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Arte y Sociedad


S

on varios los factores que, originados a fines de la Edad Media, alcanzan su máxima expresión en los siglos XV y XVI y caracterízan este período. En primer lugar, La cultura deja de tener su eje en la idea de Dios y la salvación como objetivo final de la vida, para ponerlo en el Hombre. Una nueva concepción filosófica, el “humanismo” pasa a dominar el pensamiento, el arte y las formas de vida de la época, poniendo al Hombre como centro del sistema de ideas y valores, exaltando la condición humana en toda su dimensión y buscando dar un sentido racional a la vida, reemplazando definitivamente el escolasticismo místico medieval.

David

Por otra parte, la idea de un “renacimiento” se hallaba ligada, en el espíritu de los italianos, desde los tiempos de Giotto, a la de una recuperación de la grandeza de la Roma Imperial, que había sido destruída por las invasiones de godos y vándalos –aunque tal idea no tuviera demasiado fundamento histórico y solo fuera una burda simplificación—. Entonces, artistas y pensadores se vuelven hacia el pasado greco-romano para, a partir de él, avanzar en sus concepciones. En este clima, tanto la Iglesia como la rica burguesía, financiaron la realización de numerosas obras de arte, cada vez más importantes y grandiosas.

En Italia, esta acaudalada burguesía comercial había tomado el poder en las pequeñas ciudades-estado, adoptan formas de vida principescas y toman al arte como factor de prestigio social y glorificación, tanto personal como para su ciudad. Transformados en mecenas, convocan a sus cortes a escultores, pintores, arquitectos y poetas, científicos y filósofos. Así protegidos los creadores, la producción de obras artísticas y literarias, de ideas y conocimiento, se expande y alcanza un volumen y un nivel como nunca había ocurrido, concentrado en tan reducido espacio de tiempo, algo más de un siglo, y geográfico, el centro de la península itálica, con Florencia y Roma como centros neurálgicos sucesivos.

Vinculado con lo anterior, está la nueva valoración social que esta burguesía otorga a los artístas, que pasan de haber sido considerados como artesanos de clase inferior a ser admirados y estimados por su talento y originalidad. Si hasta este momento la Historia del Arte era, basicamente, una historia “de las obras de arte”, —anónimas, salvo excepciones—; a partir del Renacimiento pasa a ser la historia “de los grandes artistas” y sus obras.

En tercer término, la búsqueda de una representación de la naturaleza con precisión casi científica es el resultado natural del nuevo“racionalismo humanista” que prevalece en todos los aspectos de la vida europea, y cuyos comienzos se apreciaban ya a fines de la Edad Media. El artista se aboca a examinar la naturaleza con sus propios ojos, a explorar la anatomía humana con el rigor y la precisión de un científico, a estudiar los escritos y las ruinas de la antigüedad clásica y todos los aspectos del conocimiento humano despiertan su interés. La figura de Leonardo da Vinci es el máximo ejemplo de esta nueva actitud.

Leonardo

Estos cambios artísticos, cuya vigencia se extenderá hasta mediados del s. XIX bajo diversos estilos, se originan en Italia. Primero en Florencia durante el s.XV, bajo el gobierno autocrático de los Médici y luego, en el s.XVI, Roma, sede del papado cuyo poder institucional y económico ha resurgido luego de un período de luchas internas, desplaza a Florencia como centro cultural de Europa. Bramante, Miguel Angel y Rafael trabajando para el Papa Julio II y sus sucesores, crean algunas de las más extraordinarias obras de arte de la cultura occidental, entre ellas la catedral de San Pedro en el Vaticano, en la que los tres trabajaron. El siglo XVI fue también el momento en que estas nuevas ideas expandieron su influencia sobre la producción artística del resto de Europa


Valoración Social y Modo de Trabajo del Artista


L

os cambios del status social de los artista más arriba aludidos, se van produciendo paulatinamente hasta pasada la mitad del S. XV. Contribuyen a ello los conocimientos de matemática y geometría (perspectiva) que deben adquirir, el exhaustivo dominio de la anatomía que ahora deben poseer, los van distanciando del artesano común; los artistas toman conciencia de su diferenciación, de que su trabajo es ante todo intelectual y la labor manual es sólo consecuencia y materialización de lo concebido mentalmente. «El Arte es cosa mental», afirmaba Leonardo para refutar la antigua desvalorización del trabajo manual que, desde la antigua Grecia, se lo consideraba indigno por creerse que no intervenía en él el intelecto.

Los artistas comienzan a autorretratarse, a firmar sus obras, a realizarlas siguiendo más su inspiración con menor sujección a las instrucciones del cliente. Esto último como resultado de que, paulatinamente, van adquiriendo una valoración social acorde con sus méritos en paralelo con el cambio en la mentalidad de los clientes y mecenas que comienzan a estimar el talento y la originalidad de los artistas, reconociéndoles mayor libertad creativa. Aparece así en la sociedad italiana el concepto de "genio", una nueva categoría de personas que por poseer un excelso dominio de su oficio y un excepcional talento creativo, adquieren un prestigio y posición social comparable al de los estratos más altos. Miguel Ángel Buonarroti es el artista que mayor fama gozó en su época y el más completo; fue igualmente genial como pintor, escultor y arquitecto. También es el primer artista, en el concepto moderno del término, por su necesidad de realizar la totalidad de la obra con su propia mano, siendo incapaz de trabajar con discípulos y solo se valía de unos pocos ayudantes para los trabajos más pesados o menos calificados.

Durero

Los artistas siguen trabajando por encargo, pero en la medida que crece su prestigio social, son llamados desde distintas ciudades, pueden elegir o rechazar un trabajo, logran independizarse de las regulaciones de los gremios medievales, aun vigentes, y sus honorarios crecen substancialmente; ya no son calculados según el tiempo empleado en la realización de una obra, como los de cualquier artesano, sino que crecen según su talento, fama y la admiración que sus obras despiertan. Un caso que refleja esta evolución ocurrida durante el siglo XV italiano es la del pintor Filippo Lippi (1412-1469) que vivió modestamente y murió en la miseria; su hijo en cambio, Filippino Lippi (1457-1504), también pintor, alcanzó mayor renombre y llegó a ser un hombre acaudalado.

Es durante el Renacimiento que aparece la figura del “arquitecto”, el profesional que posee el dominio y control de todos los conocimientos y oficios que intervienen en la construcción de un edificio y diseña, ordena y dirige la realización de todos los trabajos. Filippo Brunelleschi es, en este aspecto, el primero en asumir toda la responsabilidad del proyecto y ejecución de una obra, ya desde la construcción de la cúpula de la catedral de Florencia. Como dijera uno de sus biógrafos: «No se colocaba allí una sola piedra ni un solo ladrillo sin su consentimiento...».

Virgen