Genio y Originalidad

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El "Genio" y la "Originalidad"


E

ntre los siglos XIV y XVI se producen varios cambios fundamentales en las artes plásticas europeas. Además de la renovación estética y estilística producto de los cambios en el pensamiento y en lo socioeconómico, es también el momento en que comienza un paulatino pero irreversible cambio en la consideración social de que son objeto los artistas, diferenciandose de los artesanos con los que se los confundía hasta entonces. Comienzan a ser valorados por su talento, abandonando así el anonimato en el que, en general, habían estado sumidos desde la Antigüedad hasta la Edad Media. El "genio" artístico en el campo de la plástica, se convierte en un nuevo modo de acceder a un prestigio y posición social comparable al de las capas más favorecidas de la sociedad. Y ciertamente, fue una época prolífica en artistas geniales; nombres como los de Brunelleschi, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Rafael, Durero o Botticelli, son sólo algunos de una extensa lista de pintores, escultores y arquitectos, que realizaron obras insuperables y que gozaron en vida, de una fama como nunca antes había tenido un artista plástico.

Pero a veces, en la historia, aparecen talentos que, compartiendo algunas características generales del arte de su época, presentan aspectos que los destacan y diferencian del resto de los grandes artistas del momento. Su "originalidad" los situa fuera del denominador común de su época. Ellos producen obras que ningún otro de sus contemporáneos pudo imaginar; tienen además la particularidad de crear un nuevo camino expresivo y recorrerlo en su totalidad hasta agotarlo, no dando lugar a que otros artistas puedan tomarlo como base para desarrollar su propio y personal estilo, sin caer en la imitación lisa y llana. Y durante el siglo XV y el primer tercio del XVI que la Historia del Arte engloba bajo el rótulo de Renacimiento, hay que destacar a uno de estos "genios diferentes"



Hieronymus Bosch, el "Bosco"



Jardín de las Delicias
Hieronymus Bosch llamado "el Bosco", El Jardín de las Delicias, tríptico de altar, ca. 1500 - 1505, Óleo s/tabla
Paneles laterales: 220 x 97 cm; Panel central: 220 x 195 cm, Museo del Prado, Madrid.

Fotografía: Museo del Prado / Dominio Público (vía Wikimedia Commons)
Retrato del Bosco
Cornelis Cort (grabador), Retrato de Hieronymus Bosch, 1572
Fotografía: Dominio Público (vía Wikimedia Commons)

Hieronymus Bosch, (ca. 1450-1516), nacido Jheronimus van Aken en la ciudad holandesa de Hertogenbosch, es más conocido como "El Bosco", por haber tomado de su ciudad (comunmente llamada Den Bosch) el nombre con que firmara alguna de sus obras. Falleció a comienzos de agosto de 1516 en su ciudad natal, de donde no hay noticia que haya salido ni mucho ni muy lejos durante toda su vida. Fue el principal exponente de la pintura holandesa de fines del siglo XV y comienzos del XVI. Procedente de una familia de pintores, el mismo es un pintor cuyo renombre se debe a que nos presenta en sus cuadros de tema religioso, un universo turbulento, abigarrado, poblado de criaturas fantásticas y monstruosas, de símbolos místicos y profanos. Son recurrentes en él el tema del Juicio Final y las representaciones del Paraiso y el Infierno. Si su dominio de la técnica, de la forma y la composición, nada tiene que envidiar a los grandes maestros de la época, toda su obra contrasta fuertemente con la armonía, serenidad, sensillez e idealizada belleza del resto de la pintura del Renacimiento de la Europa meridional. El Bosco demostró que los aportes del Renacimiento italiano en cuanto métodos de representación de la realidad lo más verosimil posible, podía también servir para lo contrario, para representar las cosas que nadie jamás podría ver, los terrores que obsesionaban al hombre del tardomedioevo, del modo más impresionante.

Tríptico cerrado
Hieronymus Bosch llamado "el Bosco", El Jardín de las Delicias, tríptico cerrado
Fotografía: Dominio Público (vía Wikimedia Commons)

No significa esto que sus cuadros, plagados de seres abominables u obscenos, fueran fruto exclusivamente de su imaginación. La época del Bosco, especialmente en el norte de Europa, está dominada por un violento sentimiento religioso; un agudo sentido de la lucha entre el bien y el mal, entre Dios y Satanás. Costumbres licenciosas, blasfemias, sátiras contra la corrupción del clero se dan simultáneamente con la proliferación de cofradías y sectas religiosas de fuerte misticismo y austera conducta, aunque no siempre dentro de las enseñanzas y prácticas ortodoxas del catolicismo. Lo excepcional en el Bosco es que es el único que se atreve a poner en imagen esa contradicción, esa lucha entre el bien y el mal, que se albergaba en el espíritu de sus contemporáneos. Como dijera fray José de Sigüenza, «...mientras los otros pintores representaban el aspecto exterior del hombre, el Bosco tuvo la audacia de pintarlo tal como es en su interioridad.»

Severo moralista, impregnado de un fuerte pesimismo respecto de la racionalidad de la naturaleza humana, sus obras son sermones, cuyo simbolismo hoy nos resulta dificil descifrar, pero que muchos de sus contemporáneos seguramente interpretaban con claridad. El ya citado fray José de Sigüenza escribió, refiriendosé al "El jardín de las Delicias", que «...querría ver el mundo lleno de copias de esa obra para amonestación de las almas.» En él, el panel izquierdo está dedicado a la Creación, representa escenas del Jardín del Eden, la primera pareja humana, la creación de Eva. el panel central, una fiesta de colores, está poblado de enjutas figuras humanas rubias (con algunas figuras negras); estáticas unas, otras están dentro de esferas de cristal, unas más en extrañas actitudes; más atrás otras figuras desnudas cabalgan en círculo, sobre diversos animales, bajo la mirada de dos enormes pájaros, símbolos de la lujuria y la herejía, una fantástica visión de los placeres sensuales. Al fondo el lago celestial poblado de fantásticas construcciones. El panel derecho representa el tormento de los condenados al Infierno, dominado por la misteriosa figura central del hombre-árbol, de cuerpo ovoide y redondo sombrero.

"El Jardín de las Delicias", paneles y detalles

El Jardín de las Delicias
Panel izquierdo: El Edén
El Jardín de las Delicias
Panel central: Placeres terrenales
El Jardín de las Delicias
Panel derecho: El Infierno

El mensaje del panel formado al cerrar el tríptico, puede ser entendido como la síntesis del mensaje moralizante del tríptico entero. Al estar cerrado, nos muestra el tercer día de la Creación, la Tierra contenida en una esfera de cristal, simboliza la fragilidad y transitoriedad del mundo humano. Ésta es la obra del Bosco de más compleja y enigmática simbología; muchos han sido los estudiosos que han buscado descifrar sus extrañas figuras. Otras pinturas, en cambio, son obras de devoción con escenas tomadas de la vida de Cristo, sin extravagancias ni monstruosidades, como la Adoración de los Magos, el Cristo con la cruz a cuestas o El carro de heno. Este último alude a un texto del profeta Isaias en el que compara las riquezas y placeres, atractivos pero efímeros, con el heno de los campos, que pronto se seca y acaba. Una característica común a todas sus obras, es su preocupación por el paisaje en el que ambienta las escenas, realizado con el minucioso detalle característico de la pintura del norte europeo.

Adoración de los Magos
Hieronymus Bosch, "el Bosco", Tríptico Adoración de los Magos
ca. 1485 - 1500, Óleo s/tabla, 138 x 138 cm, Museo del Prado, Madrid

Fotografía: Museo del Prado / Dominio Público (vía Wikimedia Commons)
El Carro de Heno
Hieronymus Bosch, "el Bosco", Tríptico El Carro de Heno
ca. 1500 - 1516, Óleo s/tabla, 135 x 100 cm, Museo del Prado, Madrid

Fotografía: Museo del Prado / Dominio Público (vía Wikimedia Commons)

La escasez de documentación sobre su vida y su obra ha hecho difícil la datación de sus pinturas. Por ello las fechas establecidas abarcan un período amplio, y aun así, son controvertidas. También existen obras de las que se duda que hayan salido de su mano, atribuyéndoselas o a personal de su taller o a imitadores que, incluso, se atrevieron a firmarlas con el nombre del pintor holandés.

Pocos años después de fallecer el Bosco, mace en Milán un pintor italiano que merece por derecho propio figurar en esta corta lista de “genios diferentes”, pero que por razones cronologicas debe ser ubicado en el período de transición entre el Renacimiento y el Barroco que abarca los tres últimos tercios del siglo XVI y que los críticos han denominado Manierismo; me refiero a Giuseppe Arcimboldo.