo de esquina, verdadero talón de aquiles del orden, por el cual muchos arquitectos evitaban usarlo, y, después de Alejandro Magno, el helenismo confirió la supremacía al Jónico que se mantuvo en las preferencias a la hora de erigir un templo, hasta que, ya bajo la egemonía romana, el Corintio se apodera de la arquitectura.
Dibujo del autor
Desde las construcciones templarias más antiguas, la ubicación de los triglifos debían seguir ciertas reglas. La regla a decía que debe haber un triglifo sobre cada columna y otro en cada intercolumnio. La regla b establece que en cada uno de los cuatro ángulos del friso de un templo períptero próstilo, los dos triglifos que están sobre la columna del ángulo deben estar en contacto y, por lo tanto, no puede haber en las esquinas metopas o medias metopas. Estas dos reglas no entran en conflicto entre sí, pero había una tercera regla c que determinaba que cada triglifo ubicado sobre una columna o en un intercolumnio, debía estar exactamente sobre su centro. Y aquí comenzaba el conflicto, porque esta regla es incompatible con la segunda regla, a menos que el ancho del triglifo sea igual al espesor del arquitrabe. Pero un triglifo tan ancho no conformaba estéticamente el gusto griego, pues el triglifo debía ser rectangular, algo más alto que ancho, y hacerlo del espesor del arquitrabe hubiera obligado a aumentar la altura del friso, alterando el sistema de proporciones que enebra todos los elementos del orden, en base al módulo del mayor diámetro de la columna. Por razones estructurales no era posible reducir el espesor del arquitrabe —esto lo hubiera acercado peligrosamente al límite de rotura dado el peso que debía soportar del friso, la cubierta, el frontis y las pesadas esculturas con que se lo decoraba—. La solución de la figura 2 (con triglifos de la mitad del espesor del arquitrabe, pero vale para cualquier ancho de T menor que A) cumple las reglas b y c pero no con la a pues queda un sobrante en el ángulo. La solución 3 cumple con las reglas a y b pero no con la regla c.
Durante el siglo VI a.C. y comienzos del V a.C., los arquitectos ensayaron diversas soluciones. El Templo de Zeus Olímpico, también conocido como Olympeion, en Agrigento, (fotografía junto a este párrafo) fue un ejemplo de aplicación de la solución 3, sincerando el problema pero sin resolverlo. Otras variantes de regulación de las distancias entre triglifos fueron probadas, pero la irregularidad resultante era siempre visible y hería la sensibilidad y gusto por la perfección del griego. Hasta que dieron un paso más drástico alterando la medida de los intercolumnios, primero el intercolumnio del ángulo (contracción simple) y luego disminuyendo también el intercolumnio siguiente, aunque en menor medida (contracción doble).
Esta sería la razón de las alteraciones en los intercolumnios, que algunos autores interpretan como otra corrección óptica. De todos modos, esto solamente agregaba irregularidades, aunque disimulara en alguna medida el problema, y desviaba de la perfección ideal que siempre fue la búsqueda de los artistas griegos.[6] Por esta razón, finalmente, el Dórico, a pesar de su reconocida belleza y dignidad, fue abandonado por los arquitectos griegos para la arquitectura de templos.
La escala Humana
Fotografía: Enrico Tedeschi, “Teoría de la arquitectura”, Nueva Visión, 1976.
El término “escala humana” en arquitectura puede parecer algo oscuro para el neófito, por lo que conviene aquí aclararlo, dado que es una de las características primordiales de la arquitectura griega. En arquitectura se entiende la "escala humana" como la proporción del espacio acorde con las dimensiones humanas, teniendo en cuenta que es el hombre quien la habita y a quien sirve la arquitectura. La primera conclusión que podemos sacar de esta definición es el rechazo a la monumentalidad, monumentalidad tan característica de la arquitectura egipcia (y de períodos históricos posteriores) que el espíritu griego desaprobaba por completo. Ni los más grandes templos griegos nos impresionan como monumentales, jamás producen la sensación de representar un poder omnímodo ante el cual nos vemos empequeñecidos.
Christian Norberg-Schulz lo explica claramente: «La imágen clásica del mundo (se refiere a la propia de la cultura griega del s.V a.C.) surgió lentamente de la interacción de una compleja multitud de fuerzas naturales y humanas, corporizadas en los maravillosos relatos de la mitología griega. (...) Pero, mientras que los egipcios otorgaron importancia primordial a los elementos y procesos naturales y adaptaron los fenómenos humanos a un orden natural, los griegos concentraron su atención en el aspecto humano, proyectando elementos de su propia personalidad en los objetos exteriores y simbolizando los resultados en la personalidad de dioses antropomorfos.»[7] Los dioses griegos tienen grandes poderes sí, pero también tienen sentimientos y pasiones muy humanas.
Las corrientes de pensamiento llamadas "humanistas" suelen sintetizarse en la frase “El Hombre es la medida de todas las cosas”, concepto bastante huidizo y con posibilidad de muy diversas lecturas. Pero que puede aplicarse a la arquitectura griega, en particular si damos por cierta la versión de Vitrubio sobre el origen del módulo del orden dórico, una huella humana, y las "personalidades" atribuidas por él a los distintos órdenes clásicos. El diseño arquitectónico y del espacio de la polis griega, siempre tuvo presente como su objetivo, la naturaleza humana, sus necesidades tanto físicas y prácticas como espirituales; siempre fueron pensados “a escala humana”.
Notas
[1] El término "clasicismo" comienza a aplicarse a partir del siglo XVI a todos los movimientos culturales, estéticos e intelectuales que se inspiran en los patrones estéticos y filosóficos de la Antigüedad greco-romana: simplicidad, unidad, sobriedad, racionalidad, armonía en las proporciones y considerar al hombre, en el sentido más amplio, como medida de todas las cosas. Así, se encontrarán "clasicismos" en todas las artes, literatura, música, teatro, en las artes plásticas y, por extensión, en cualquier actividad cuya práctica adhiera a los valores mencionados (como por ejemplo, la moda).
[2] Marco Vitruvio Polión fue un arquitecto romano que vivió en el s.I a.C. Trabajó durante los reinados de Cesar y Augusto, aunque no hay noticia de obras suyas, excepto el Templo de Fortuna, en Fano, que el mismo menciona en su mayor obra: "Los Diez Libros de Arquitectura", que dedicó precisamente al emperador Augusto. Esta «suma» de la arquitectura y el urbanismo grecorromanos es lo que le ha dado imperecedera fama al ser el primer y único tratado de arquitectura de la Antigüedad que ha llegado hasta nosotros y una fuente invalorable para el conocimiento de la arquitectura grecorromana, sus materiales y metodos de construcción.
[3] Marco Vitruvio, "Los Diez Libros de Arquitectura", Ed. Alta Fulla, Barcelona, 1987 - Edición facsímil de la edición de la Imprenta Real de Madrid de 1787, traducción del latín y comentarios de Joseph Ortíz y Sanz; pág. 83.
[4] John Summerson, "El lenguaje clásico de la arquitectura", Ed. Gustavo Gili S.A., Barcelona, 1978; pág. 21.
[5] Si a Ud. estimado lector, esta interpretación le parece, al menos, dudosa, puedo decir en favor de la misma que si hoy en día nosotros no experimentamos esa sensación de que un edificio de esa altura se nos viene encima, hay que recordar que la mayoría de nosotros estamos acostumbrados a circular por nuestras ciudades entre edificios varias veces más altos que el Partenón, o cualquier otro templo griego. Pero pensemos en la visión de un griego del siglo V a.C. formada por una ciudad cuyas casas no superaban las 2 plantas de alto, eso las más amplias. Por lo que es concebible que pudiera sentir ese efecto, y que los arquitectos pretendieran evitarle tal sensación.
[6] D.S.Robertson, "Arquitectura Griega y Romana", Ed. Cátedra, Madrid, 1983; pág. 117 - 121.
[7] Christian Norberg-Schulz, "El significado en la arquitectura occidental", Ediciones Summa, 1980; Volumen 1, pág. 75/76.